sábado, 11 de julio de 2020

LA CUENCA DEL CAURA


LA CUENCA DEL CAURA

            El Ministerio del Ambiente tiene establecidas seis estaciones hidrográficas en el Alto Caura para mediciones sistematizadas que hasta ahora hacen creer que no es el Apure sino el propio río Caura el que en orden de importancia sigue al Caroní y al Orinoco como los más importantes de Venezuela.
            Siempre se creyó que el Apure era más caudaloso que el Caura por tener el primero una cuenca tributaria más del doble que la del segundo. Con todo lo que esto significa hoy en día está probado que el Caura con 50 mil km2 de cuenca, escurre 2.600 metros cúbicos por segundo de gasto promedio anual.
            El Caura es uno de los afluentes más caudalosos del Orinoco. Divide a lo largo de sus 750 kilómetros los distritos Sucre y Cedeño y la población más importante en su ribera es Maripa a la cual se llega desde esta a Ciudad Bolívar por una carretera pavimentada de 230 Km.
            Aviones privados pueden aterrizar en Maripa, La Aurora y otras comunidades como Pie de Salto, Canaracuni, Santa María, Cuchine y Chajura.
            El Caura nos ofrece un escenario natural, variadísimo y de impresionante belleza. La selva verde durante todo el año, las formaciones y accidentes geológicos, los raciales de Las Trincheras, Yuruani, Carapo y las cascadas o saltos de agua espumosos, de belleza indescriptible nos dan la sensación de que estamos en uno de los tantos paraísos de la naturaleza.
            Las Pavas, La Bocona, Laja Blanca, Laja Azul, Despeñadero, Boca Negra, Aimará, Merevari, Jaua Canaracuni, son cataratas cuyas alturas oscilan entre los 11 y 700 metros de altura con un caudal que va desde los 15 a 1.400 metros cúbicos por segundo.
             Las Pavas aparecen como el octavo Salto de agua más caudaloso del mundo, con 47 metros de altura y un caudal de 1.400 metros cúbicos por segundo.
            Las seis estaciones hidrográficas del Ministerio del Ambiente tienen un sistema moderno de intercomunicación que remata en Ciudad Bolívar con todos los datos de las mediciones de lluvia, humedad, etc., que permiten configurar el comportamiento general del río y vaticinar sus crecidas. Tales mediciones se realizan desde 1967.
            La cuenca del Caura es tan importante como la del Caroni. Ella tiene 20 mil km2 de selvas y 10 mil km2 de bosques livianos y sabanas. Junto con otros afluentes del Orinoco acumula un potencial hidroeléctrico que ha sido estimado en los 20 mil millones de kilovatios.
            Otro pueblo importante del Caura es Santa María de Erebato, a la orilla izquierda del Erebato,  sobre un declive que domina el río, a unos 40 metros de altitud. Este terreno sobre el que se asienta el pueblo indígena y sus extensos conucos, ha sido ganado a la selva circundante por el solo esfuerzo de los indios Makiritare y Shirishanas. El clima aquí es magnífico, 24 grados media anual, 600 metros sobre el nivel del mar.
            Desde Santa María de Erebato se pueden divisar las cimas del gigantesco macizo o Sierra de La Pava en las cabeceras del río Caura, con alturas que pasan de los 2.000 metros. Al decir de los indios Makiritares, la desconocida Meseta de La Pava, estaría poblada por los indios Eneana o Pintados, totalmente desconocidos en Venezuela.
            Las cabeceras del Caura se localizan en las Mesetas de Jaua a 30 kilómetros del Brasil. Son tres grandes Mesetas: Jaua propiamente dicha, Sarisariñama y Guanacoco.
            En ellas se encuentra gigantescos hoyos o simas que llegan a los 400 metros de profundidad. Fueron vistas por primera vez en 1954 por un piloto norteamericano que viajó mucho por Venezuela, Charles Bouham, quien murió posteriormente cuando su avión se estrelló al Este de Caracas.
            La Meseta después de vista por Bouham fue olvidada hasta 1964 cuando otro piloto, Harry Gibson, sobrevoló la zona y volvió a dar cuenta de los impresionantes hoyos.
            Fue charles Brewer Carías quien le atribuyó la  importancia que tienen hoy día tras preparar una expedición y llegar a ellas en 1973.
            La expedición patrocinada por el gobierno nacional y la Sociedad de Ciencias Naturales costó un millón 100 mil bolívares. La integraban diez científicos, cuatro pilotos de la FAV y dos indios makiritares. Descendió al gran abismo de Sarisariñama y la bautizó con el nombre de Sima Humboldt. Tiene 400 metros de diámetro por 370 de profundidad vertical. A la de Jaua la expedición le puso el nombre de Sima Martel en honor a Eduardo Alfredo Martel, padre de la espeleología mundial.
            Dentro de la meseta de Sarisariñama la expedición encontró luego de permanecer 35 días un sistema de cavernas, una densa selva en los abismos y ríos subterráneos de color rojo.
            La Cuenca del Río Caura como lo fue en un tiempo la del Caroní es en la actualidad muy visitada por turistas, científicos y exploradores, pero especialmente por buscadores de diamantes.
   
LAS GRANDES SIMAS DEL CAURA

En las cabeceras del Alto Caura, el Erebato y el Ventuari, se encuentran tres de los más impresionantes monumentos de la naturaleza: Jaua, Sarisariñama y Guanacoco, desconocidas en cuanto a la flora, fauna, hidrología, geología y topografía de sus cumbres.  Estas mesetas tapizadas de árboles con  unos inmensos agujeros fueron declaradas Parque Nacional el 16 de diciembre de 1978 a solicitud de la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales. Los viajes de reconocimiento de las impresionantes simas comenzaron en 1901 con Eugene André y sucesivamente  con Félix Cardona Puig, en 1938; Charles Bauhhan y el minero Edwin Gambos, en 1954; Cari Gibson, en 1964; Charles Brewer Carías, en 1965; Phelps Steymark, en 1967.  En 1974, Charles Brewer Carías encabezando un equipo de exploración organizado por la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales descendió y exploró los agujeros por la parte Norte del Sarisariñama, recogió muestras de vida vegetal y animal y exploró la comunicación subterránea que parece existir entre las diferentes simas, una de las cuales –Sarisariñama- tiene 400 metros de diámetro por 350 de profundidad.


LA SARRAPIA Y LA QUINA

Los sarrapiales del Caura son famosos y jugaron papel importante en la economía de la Guayana de la primera mitad del siglo veinte.  Se trata de un árbol frondoso que crece en forma silvestre.  El fruto en el cual reside su valor comercial es una legumbre ovoidea que contiene una sola semilla de la cual se extrae la Cumarina, sustancia con sabor a vainilla que se utiliza para aromatizar tabacos, perfumes, jabones y licores.  De la misma selva guayanesa, de un árbol de flores blancas, la Cuspa o Quina del Caroní, tan alto como la sarrapia, se extrae la corteza donde reside su gran valor comercial, especialmente la de color amarillenta que contiene una sustancia con principio amargo y es usada en la medicina como tónico altamente febrífugo y forma la base del Amargo Angostura.


ARIPAO

Aripao se pierde entre la fronda gigantesca de los sarrapiales del Caura.  Es, antes que El Callao, el primer pueblo negro del Estado Bolívar con la diferencia de que los primitivos negros  calloenses vinieron de las colonias inglesas y francesas de Las Antillas atraídos por el oro y los de Aripao llegaron fugitivos mucho antes, desde los mismos tiempos de la Colonia, buscando otro dorado, el de la libertad que les negaba la esclavitud impuéstale por los grandes hacendados de Demerara.  Pero a esta altura del tiempo no hacen sonar los tambores del amanecer.  Los negros enterraron la tradición de sus antepasados.  Ya no adoran al Sol ni aguardan su salida todas las mañanas para hacer sonar el tam tam de sus cilindros.  Ahora adoran al único Dios de los católicos y a su patrono San Román.


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