sábado, 18 de julio de 2015

Turismo en Guayana



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Américo Fernández

 

 

TURISMO

EN GUAYANA


 




 

ESTADO BOLIVAR

El  Estado Bolívar forma parte de la Guayana venezolana, al Sur del Orinoco, con una  superficie de 238 mil Kilómetros cuadrados, una población de millón  y medio de habitantes, incluyendo 40 mil indígenas, y una temperatura media de 28 grados C. Ciudad Bolívar al norte, tiene una media anual de 27.3, mientras que  Santa Elena de Uairén, al sur, a 910 m.s.m  alcanza 21.2 grados C.
Tres grandes paisajes  lo integran: el de las sabanas con sus montañas aisladas, que colindan con el Orinoco; el del macizo guayanés de formación precámbrica, con sus imponentes tepuyes y profundos valles por donde corren los ríos que van desembocar al Río Padre y, por último, las tierras bajas y en parte sabaneras del Yuruari.
Su sistema  hidrográfico drena hacia el Océano Atlántico por el Orinoco, primer río de Venezuela y tercero de América, alimentado por numerosos cursos en su recorrido de 2.063 Kilómetros, entre ellos, el Caroní y el Caura, ambos con el mayor reserva hidroenergética  del país.
Algunos ríos de la región son abordados en su curso por grandes desniveles que dan lugar a cascada como el Salto Ángel, considerado el más elevado del planeta y complejos raudales como los de Cachamay sobre el Caroní, estrepitosos en tiempo de lluvia.
La disponibilidad de aguas superficiales  ha sido estimada en 590.000 millones de metros cúbicos al año, más que el escurrimiento de la margen izquierda del Orinoco, lo cual hace el territorio con mayores recursos hidráulicos del país.
Una diversa vegetación de bosques y selvas de gran valor forestal comercial tiene el Estado. Así como sabanas de escasa vegetación con aislados  bosque de galerías, más la vegetación propia y exclusiva de los tepúes.
El Estado Bolívar al igual que el resto de la Guayana es una de las regiones florales más ricas y espectaculares del mundo. Desde el siglo diecinueve, especialista de distintas nacionalidades, atraídos por ese mundo enigmático, realizan expediciones de colección para elaborar la flora descriptiva de esta parte de Venezuela cuya historia comienza con el Dorado y se proyecta con la fuerza de su río y la riqueza  sus minerales de gran importancia industrial.
La fauna silvestre de la región, repartida entre sabanas y tierras altas, está representada por jaguares, venados, osos y monos; paujíes, guacamayas y tucanes; morrocoyes, tortugas y babas; morocotos, lau-lau, curbinatas, valentones, pavones y sapoaras.
Su paisaje humanizado lo refleja muy bien  la historia regional, la cual se remota desde la llegada de los conquistadores en 1532 con Diego de Ordaz y posteriormente en 1593 cuando Antonio de Berreo toma posesión de la provincia en nombre del rey Felipe II y funda el 21 de diciembre de 1595 la ciudad de Santo Tomás de la Guayana que en el siglo diecinueve (1846) cambia este nombre por el de Ciudad Bolívar, en homenaje al Libertador Simón Bolívar que asentó en ella los Poderes Supremos de la República que hicieron posible la independencia de Venezuela, Nueva Granada y Quinto.
Actualmente el Estado Bolívar es fuente de materias primas para la producción de bienes de capital. Produce el 100 por ciento del mineral de hierro del país,  el 60 por ciento de la energía hidroeléctrica y el 100 por ciento del aluminio a partir de los grandes yacimientos de bauxita en Los Pijiguaos. Posee otros recursos de importancia: oro, piedras  preciosas y minerales de carácter estratégico. Dividido en 10 municipios y 46 parroquias, su capital es Ciudad Bolívar, cuyo casco o centro urbano ha sido declarado Monumento Histórico Nacional.


LA HISTORIA Y EL TURISMO

Turismo, palabra mágica desde el punto de vista económico porque conceptúa una manera de recibir sin retribuir materialmente nada, está muy de boga en nuestros días y su importancia ha ido creciendo en la medida que los pueblos han percibido y concienciado su realidad intrínseca.
¿Qué es la historia?  Una respuesta distinta a las tantas conocidas podría ser que la historia es la cultura de los pueblos, partiendo del principio según el cual la cultura es el inventario de todo lo realizado  por el hombre y, lógicamente, todo lo realizado por el hombre tiene una historia en el sentido, esencia y forma de su transcurrir en el tiempo.
            Lo que ocurre es que en el transcurrir del hecho histórico-cultural que constantemente tiene un propósito individual o colectivo se jalonan situaciones relevantes que son como una marca indeleble en el tiempo.  Así, por ejemplo, si una ciudad en busca de un destino superior debe llevar a cabo una acción significativa  contra un adversario incomprendido y la dicha acción triunfa con grandeza, es imposible entonces que pase desapercibida.  Siempre la  recoge la letra de la historia que la convierte en monumento testimonial.
            El universo planetario está lleno de monumentos que hablan de algún hecho lejano o reciente de nítida significación dentro del contexto geo-político de una identidad determinada y suelen traducir el hecho histórico-cultural mediante simbolismos y formas de gran sensibilidad creadora que constituyen en sí un atractivo permanente para la reflexión y la contemplación.
            Los pueblos, por lo general, no vegetan ni se limitan a vivir el momento sino que  se sienten orgullosos de su historia y la sirven a propios y extraños en bandeja dorada.  Y si ese pueblo, además de monumentos, tiene paisajes físicos y naturales, costumbres y tradiciones muy particulares, clima ideal, centros de recreación y hospedajes cómodos y seguros, está hecho para el turismo.
            El Turismo, no obstante ser  ahora cuando de él tanto se habla y escribe por  lo que significa  económica, social y culturalmente, data, podríamos decir, desde los mismos tiempos  de Marco Polo en el siglo trece.  ¿Quién no ha oído hablar o leído de Marco Polo?  Para mí que fue el primer gran turista del universo. Un viajero famoso, famoso por el hecho de haber sido el primer viajero occidental que llegó a regiones del continente asiático que no habían sido visitadas por europeos antes que él, y sobre todo porque fue el primero que dejó una relación escrita de los lugares que visitó y sus impresiones y relatos cautivaron a otros potenciales viajeros deseosos de impactarse con lo maravilloso desconocido.
            El grand tourd de la aristocracia británica a Europa en el siglo dieciocho y los viajes por África en el siglo diecinueve del médico y misionero belga  David Livingstone, son ejemplos del turismo de los primeros tiempos.
            Sus relatos e impresiones de lugares desconocidos y de grandes atractivos culturales y naturales suscitaron en quienes podían hacerlo, el deseo de ausentarse para encontrar y vivir la emoción de lo desconocido.  Quien viaja, siempre tiene algo importante que contar de la mejor manera posible.  Muchos lo hacen a través de la literatura y eso fue lo que hicieron relevantes figuras  como Rousseau, Goethe, Balzac, Duma, Lord Byron, Víctor Hugo, Dickens, Tolstoi, cuando viajaron a Suiza y contaron y cantaron las bellezas de sus montañas.   Hoy día Suiza es la cuna del turismo y centenares de alpinistas viajan todos los años a emular a Jacques Balmat escalando la cumbre del Mont-Blanc o las gargantas escarpadas de sus montañas y picos de formas puntiagudas.
            Se dice que la palabra la importamos de Inglaterra.  De Inglaterra también nos vino la revolución industrial y asimismo la Carta Magna de Juan sin Tierra, origen de las instituciones liberales, de manera que no debe sorprendernos.  Por algo la Constitución de Angostura propuesta por el Libertador Simón Bolívar tenía mucho del sistema de gobierno anglosajón y numerosos británicos e irlandeses siguieron su causa hasta el punto de pelear y ofrendar sus vidas en Boyacá y Carabobo.
            De distintas maneras se ha definido, pero la Academia Internacional de Turismo prefirió acogerse a ésta: “Turismo es viajar una persona por su gusto, alejándose de su domicilio más de 24 horas” y por ella premió a su autor con 50 mil francos  y una semana de estancia en Montecarlo.
            Y es muy cierto, sólo que el gusto de viajar responde a innumerables deseos: deseo de admirar las bellezas naturales, deseo de ejercicios al aire libre,  deseo de conocer monumentos históricos, costumbres y tradiciones de otras regiones, en fin, deseo de  descansar y de romper con la monotonía del trabajo.
            Se puede viajar solo, en pareja o en grupos organizados. Los tours organizados están de modo y resulta la mejor forma económica de hacer turismo.  Dicen las crónicas que la idea se le prendió originalmente a Thomas Cook, un hombre de ocurrencias felices como cualquier otro. Al parecer fue quien tuvo la iniciativa de hacerlo por primera vez transportando turistas  en 1841  a bordo de un tren alquilado de Loughborough a Leicester  Ahora son agencias especializadas las que ofrecen viajes organizados que incluyen transporte, alojamiento y demás servicios en un precio global, lo cual  posibilita los viajes al extranjero a  grupos cada vez más crecientes.  El paquete o viaje organizado ha democratizado los tours y las vacaciones en el extranjero han dejado de ser un privilegio de las clases sociales acomodadas.
            Además del turismo propiamente, existe también un importante mercado de turismo de negocios.  Los viajeros por negocios utilizan el transporte, el alojamiento y los mismos servicios que el viajero que va de vacaciones.  Esta realidad ha dado lugar  al desarrollo de  un sub-mercado especializado referido a convenciones, congresos, exposiciones para lo cual las ciudades que explotan el turismo han venido realizando instalaciones apropiadas.  Se estima que este mercado genera unos 100.000 millones de dólares en ingresos al año en el mundo.
            La importancia del turismo como entrada de divisas se ve con claridad en países como la India y Tailandia, donde el turismo es la primera fuente de ingresos y no se diga de España, donde el turismo tiene una importancia económica de primera magnitud dada por la visita de unos cincuenta millones de turistas anualmente.
            Pero si bien el turismo tiene un impacto económico de importancia, también tiene otro negativo que es el del impacto en las sociedades y en el medio ambiente.  Margarita, por lo más cercano, sería el mejor ejemplo, donde el impacto social y ambiental es cada vez más evidente.
Algunos factores que se consideran negativos son la excesiva ocupación de las playas y la mala planificación de los lugares de temporadas.  Hoy en razón de ello se habla del turismo sustentable el cual puede definirse como “un proceso que permite que se produzca el desarrollo sin degradar o agotar los recursos que posibilitan ese desarrollo”.  Lo sostenible en turismo como concepto, se define como “eco-turismo”, “turismo verde” o “turismo responsable  Hoy preocupa mucho el uso turístico de los parques como  Canaima, por ejemplo, patrimonio de la humanidad, donde la contaminación sónica y minera han afectado seriamente la avifauna y las etnias.
Quizás el turismo menos problemático desde el punto de vista ambiental sea el histórico porque es un turismo de contemplación, reflexión y aprendizaje, distinto al turismo de playa y de selva  más activo y expuesto a la degradación y contaminación.  Pero las ciudades  ricas en monumentos y sitios históricos, generalmente lo ofrecen como un atractivo más de un conjunto de valores artísticos, culturales y paisajísticos.  Es el caso de España con sus monumentos romanos, góticos o árabes; de la Italia artística y monumental, de la Francia antigua y moderna o más cerca, Cundinamarca, para no hablar de Venezuela, el país de la eterna primavera para los europeos  asediados por el frío.
Cundinamarca, a la que estuvo vinculada Angostura cuando fue ciudad clave en la etapa final de la guerra de independencia, cuenta anualmente con una importante corriente turística atraída por sus monumentos históricos, parques, iglesias, museos, el cerro de Monserrate y la famosa catedral subterránea de sal de Zipaquirá, la más grandes de esta naturaleza en el mundo, con una profundidad de 158 metros bajo tierra, capaz de albergar cerca de tres mil feligreses.  Así mismo son de interés las poblaciones coloniales de Guatavita, donde se creía que estaba El Dorado, los balnearios de Melgar y Villeta, las lagunas y salto de Tequendama.
Ciudad Bolívar, tanto como  Cundinamarca, dispone de valores similares y hasta superiores, pero no cuenta con una corriente turística igual, acaso porque sus administradores, generalmente políticos, carecen de cualidades gerenciales además de pecar de ignorantes de la realidad histórica de la ciudad.  Para administrar a una ciudad hay que conocer sus raíces y evolución histórica frente a los fenómenos que la circundan.
Ciudad Bolívar no es la misma de ayer.  Es otra frente al surgimiento de Ciudad Guayana como centro energético e industrial, por lo que tiene que plantearse un nuevo papel dentro del contexto global del desarrollo que dada su realidad no puede ser otro que el de generar una economía terciaria, complementaria con la de Ciudad Guayana, lo que no significa que no pueda tener una pequeña y mediana industria.  Pero disponiendo de recursos turísticos invalorables deben sus administradores gestionar el fortalecimiento de esas líneas.
Aparte de que es la capital legendaria, asiento de los poderes públicos y del comando militar regional, tiene un gran frente de agua, museos, núcleos universitarios, y un centro urbano que guarda relación con la misma historia nacional y de otros países  vecinos.  Pero no sólo es eso, sino que ese casco urbano, desde el punto de vista de su morfología y tipología, reviste una importancia social y cultural interesante para propios y extraños, especialmente para los profesionales de la arquitectura y el arte en general.
Son valores que pueden orientarse de lleno al turismo o insertarse dentro del conjunto que tiene como emblema el Parque Canaima, recientemente declarado monumento natural de la humanidad y lo que particularmente encierra, me refiero al Salto Ángel, los tepuyes y otros valores propios de una geología precámbrica.
La Historia como atractivo turístico representado en la memoria de sus edificaciones, calles, plazas, fortalezas, museos y conjunto urbano arquitectónico como es el caso de Ciudad Bolívar, tiene una indudable importancia dentro de la concepción turística de nuestros días y complementada con otros valores culturales y paisajísticos puede ser productos de exportación.  La “exportación invisible” suele llamarse al turismo porque a cambio de muchas divisas sólo saca hacia fuera  emociones, impresiones gratas y conocimientos.  Pero el turismo, cualquiera que sean sus atractivos, no sólo se fomenta con vista a lo internacional sino que local, regional y nacionalmente rinde provechosos dividendos.


CIUDAD BOLÍVAR HISTÓRICA

La antigua Santo Tomás de la Guayana, fundada por don Antonio de Berrío (1595) allá en el Bajo Orinoco, reinició su vida con el nombre de Angostura unas cuantas leguas aguas arriba, donde el río se abraza con la Piedra del Medio.
            Aquí junto al río, resguardada de piratas y corsarios, la repuso el colonizador Joaquín Moreno de Mendoza, en 1764. Desde entonces la capital de la provincia de Guayana es estable. Creció y se hizo tan grande que llegó a ser, además de capital de la provincia, capital de Venezuela y de la Gran Colombia.
            La inmensidad de Guayana y de su ingente riqueza natural respiraba por el puerto fluvial de Angostura, siempre animado, siempre lleno de velas, de chimeneas y esperanzas viajeras.
            El colonizador cuidó de que la ciudad fuese, no obstante su empinada y accidentada topografía, trazada en forma de damero, lo que la ha hecho encantadoramente atractiva.
            En ella vivieron Alejandro de Humboldt, Amadeo  Bonplant y grandes hombres de la nacionalidad: Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Francisco Antonio Zea, Fernando Peñalver, Juan Germán Roscio, Manuel Palacio Fajardo, Carlos Soublette, Luis Brión, Santiago Mariño, Rafael Urdaneta, José Francisco Bermúdez, Manuel Cedeño, Juan Bautista Arismendi,  Tomás de Heres, José Tomás Machado, Ascensión Farreras, Ramón Contasti, Bibiano Vidal, Eusebio Afanador, Juan Vicente Cardozo, Miguel Aristeguieta,  Juan Benjamín Teófilo Siegert, Juan Montes y Manuel Piar, entre otros.
            Para la época en que los libertadores vivieron en ella, la ciudad erigida sobre una colina, contaba con unas 5 mil almas, 13 calles (La Muralla, calle Mayor, de la Laguna, San Antonio, El Rosario, calle del Gobierno, la Paciencia, Calle Nueva, Calle Espejo, San Cristóbal, Babilonia, La Tumbazón, la Alameda y 4 arrabales (El Retumbo, Temblador, El Zanjón y La Sapoara).
            En lo alto de la colina había un Fuerte y la base era la calle mayor que seguía la margen del Orinoco por la marca de las aguas altas.  Cerca del vértice de la colina se hallaba la Plaza, de la cual partían siete calles colina abajo, cruzada por avenidas paralelas que terminaban cerca de la ribera.
            Eric Lambert en su libro “Voluntarios Británicos e Irlandeses en la Gesta Bolivariana” la describe así, basado en relatos de varios legionarios: “En la cumbre del cerro había un pequeño fuerte, debajo del cual se veía un pintoresco convento que se había convertido en hospital.  La plaza empedrada estaba flaqueada en su lado más alto por la Casa de la Guardia y prisiones y cuarteles militares, mientras que la Casa de Gobierno dominaba el lado más bajo.  Entre las otras edificaciones estaban el Palacio Episcopal, una Capilla y la Vicaría, la Magistratura, algunas oficinas y tres casas particulares.
            “Más abajo del río estaban la Aduana y la Alameda, paseo que tomaba su nombre de algunos hermosos álamos viejos y unas cuantas mansiones propiedad de acaudalados funcionarios y comerciantes, que pronto fueron ocupados por el Almirante y el Jefe del Estado Mayor.  El Gobernador patriota se instaló en el Palacio Episcopal y Bolívar se mudó a la Casa de Gobierno.
            “Bordeando la calle mayor había algunas casas de piedra, unas tiendas y una taberna con billar y mesas de juego, donde la cerveza oscura tenía fama de excelente.  En el extremo oeste de la ciudad estaban las casas de los pobres, hechas casi todas de bahareque.
            “Angostura estaba construida donde el río se estrecha, y de ahí proviene su nombre.  El clima podía ser caluroso y pegajoso pero como solía haber brisa ribereña las noches eran frescas, aunque las temperaturas diurnas rondaban los cuarenta grados”
El explorador Francisco Michelena y Rojas cuando visitó la ciudad de Angostura en 1856 la describió como un anfiteatro y comenzando el siglo veinte, el escritor Rufino Blanco Fombona la vio bajo la bruma del amanecer semejante a una ciudad árabe acurrucada sobre unas rocas.
            Para la escritora Iginia Bartolomé de Álamo, esta ciudad del río tenía cierto aire a la española de Quintanar de la Sierra donde las calles suben y bajan por todos lados, y la ondulación se comunica a techos y azoteas.
            Ciudad sorprendente que rompe a cada instante con la monotonía de las modernas ciudades tiradas a cordel. Casas de balcones sin tener dos pisos, grandes muros, y viviendas que parecen fortalezas circundadas como están de barrancos y peñones.
            La escritora la llamaba Ciudad de las azoteas porque casi todas las casas rematan en esta forma. Azoteas españolas de ladrillos, fuertes, sólidas, y así las paredes y la construcción. Fachadas imponentes, severas, pesadas, con grandes ventanales y balcones corridos. Fachadas austeras y firmes que hablan de los tiempos en que se fabricaba con calma, a conciencia, sin apuros ni apremios, porque la vida era lenta, tranquila, reposada y con toda parsimonia podían fabricarse paredes de más de medio metro de espesor así como ventanas, puertas y barandales con talladuras minuciosas; fachadas barrocas con el amontonamiento de adornos. Molduras y pisos sembrados de huesos o de diminutos ladrillos en caprichosas combinaciones.
            La ciudad de las azoteas era entonces el casco urbano o lo que hoy conocemos como Centro Histórico porque a ese perímetro de 67 hectáreas se reducía densamente la ciudad hasta  muy avanzado el siglo veinte.  Después de construida la avenida Táchira en 1939, Ciudad Bolívar comenzó a escaparse aceleradamente hacia a las afueras en busca de grandes espacios planos, al punto de estar su desarrollo urbano para hoy de acuerdo con proyecciones recientes, cubriendo 5.235 hectáreas, con una población de 400 mil habitantes.


TURISMO EN EL ESTADO BOLÍVAR


El Turismo de los primeros tiempos en el Estado Bolívar se constreñía a excursiones y paseos cortos en barco de vapor, limitados a parajes del Orinoco cercanos a Ciudad Bolívar. Los viajes de descanso y recreación más prolongados tenían como destino Trinidad y otras islas de Las Antillas.
            Sitios pintorescos para la recreación y el descanso eran el Cerro de El Zamuro a donde los fines de semana los citadinos iban en romería a disfrutar el paisaje del río y la ciudad; el  San Rafael, llamado el bisnieto del Orinoco, entonces al riachuelo  lo protegía una acogedora fronda de mereyes, hicacos y pomarrosas asediados por chicharras y pájaros cantores como el cristofué y  La Mariquita, uno de los parajes naturales más sugestivos de la ciudad, donde los franceses Jean Chaffanjon y Augusto Marisot, en busca de las fuentes del Orinoco, dijeron en 1886 haber pasado los mejores días durante su estada en Ciudad Bolívar. El domingo 10 de agosto de 1913 se inauguraron hacia el sitio paseos con dos camiones acondicionados para tal fin por el carpintero Francisco Villegas.
            Los paseos por el río Orinoco en barcos de vapor y chapaletas se limitaban a las Bocas de Marhuanta y La Peña.  Uno de esos paseos lo aprovechó el Presidente de la República, General Cipriano Castro, en el curso de una visita a Ciudad Bolívar durante los días comprendidos del 29 de abril al 3 de marzo de 1905.  A bordo de los vapores “Delta” y “Apure”, embarcaron entonces unas 800 personas.  El paseo fue hasta las bocas del río Marhuanta, a dos leguas de Ciudad Bolívar.  Los barcos anclaron después en La Peña donde  Pedro Mariño tenía un precursor de los hoy conocidos Paradores Turísticos.  Allí hubo una ternera que terminó a las tres de la tarde cuando Cipriano Castro regresó para estar presente en los toros coleados en una improvisada Manga construida en La Alameda.  Finalmente el Presidente montó a caballo y se puso a trotar por los alrededores de la ciudad.
            Los bolivarenses podían hacer turismo en cualquiera de sus modalidades utilizando de manera individual las unidades ordinarias de carga y pasajeros de la Compañía de Vapores La Estrella Roja, la Orinoco Steamship Company y la Compañía de Navegación Fluvial y Costanera de Venezuela transformada después en la Venezolana de Navegación que desde Ciudad Bolívar, el puerto fluvial más importante del Orinoco, cubría una línea fluvial y marítima que comprendía Trinidad, Cumaná, Margarita, Barcelona, La Guaira, Las Antillas y se extendía hasta el Apure, el Meta, Portuguesa, el Gujaviare, Barinas y muchos otros puertos intermedios.  Asimismo,   The Welcome Steamship que servía la ruta Ciudad Bolívar – La Guaira con escalas en Barrancas, Trinidad, Demerara, Maroni, Cayena, Carúpano, Pampatar, Cumaná y Guanta.
            Pero el verdadero turismo comenzó a tomar forma cuando en 1937, la Venezolana de Navegación adquirió la nave Trinidad, que superó en muchos aspectos a los barcos que hasta entonces cubrían la ruta fluvial.  El Trinidad tenía un camarote de lujo, cuatro especiales y trece más para el pasaje de primera con capacidad total de cincuenta cupos y seis camarotes de segunda para veinte personas..
            Este barco adquirido para cubrir la ruta Trinidad-Ciudad Bolívar desplazaba 970 toneladas brutas y desarrollaba una velocidad de diez y media millas por hora con un calado de nueve pies.  Tenía además comedor de primera, salón para baile, salón para fumar y era comandado por el capitán Chity Pardo.
            Con el paso de los años esos viajes y paseos turísticos muy individuales y espontáneos fueron  decreciendo en la medida que la navegación como la actividad fabril se desplazaba de la ciudad hacia la zona del hierro.
            El turismo organizado propiamente se inicia en el Estado Bolívar en los años cincuenta con el Capitán Charles Baughan, quien luego de construir campamento y aeródromo, inició el Turismo en Canaima desde Maiquetía con escala en Ciudad Bolívar.  Cobraba 450 bolívares por persona incluyendo hospedaje de dos días. Boughan pereció en accidente aéreo el 4 de febrero de 1956 ocurrido al estrellar el avión YV-C-LBK que pilotaba contra la montaña de Cayapa, Barlovento, en tránsito hacia Canaima con diez turistas norteamericanos.  Él y su esposa  Mary fueron sepultados frente al Salto Hacha, al lado del norteamericano John Bryan, quien había naufragado el año anterior en la Laguna de Canaima.  El campamento turístico de Charles Boughan continuó desarrollándolo la Línea Aérea Avensa bajo la figura mercantil de Hortuvensa.
            De manera que sucesor de Charles Baughan en la tarea del turismo selvático fue la empresa Hortuvensa, pero también, individualmente en el paraje de Ucaima, el holandés Rudy Truffino.
Dos casas de piedra argamasadas con cemento y arena fueron construidas con vista casi perfecta al Salto Ángel que como larga caballera espumosa se desprende un kilómetro de altura en línea vertical desde la pluviosa meseta del Auyantepuy, en la Gran sabana.
            Las construyó un veterinario holandés que adquirió la nacionalidad venezolana tras cumplir veinte años, internado en aquella zona constituida en el mayor atractivo turístico de Venezuela.
            Rudy Truffino tenía un campamento el solo donde hospedaba a turistas que previamente contrataban excursiones hasta el Salto Ángel.  Realizaba en tiempo de verano hasta doce viajes al año con no más de seis personas y en cada uno de sus viajes fue poniendo piedra sobre piedra hasta ver culminados sus esfuerzos en dos casas que conjugan con el ambiente edénico de la zona.
            El propio Rudy Truffino, hombre magro, rubio, de 47 años, nos lo contó cuando en el aeropuerto de Ciudad Bolívar aguardaba la llegada de tres botánicos norteamericanos que le pidieron los llevara a pasar varios días sobre la Meseta del Auyantepuy para recoger muestras de especies botánicas desconocidas.
            Con ayuda de los Pemón abrió caminos para escalar el Auyantepuy y el último que abrió lo estrenó con el grupo de botánicos.  La excursión la solía cumplir en 5 o 6 días desde el Campamento Ucaima situado a 2 kilómetros de la Laguna de Canaima, hasta el Santo Ángel.  Cobraba 1.500 bolívares por cada persona de un grupo no mayor de seis y más si el grupo era inferior.
            Ucaima también era de Charles Baughan, y allí se instaló Truffino como un gran Señor de la selva.  Aquí vivía feliz con Gertrudis, austriaca orfebre de 36 años que vino como turista y se enamoró de él y con ella tuvo tres indias rubias bautizadas en la Misión de Kamarata.
            En cuanto al Campamento de Boughan, éste fue transformándose progresivamente en toda una estructura turística al borde de la laguna de arenas doradas y morichales sumergidos con cómodos hospedajes, restaurante, mirador y pista para aviones jet de gran capacidad cubriendo casi a diario la ruta Maiquetía-Ciudad Bolívar-Canaima.  Los aviones pernotaban en Ciudad Bolívar con su carga de turistas que podían durante la corta estada disfrutar del paisaje del río y de la ciudad histórica.
            El ochenta por ciento de los turistas que los aviones de Avensa transportaban a Canaima y transportan ahora sustituyendo la escala de Ciudad Bolívar por Ciudad Guayana, son extranjeros.  De  3.200 turistas que los aviones de Avensa transportan mensualmente a Canaima, 640 son venezolanos y el resto procedente de otros países, especialmente de Europa y de los Estados Unidos.  Todos ellos vienen dentro de los propios tours organizados de Hortuvensa, pero dentro de la propia estructura socio – económica de Canaima operan otros servicios de excursiones por río y selva hasta el  pie del Salto Ángel e islas de las orquídeas y saltos de Yuri.
            Dada la afluencia cada año mayor de turistas hacia la Gran Sabana y ofertas para instalar campamentos en otros parajes distintos a Canaima, el Gobierno Regional propuso (1964) en la VI Convención Nacional de Gobernadores y así fue acordado, declarar a Guayana “Zona Piloto del Turismo Selvático” y en las dos últimas Convenciones Nacionales de Turismo fueron presentados diferentes proyectos para un desarrollo turístico por etapas de zonas selváticas del sureste del Estado Bolívar con vista a convertir la Guayana en el Puntal No. 3 de la atracción turística internacional.
            El Estado Bolívar solía estar presente desde 1962 en las Convenciones Nacionales de Turismo a través de Comisiones que en su oportunidad nombraba la Gobernación del Estado con carácter ad honoren y en las que nunca dejó de faltar una mujer emprendedora: Malvina Rosales.
En tiempos de los Gobernadores Eduardo Oxford Arias y Manuel Garrido Mendoza (quinquenio constitucional 1969-1974), impulsada desde la Asamblea Legislativa presidida por el diputado Róger González, se oficializó de manera permanente la Comisión Regional de Turismo con miras a reformar la Ley de Régimen Político del Estado e incorporarla como una Dirección más del Poder Ejecutivo.  Mientas tanto se la dotó de una oficina con personal y presupuesto bajo la responsabilidad de Luis Vicente Guzmán, quien adoptó como lema de sus promociones publicitarias “Guayana donde el Sol nunca se pone sobre el placer”.
En la Novena Convención Nacional de Turismo realizada en Coro a fines de 1970, el Estado Bolívar estuvo representado por Luis Vicente Guzmán y Trinín Salicetti de Arismendi, quienes  lograron que Guayana fuera considerada área prioritaria en el Plan Nacional de Turismo Integral 1970-1974.
El Plan determinó prioritario para el turismo nacional e internacional la región de Guayana junto con el Litoral Central y el Litoral Oriental.  Las prioridades se establecieron en razón de los programas y realizaciones relativas a infraestructuras, instalaciones receptoras y servicios necesarios para el desarrollo de una economía turística
La Convención Nacional de Coro acogió y recomendó, por otra parte,  la ponencia llevada por la delegación sobre el Río Orinoco como factor turístico y fue elevada a los organismos rectores del turismo, Ministerio de Fomento, CVF y Conahotu.
Entonces se debatía el rol que debía jugar Ciudad Bolívar frente al desarrollo vertiginoso de Ciudad Guayana como centro industrial, minero  y energético.  Se realizaron foros y hubo un acuerdo entre la CVG, el Gobierno Regional y Nacional para fortalecer la Capital bolivarense atendiendo a su naturaleza de centro administrativo y el turismo surgió  como un renglón importante de su economía que debía tomarse en cuenta dada la importancia histórico de su casco urbano y su gran frente de agua el Orinoco.
            A objeto de imprimirle mayor impulso a la actividad turística en la región. A partir de la Comisión Regional de turismo, el Gobierno trató crear y estimular proyectos museísticos.  Surgieron entonces el Museo de Arte Moderno Jesús Soto, el Museo de Ciudad Bolívar en la Casa del Correo del Orinoco, el Museo Geológico y Minero y el Museo de Ciencias aún no materializado por falta de continuidad administrativa, pero existe el proyecto elaborado por el doctor Eduardo Jahn y el terreno cedido por la Cervecería de Caracas a un precio simbólico.
El Gobernador Garrido Mendoza desde la Comisión Regional de Turismo trabajó por la exaltación y preservación de los valores culturales, folklóricos y musicales.  Dio pábulo a “Los Gaiteros de la Plaza Miranda” para transformarse con su primer disco editado en 1971 en el conjunto Serenata Guayanesa que trascendió nacional e internacionalmente.  Fue precisamente la Comisión Regional de Turismo, conjuntamente con la AVP, en la Casa del Periodista, auspiciante del primer homenaje público al conjunto tras sus exitosas presentaciones en Caracas.  Lo igual ocurrió con  Calipso de El Callao que empezó una gira por  Maracay con la comparsa de la Negra Isidoro y en enero de 1976 en la Feria de San Cristóbal con una comparsa de  156 personas.
Su sucesor el doctor Domingo Álvarez Rodríguez a objeto de estimular el turismo hacia la Gran Sabana, la cual ya se hallaba comunicada con  una carretera cuya construcción duro veinte años a la vez que seguir incorporando la ciudad capital al disfrute de esta economía terciaria,  prolongó el Paseo Orinoco por la parte oriental, saneó para convertirla en Parque la Laguna del Porvenir, restauró la Casa del Congreso de Angostura,  construyó el 80 por ciento de las obras de infraestructura de Santa Elena de Uairén e hizo  el intento de comunicar a Canaima por carretera.
Para completar este gran impulso de arranque el Gobernador siguiente, economista Roberto Arreaza Contasti promulgó el 23 de diciembre de 1975 la reforma de la Ley de Régimen Político para crear propiamente la Dirección de Turismo, toda vez que la Comisión Regional era una figura no contemplada en la ley.
De acuerdo con esta ley, corresponde a la Dirección de Turismo 1º. Estudiar, desarrollar y fomentar las actividades turísticas en general y, muy especialmente, aquellas que pretendan al mayor beneficio cultural, económico y social de la región. 2º El estudio y promoción de proyectos y planes turísticos 3º. La clasificación y valoración de los recursos que conforman  el potencial turístico del Estado. 4º. La declaración y dotación de las zonas reservadas al turismo y la determinación a tal fin de los valores arqueológicos, históricos y folklóricos del Estado, previa aprobación del Gobernador. 5º. Sugerir al Ejecutivo del Estado la promulgación de las normas legales tendientes al desarrollo y protección del turismo como industria y a la clasificación y organización de las actividades conexas a ésta. 6º. Todas aquellas actividades desarrolladas por Organismos del Estado que están encaminadas al fomento y realización de ferias y carnavales en la Entidad pasarán a depender de la Dirección de Turismo. 7º Coordinar de la manera más eficiente las iniciativas oficiales y privadas para poner en vigencia las medidas necesarias para el incremento y desarrollo del Turismo en el Estado. 8º. Proponer al Ejecutivo Nacional y Regional la adopción de las medidas que tiendan a incrementar y fomentar el turismo en el Estado, así como mantener estrechas y constantes relaciones con los organismos oficiales y privados en pro de esta industria. 9º Las diferentes Direcciones del Ejecutivo del Estado están obligadas a colaborar, dentro de sus posibilidades, con la Dirección de Turismo a fin de un mejor cumplimiento de sus funciones. 10º Crear las bases que permitan conocer con exactitud las necesidades, posibilidades y recursos para incrementar, fomentar y desarrollar el turismo en la Entidad. 11º. Todas aquellas actividades que le señalen las Leyes y Reglamentos.
El aprovechamiento turístico del Río Orinoco también estuvo entre sus enfoques y en la  X Convención Nacional de Turismo realizado en Valencia, instó al Ministerio de Fomento y Conahotu, buscar mecanismos legales y recursos económicos para tal fin
El 27 de septiembre de 1980 fue adoptado y celebrado desde entones el Día Mundial del Turismo.  La adopción fue hecha por la Tercera reunión de la Asamblea General de la Organización Mundial del Turismo realizada en España en el mismo día y mes  pero de 1979.  La fecha corresponde al final de la temporada turística del hemisferio norte y el comienzo de la misma en el hemisferio sur.  En Venezuela, por ser país de “eterna primavera” hay turismo todo el año y concentrado fundamentalmente en la Isla de Margarita, Puerto La Cruz, Mérida y Guayana.
            En 1991, se jerarquizó la Dirección Regional de Turismo mediante un Decreto del Ejecutivo Estadal, para compensar una falla de la Ley Nacional de Turismo que no contemplaba sanciones para aquellos que de alguna manera perjudican esta actividad, y más tarde el 10 de junio de 1994 se promulgó la Ley de Turismo del Estado Bolívar, sancionada por la Asamblea Legislativa y la cual declara de utilidad pública y de interés general las actividades dirigidas a la orientación, planificación, fomento, coordinación y control del turismo, así como los actos tendentes a la conservación, defensa y aprovechamiento del ambiente, los recursos naturales, históricos, culturales y recreativos, que tengan significación turística.
            Es evidente el trabajo en función de una base legal como de una infraestructura receptora de la oferta turística del Estado que abarca Hoteles, Paradores, Parques recreacionales, convenios interinstitucionales para la formación del recurso humano, incorporación de las comunidades indígenas en el turismo de selva, Brigada especial de policía turística, organización de la artesanía autóctona.
            La proyección debe fortalecerse y mantenerse mediante un Plan Rector, con inversiones bien dirigidas y estimulando e interesando al sector privado de manera efectiva. El Estado cuenta con 572 atractivos turísticos que estimulan esta actividad a nivel nacional e internacional, entre los cuales destacan el propio Orinoco, Canaima, el Salto Ángel, Cachamay, La Llovizna, Sari-sariñama, Gran Sabana, represas Guri y Macagua, Los Museos, Casco Histórico de Ciudad Bolívar, sobre los cuales debe afincarse todo política y gestión de proyección.

USO TURÍSTICO DEL ORINOCO

            Entre los usos múltiples que se le pueden dar al Orinoco dentro de un contexto de aprovechamiento integral, está evidentemente el turístico, posiblemente, el más sano y mayormente vinculado con protección y conservación.
            No sabemos si en alguna Convención de Turismo se ha planteado o estudiado nuestro gran río como atractivo de ingentes posibilidades. Lo cierto es que si ha ocurrido, muy poco en cuenta se ha tenido, pues el Orinoco como en determinada  ocasión memorable expresara el profesor Reyes Baena, “ni siquiera como río de los crepúsculos espectaculares ha podido servir, porque ninguno de nuestros pintores ha querido, no ha sabido, no ha podido recoger el lenguaje del río pintado en el cielo vespertino, ni el idioma de la nube cuando conversa con él”. Quienes hayan recorrido el Orinoco desde el Delta hasta su nacimiento o un trecho mesurado, saben de esta realidad nunca aprovechada en forma organizada.
            Tal vez hoy cuando los desfases y errores en nuestra economía mono-productiva nos perfilan como un país barato para el turista, especialmente para quien viaja con dólares en su faltriquera, vemos la necesidad de sumar el Orinoco a nuestro único atractivo turístico que planificadamente se explota: Canaima.
            El Orinoco ya de por sí sólo es un espectáculo y una aventura excitante su caudal explorado y navegado, sus accidentes geológicos, su entorno geográfico, y si a ello agregamos sus usos en desarrollo, las leyendas de Amalivaca, los relatos de la conquista, la historia de los piratas y de su largo descubrimiento, el paisaje exuberante, el modo de vida y cultura de su población autóctona, sus grandes afluentes, los raudales del infierno, el Torno, Atures, Maipures y tantos otros, los grandes Saltos de Agua como el Yatajé al norte de San Juan de Manapiare, los Tepuyes como el Autana, el Duida, el Guachamacari y el Marahuaca la selva inescrutable y misteriosa, los sinuosos y monumentales afloramiento del Escudo, los playones y lagunas marginales, en fin, la fauna y la a avifauna llenando de cantos y colores el paisaje, complementado con el disfrute del deporte y la pesca realmente no habría alternativa venezolana turísticamente mas fascinante.
            Ernestina Decán Manosalva y Jesús Morales, ambos técnicos y con cursos superiores en turismo, entendían y estaban conscientes de esta realidad a la cual le daban prioridad dentro de su esquema de trabajo cuando ambos trabajaban para la Dirección de Turismo entre 1975-77.  Al efecto, adelantaron conversaciones y  diseños para el proyecto de una primera infraestructura básica orientada a la explotación del recurso turístico del Orinoco: un Puerto Fluvial Turístico localizado en la zona comprendida entre el Club Náutico y el mercado de la Sapoara, parecido quizá a la estructura del Club Náutico del Caroní, provista de una flota de lanchas para excursiones largas y cortas, servicio de combustible y elementos de navegación menor, planta de hielo, tiendas de comestibles, artesanía, subvenir, trajes de baño, material fotográfico, salvavidas y guías.             El programa se definió con la Dirección de Obras Públicas del Estado y Corpoturismo, sobre la premisa de un puerto sencillo y cómodo, nada suntuoso, que permitiera el desarrollo de un recurso recreativo de tipo urbano para recorridos cortos por el Orinoco hasta islas y pueblos cercanos a la ciudad capital.
            Por supuesto que en cada punto, playa o paraje del río que tuviese valor recreativo y contemplativo se establecería un Parador. Sería una especie de red circuito para paseos cortos. Las excursiones largas aparcarían otro aspecto del programa que recibiría estímulo y asistencia por parte del Estado a través de Corpoturismo. En ese sentido y paralelamente con el proyecto de infraestructura estarían en proceso de formación empresas populares con sede en Ciudad Bolívar y Ciudad Guayana.
            Una de esas empresas era la de César Khazén, directivo del Club Náutico Orinoco, que contaba con cuatro unidades fluviales equipadas para excursiones cortas y largas que iban desde una simple visita a los viejos Castillos de Guayana hasta la de un safari de pesca en los caños del Delta orinoqueño o en las lagunas o meandros del Río Caura.
            Esta era la primera empresa turística fluvial de la zona que después concibió el proyecto de hacer excursiones de Puerto Ordaz a Ciudad Bolívar, al Salto La Llovizna, Zona Industrial, Isla Fajardo, y de Puerto Ordaz a al Isla Guiniquima en el Delta. Para lo cual disponía de cuatro peñeros de 25 pies con capacidad para 20 personas, fabricados por la Yamaha Fibra de San Cristóbal y un muelle flotante instalado en el Caroní en le sector correspondiente al Hotel Intercontinental para facilidades de los turistas alojados en ese hotel.
Al igual que en Falcón, en Guayana el Ministerio de Ambiente estudió junto con Turismo la posibilidad de declarar un “Santuario de la Fauna” para continuar, toda vez que existe una veda desde los años 1960 protegiendo la Tortuga Arrau, un recurso que estaba en vías de extinción al igual que el venado, el pavón, el morrocoy, y otras especies debido a la forma irracional como se venía explotando.
            Lo cierto es que existe una real relación del turismo con la fauna y la flora, en síntesis, con el paisaje integral, puesto que la actividad turística significa en buena medida contemplación y disfrute de esos elementos de la naturaleza y si nosotros no colaboramos para que se mantengan, corremos el riesgo de perder esos atractivos que además son vitales par el ser humano. Que turista se perdería el hermoso espectáculo de la tortuga concentradas en la Isla Pararuma, y en otras situadas entre los raudales de Atures y la desembocadura del Apure en el Orinoco.
            Como se sabe, en el período de aguas bajas, entre los meses de febrero, y mayo la tortuga arrau deposita sus huevos en las arenosas playas. Pasan uno o varios días tomando el Sol en el lugar del desove y después regresan al río al caer la tarde. Reaparecen en la noche y comienzan a excavar hasta lograr hoyos de unos 80 centímetros de profundidad. Allí depositan entre 80 y 120 huevos que dan lugar a los tortuguillas en el lapso de 47 días. A las tortugas debilitadas por la insolación y la aglomeración hay que ayudarlas muchas veces a regresar al río al igual que a los tortuguillas constantemente asediados por aves y animales depredadores. Todo ello conforma un espectáculo indescriptible digno de la mayor contemplación que debería tratarse como un recurso favorable a la actividad turística.
            En ese tiempo la Dirección de Turismo, conjuntamente con la Promotora de Desarrollo Urbano (Produzca) y el Concejo Municipal estuvieron trabajando para rescatar desde el punto de vista recreativo y de saneamiento integrales las áreas recreativas inmediatas al río como es el caso de los malecones de Ciudad Bolívar y San Félix.
            La CVG en la ocasión definió un proyecto sobre esa importante área de San Félix y, en Ciudad Bolívar, aunque el Paseo está construido, solo restaba terminar la ejecución del proyecto de su prolongación que abarca las lagunas del Medio y Los Francos hasta Los Coquitos, para planificar su incorporación al pleno disfrute de la ciudadanía y del visitante en virtud de ser la zona  socialmente más neurálgica de al ciudad.
            Desde entonces está planteada la necesidad de reubicar a los buhoneros y vendedores ambulantes, darle su debido uso al espacio peatonal, crear fuentes de soda al aire libre y concebir un quiosco tipo para la venta de libros, revistas y periódicos, activarlo con programas culturales de fin de semana reviviendo las tradicionales retretas populares, permitiendo exposiciones de pintura y trabajos de artesanía, montando teatro de comida, títeres y los más variados fuegos juveniles e infantiles y todo ello dentro de la protección civil requerida par evitar excesos y daños a la propia jardinería y estructura física del Paseo y procurando que los propietarios de los inmuebles que conforman los corredores, restauren, refaccionen y mantengan en buen estado las fechadas, especialmente de aquellos inmuebles que han definido a Ciudad Bolívar como un puerto fluvial que en una época cercana fue realmente importante.
            Se estudiaron para decidir acciones coherentes y concretas contra el uso indebido que se le ha venido dando al Paseo Orinoco y para que la población cuente con un sitio de recreación amplio y a la altura de una capital, y, asimismo para que el visitante se sienta atraído por puntos identificados de la ciudad, como son su gran frente de agua a la vista del boulevard y el Mirador, el Puente colgante sobre el Orinoco, la Piedra del Medio y la arquitectura del siglo diecinueve.
            El atractivo turístico natural, espontáneo, aunque de temporada, por excelencia, lo constituye en el Orinoco la Pesca de la Sapoara. La concentración de curiaras frente a la ciudad con su tripulación provista de todos los aparejos para la captura de este pez único, exquisito y de características biológicas interesante, es todo un acontecimiento típico a la presencia y alegría de la gente.
            La Fundación de Ferias y Carnavales canalizó en su comienzo esta tradición tan arraigada en el alma popular bolivarense. Se programaban concursos de pesca, se elegía una Reina y en romería y regatas de curiaras se llevaban en procesión por el río y hasta la Isla El Degredo a la Patrona Nuestra Señora de las Nieves.
            Si algo permanente ha dado vida al río desde que se acabó el movimiento de caleta y la navegación de cabotaje, ha sido el Club Náutico Orinoco, por el cual se desvivieron en su comienzo Pedro Medina Phillips, Nerio Carmona, Emilio Ruiz, Abraham Pérez Camejo, Iván Zúñiga, José Rafael Orta, Pedro Gotilla, Dino del Villano, la Nena Kleizar, Freddy Dugarte y otros que escapan a la memoria.
            El Club que comenzó en el muelle de al Aduana convertida en Apostadero Naval, tiene hoy en los antiguos terrenos de la Shell logrados en comodato, instalaciones propias en franco proceso de ampliación y mejoramiento y ya es frecuente ver frente a la ciudad competencias motonáuticas de interés regional y nacional que atraen a la comunidad con el mismo fervor que logra despertar la fiesta de la Sapoara. Es un comienzo que ha sido lento por las dificultades burocráticas contra las cuales hay que luchar a veces, pero que dicen mucho del interés que abrigan sectores de la ciudad por hacer más dinámico y fructífero uno de los usos más importantes del Orinoco, el del turismo y el deporte.


LA FERIA DEL ORINOCO

La Primera Feria del Orinoco se realizó en el mes de enero de 1967 y no en agosto como ya se ha hecho tradicional en torno a la crecida del río, la pesca de la sapoara  y la festividad religiosa de la patrona Nuestra Señora de las Nieves.
            Ciudad Bolívar siempre ha tenido ferias, formalmente desde los años cuarenta e informalmente desde la misma existencia de las fiestas patronales.
            La palabra Feria, es latina y se emplea excepcionalmente para denotar mercados especiales que se ofrecen periódicamente en ciertas ciudades, a través de los cuales se exhibe, vende y compran diversos productos, pero esencialmente, estos mercados buscan dar a conocer los valores materiales, culturales y escénicos del lugar, dentro de un marco de espectacularidad que tiene como señuelo el deporte, la música, la artesanía autóctona y los certámenes estéticos.
            En resumen, es un espectáculo de atracción para promover, vender, y tiene su origen en primitivas civilizaciones como la de Egipto, Caldea, Grecia y también Roma, de donde vino por vía de España a la América, aunque ya los Aztecas tenían un concepto claro y práctico de las ferias.
            El conquistador español Hernán Cortés, da cuenta de ellas sin dejar escapar su admiración por el orden y la limpieza, así como  por las reglas estrictas sobre la equidad de las transacciones.
            Por supuesto, que las ferias del presente siglo veinte acusan una variante pronunciada y extensa conforme a los progresos de la ciencia y la tecnología, en las cuales  el papel de los medios de comunicación social es de importancia relevante, no obstante tener las Ferias un origen en  lo incomunicado y aislado de los pueblos antiguos.
            A pesar de tener la Feria origen rural, a Venezuela llegó, de manera expresa y formal, con el auge del petróleo, aunque se encuentran vestigios de ella en las fiestas patronales y tradicionales de los pueblos.  Era más importante para el sector empresarial venezolano exhibir o vender sus productos en las Ferias Internacionales de Europa.  Los productos guayaneses, en especial los amargos, concurrían a las Ferias Internacionales de París, Roma, España, Bélgica, como es el caso del “Amargo de Ciudad Bolívar”, de Guillermo Eugenio Monch Siegert, premiado con Medalla de Oro en la exposición Industrial y Artística de Valencia (España) en abril de 1901 y con Medalla de Oro en Roma, 1901.  El mismo caso del “Amargo Aromático de Ciudad Bolívar” formula del extinto José Gaspar Machado Siegert, premiada en la Exposición de Sevilla en 1929 y en la de Lieja en 1930.
            Guayana, o específicamente Ciudad Bolívar, tuvo Ferias a partir de 1946 cuando en Venezuela se inauguraba la experiencia del voto universal, directo y secreto y la Junta Revolucionaria de Gobierno trataba de imprimirle un gran impulso a la Reforma Agraria. 
            Se realizó entonces la Primera Feria de Exposición Agropecuaria e Industrial, bajo la presidencia de Félix Tomassi, quien estaba dedicado a la ganadería y al comercio automotriz.  Era en la ocasión Presidente del Estado Bolívar el doctor Fernando Álvarez Manosalva.
            Durante el Gobierno militar liderado por los coroneles Ramón Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez, se realizaron en la ciudad otras dos Ferias agropecuarias ya en instalaciones propias anexas al edificio administrativo del MAC.  Más tarde, durante la gestión de transición democrática del Gobernador Horacio Cabrera Sifontes se complementaron las instalaciones con una sólida Manga de Coleo que estrenó en noviembre de 1959 la IV Feria Exposición Agropecuaria que recuerda como Reina a la señorita Tibaire Alvarez. 
            Las Ferias Agropecuarias se mantienen en el tiempo y continúan siendo, además de un espléndido mercado para la producción agrícola y pecuaria de la Región de Guayana y de maquinarias rústicas importadas, una gran fiesta prenavideña, pues suele realizarse un mes antes de la Navidad, vale decir, a mediados de noviembre, aunque en algunos años se ha celebrado en septiembre y diciembre debido a factores epizooticos.
            Para la inauguración del Puente Angostura sobre el Orinoco y dada la trascendencia y envergadura de la obra, se pensó ubicarla dentro de una feria de atracción internacional en la cual estuviese integrada la tradicional Feria Agropecuaria, en este caso, la décima.  Así ocurrió pero hubo que trasladar la fecha de la Feria Agropecuaria al Día de Reyes – 6 de enero –  que fue cuando se inauguró el puente dentro de lo que se denominó entonces Gran Feria del Orinoco que en la actualidad se celebra en agosto cuando el Orinoco logra la plenitud de sus aguas coincidiendo con las festividades patronales de Nuestra Señora de las Nieves y la aparición de la Sapoara, pez autóctono, de leyenda y tradición.
            De suerte que la Primera Gran Feria del Orinoco tuvo como principal atractivo el Puente Angostura sobre el Orinoco, inaugurado por el Presidente de la República Raúl Leoni.  El Comité Organizador de la Feria estuvo encabezado entonces por el Director Regional del MOP, el ingeniero margariteño José Luis Bruzual, gran impulsador del béisbol doble A en la ciudad.  Engalanó el gran evento como Reina, la señorita Loise Nouel.  Nunca antes ni después hubo tanta gente de todas las procedencias  en una feria.  Bastaría con decir que a ella vinieron como invitados el Presidente de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, doctor Federick Sitz, representante personal del Presidente Lindon  Johnson; los Ministros de Obras Públicas de Colombia, Ecuador, México, Perú y Barbados.  Asimismo los doctores Roberto García Piña, director del Tiempo de Bogotá; Virgilio Barco, Alcalde de Bogotá; el escritor Germán Arciniegas y el columnista norteamericano Drew Perason.  La Gran Feria del Orinoco duró una semana e impresionó por su espectacularidad y multitudinaria asistencia.  En ella expusieron 67 artesanos y pequeños industriales, incluyendo al sector indígena; hubo la Doma del jaripeo mexicano, un festival acuático y Sky; inauguración del Gimnasio Cubierto de Las Moreas con desfile de atletas guayaneses de relieve internacional (Gisela Vidal, Héctor Thomas, Boris Planchart, Johel Martín, Luis Barreto y Yubiry González); competencia de natación en el Orinoco por Miguel Itriago; de Motociclismo, ganada por Armando Díaz; Cuadrangular de béisbol ganado por el equipo de Anzoátegui; Mach de boxeo con pelea estelar ganada por Pedro Gómez contra el guyanés Ivelam Eastman; exhibición del niño de ocho años Gustavo Suikowsky, quien cruzó el Orinoco desde  el Puente Angostura hasta el Mirador; Serie de basket, ganada por el Distrito Federal; exhibición de 80 muestras de mineral de toda Venezuela, retrospectiva de 46 pinturas venezolanas en la Casa de San Isidro y la X Feria Exposición Agropecuaria inaugurada por el Ministro Alejandro Osorio, entre otros eventos.  Desde entonces es también la modernización del actual Paseo Orinoco.
            Pero la Feria del Orinoco no volvió a repetirse sino a partir de 1971, siendo el Gobernador el arquitecto Manuel Garrido Mendoza, quien decretó la Fundación de Ferias y Carnavales Turísticos del Estado Bolívar (Funfeca) bajo la presidencia del Teniente coronel Pedro Alejandro Amaral Rodríguez, el cual le buscó el atractivo internacional del Festival de la Canción Bolivariana a partir de la III edición.
            Así que la Feria del Orinoco en su segunda edición, volvía por sus fueros.  Esta vez del 30 de agosto al 3 de septiembre de 1971, bajo el reinado de Gisela Arismendi Salicetti, pero bastante golpeada por la huelga siderúrgica y epidémicos brotes de fiebre aftosa.  Pero en 1972, por la misma fecha recobró su primigenio entusiasmo con un atractivo internacional: el Festival de la Canción Bolivariana escenificado en la Concha Acústica del Parque  Leonardo Ruiz Pineda.  Este evento fue trasmitido por el canal 8 y 34 Emisoras de todo el país, además de Radio Wado de Nueva York y Radio Oriental de Uruguay.  Participaron dos cantantes (masculino y femenino) más un invitado especial por Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, Panamá y Venezuela.  El festival lo ganaron los venezolanos Mirna y Luis de Ubaldo (Venezuela).  Soberana de esta III Feria  del Orinoco, presidida por Cesar Pérez Rossi y que junto con la inauguración del Museo de Arte Moderno  Jesús Soto y la Plaza Bolivariana, constituyó el gran atractivo de la feria.  Este segundo Festival de la Canción Bolivariana registró en esa ocasión un triple empate entre Marcos Molina (Ecuador), Cesar Altamirano (Perú), y Edgar Grumeitte (Venezuela).
            El veredicto del desempate para el primer lugar favoreció al cantante ecuatoriano; segunda posición para el peruano y en tercer lugar quedó el venezolano, bastante disgustado pero quien se desquitaría el año siguiente en el sudamericano de San Sebastián.  La soberana de esa Feria fue Sore Casado, favorecida por decisión unánime de un jurado foráneo integrado por puras misses, entre ellas, Desirée  Rolando, Miss Venezuela.
            En 1973 hubo cambio de gobierno y por las razones socio – políticas inicialmente citadas se olvidó la Feria del Orinoco hasta 1978 que el gobierno regional decidió sustituirla por la Feria de la Sapoara, la cual se mantuvo hasta 1985.  El último presidente de la Feria de la Sapoara fue el doctor Ricardo D’ Marco, siendo gobernador el doctor Edgar Vallée Vallée.  Pero independientemente, la Feria de la Sapoara siempre ha existido de manera natural, espontánea, en torno a la captura artesanal de la única especie de la ictiofauna orinoquense de la que se cuentan tantas anécdotas y leyendas aparte de que es el condumio favorito de los guayaneses por este mes del año.  De allí el pintoresco romance de Héctor Guillermo Villalobos, el merengue de Francisco Carreño, la guasa de Alejandro Vargas y el joropo de Fitzi Miranda.
            Al año siguiente – 1986 – el Estado tuvo nuevo Gobernador, el médico René Silva Idrogo, quien pensó que debía restaurarse la Feria del Orinoco – la V – como en efecto ocurrió bajo la soberanía de Patricia Ortiz y con sendos festivales de gastronomía y Calipso como atractivos además de la tradicional pesca de la sapoara.
            La VI Feria fue al año siguiente – 1987 – tuvo como gran atractivo la Plaza de Toros “La Macarena” donde se presentaron espectáculos de Rodeo y corridas con matadores de la talla de Bernardo Valencia.  A la corrida de Valencia asistió el ex Presidente Carlos Andrés Pérez que entonces andaba en campaña para su segundo período.  La prestigió Miss Venezuela, Pilin León, quien integró el jurado que escogió a Leyre Uribe, como reina de la feria.
            La VII Feria del Orinoco la inauguró el Gobernador Luis Felipe Goubat  bajo el reinado de Marisol Franco y se inició con desfile náutico y un festival folclórico.
            La VIII Feria 1989 la presidió Tomás Antonio (Chino) León Rengel y reinó la estudiante Patricia Betancourt.  Se inició con un concierto de Rosita del Castillo y Eduardo Viamonte o Melgar  en el Museo Soto.
            En 1990 ocurrió la IX Feria del Orinoco bajo la presidencia de Héctor Barrios y a partir de allí volvió a interrumpirse por las mismas circunstancias anteriores, hasta 1995 que el Alcalde Leonel Jiménez Carupe, apoyado en una Ordenanza, decidió tomar directamente las riendas de la Feria a través de una fundación que entonces presidió Carlos Alaimo para lo que vino a ser la X Feria del Orinoco 1995, en su cuarta edición y bajo el reinado de Paula Novellini.
            Desde entonces la Feria del Orinoco ha mantenido continuidad bajo las presidencias de Enzio Rampini, XI Feria del Orinoco 1996, reinado de Luceidis Díaz (se entregó por primera vez la Sapoara de Oro al mejor torero de la temporada, Leonardo Coronado); XII Feria del Orinoco 97, reinado de Jeniffer Ficarra (Miss Piar), bajo la presidencia de Austerio González, trasmitida por Sábado Sensacional; XIII Feria del Orinoco 1998, bajo el reinado de Celimar Alí, (Miss Callao). La XIV Feria del Orinoco 1999, erróneamente asignada con el número XXXII, bajo el reinado de Reosely Campos  y Presidencia de Adrián Magallanes, quien  dejó libre el Paseo Orinoco para el sano esparcimiento de los feriantes y concentró la actividad fuerte en el sector de la Carioca.


EL CARNAVAL

Quienes se han dedicado y se dedican a la investigación de realidades antropológicas nos ofrecen versiones distintas sobre el origen y nombre del Carnaval: Sostienen unos que esta fiesta colectiva del mundo occidental nos viene de Grecia y Roma y tiene mucho que ver con los rituales paganos; aseguran otros que el Carnaval se remonta a la época de los Faraones, y los más recientes afirman que nació con la máscara primitiva utilizada para espantar los malos espíritus.
            Nos inclinamos por quienes sostienen que el Carnaval tiene su origen en la máscara primitiva que el hechicero utiliza para espantar a los espíritus malignos aunque el Canaima de nuestros indios es un ser que se disfraza, no para espantar sino para invocar la deidad del mal y satisfacer una venganza.  De todas maneras también es una forma de espantar, de alejar, pero en términos definitivos, no un espíritu irreal sino uno que es de carne y hueso.  La  máscara o careta, aparentemente frágil, tiene ese mágico poder.  Es como el arma que insufla valor a quien la posee y maneja con destreza.  Sin ella, quien sufra debilidades, moriría de miedo.  De allí que Lorenzo Batallán, en un ensayo, haya dicho que el Carnaval es la Fiesta del Miedo o de  la Cobardía, toda vez que sus ingredientes básicos e irremplazables son dos:  el Hombre y  la Máscara.
            El Carnaval es la Fiesta de la Cobardía, - dice Batallán. Se presume que sus protagonistas estarían dispuestos a realizar acciones rigurosamente antípodas a su comportamiento habitual y aún extremas, hasta llegar al crimen incluso, bajo el amparo de algo tan aparentemente frágil como es una máscara que demuestra ser capaz de potenciar hasta la línea roja ese gigantesco dinamo de lo pasional, sentimiento o afectiva.
            De cualquier manera y dentro de esos mismos parámetros, el Carnaval es alegría, alegría extrema durante tres precisos días limitados por la reflexión cristiana del Miércoles de Ceniza, cuando el sacerdote en la Iglesia nos recuerda que polvo somos puesto que del polvo venimos y al polvo regresaremos.  Con máscara o sin máscara.  A partir de esa simbólica cruz de ceniza en la frente, comienza la Cuaresma, la época del recogimiento, la época de la reflexión y la meditación cristianas.  Atrás queda entonces el Carnivale.
            Y así como duda existe con respecto  al origen del Carnaval, también la hay con respecto al origen del nombre.
            Algunos estudiosos dicen que el vocablo Carnaval deriva de la expresión latina Carni Vale (Adiós a la carne).  Afirman otros que proviene de Carnem Lavare (Abstinencia de la carne), expresión convenida para el término de la fiesta y primer día de la Cuaresma.  De igual manera se le atribuye la procedencia de Carrus Navakus, carroza en forma de barco que recorría las calles de la Roma imperial durante tres días de fiesta luego del período de abstinencia, tradición que conservan algunos pueblos islámicos.  También al Carnaval se le dice Carnestolendas que proviene del latín Carnis Tollere que es algo así como la tolerancia a las debilidades del cuerpo, esas que cuando las atenemos estrictamente a los mandamientos religiosos, reprimimos, llevándonos esto, si no somos capaces de sublimarlo, a la condición de neuróticos.
            Cualquiera que sea su origen y la raíz de su nombre, lo cierto es su autenticidad como fiesta popular y su permanencia en el tiempo respondiendo a una continuidad histórica en aquellos pueblos que desde siempre cultivaron y alimentaron con sus aportes.
            Persiste sobremanera en países como Brasil, Niza y Nueva Orleans, donde el Estado ha intervenido para hacer de estas fiestas colectivas un atractivo turístico generador de divisas.  En Venezuela el Carnaval es más libre y espontáneo.  Se juega con agua y en la última mitad del presente siglo ha recibido marcada influencia antillana localizada en la danza, la música y el atuendo.
            El porqué en Guayana y muchos otros lugares de Venezuela jugamos el carnaval con agua, a la cual por exceso se añaden otros ingredientes, posiblemente tenga que ver con las lágrimas de la diosa Isis que desbordaban al Nilo produciendo la alegría de la fertilidad y abundancia.  El Carnaval de Ciudad Bolívar que trascendió en un tiempo por la fastuosidad que le imprimió la economía del balatá y el oro, no siempre fue un Carnaval suntuoso y de fantasía sino que tenía su contraparte en el popular juego con agua y otros elementos nada gratos para la salud del cuerpo.
            Jugar el Carnaval con agua, negro de humo, almagre, almidón, maizina y azulillo, nos viene desde los días del Capitán General de la Provincia de Venezuela, Francisco Cañas y Merino, quien cometió excesos condenados públicamente  por la Iglesia.  Se llegó a decir que lanzó al río Guaire y ultrajó a una muchacha por haberlo embadurnado de azulillo.
            El diplomático ingles en Venezuela, Sir Robert Ker Portes, da cuenta en sus Memorias de un episodio carnavalesco en la Caracas de 1827 en el que se ve al Libertador en plena faena acuática.  El diplomático califica de “barbara” la forma como los caraqueños se desenfrenaban con la llegada del Rey Momo y confiesa que él siempre fue renuente a exponerse a un baño de totuma y jeringa.
            En su libro “Creciente”, el poeta Rafael Pineda dedica una crónica al Carnaval de Ciudad Bolívar, tal vez de la década del treinta que se cree fueron realmente atractivos.  Dice que ha pesar de la prohibición, la gente encopetada de la ciudad, de común acuerdo con la esposa del Presidente del Estado, asaltaba la Casa de Gobierno para dar un buen remojo al Magistrado.  A partir de ese momento y al grito de “Al agua, pato”, se desataban batallas campales de agua, huevo podrido, mango, merey y hasta piedras.  Luego, a partir de las cuatro de la tarde, todo el mudo se enseriaba a  lo largo del Paseo Falcón y de las avenidas principales para ver desfilar las carrozas y comparsas en las cuales nunca dejaban de faltar la clásica burriquita, el Maremare, el Pájaro Guarandol y el Sebucán.
            Esta estampa del Carnaval bolivarense del que nos habla Pineda en su libro “Creciente” se mantuvo casi inalterable hasta la década de los cincuenta.  Luego comenzó a sufrir una metamorfosis degradante subrayada por los excesos derivados del alto consumo de cerveza en los templetes con saldos de raptos, hechos de sangre y la visión al día siguiente de una ciudad sórdida, con las calles asquerosas y llenas de potes.  De manera que el Carnaval de hoy es diferente.  Podríamos decir que los excesos y disparates de las Juntas acabaron con un atractivo turístico de importancia, no obstante la antigua y sana tradición, un lindo Paseo de desfile frente al río más grande de Venezuela e importantes recursos creativos.  Se ha perdido un buen tiempo, ahora bordeado por una crisis económica que aleja toda esperanza de rescate de una tradición que parece haber perdido toda su significación.
            Los Carnavales de Ciudad Bolívar, como nos comentaron en cierta ocasión los profesores universitarios, arquitectos José Rivas Gutiérrez, sociólogo Angel B. Coraspe y antropólogo Alfredo Inaty, han perdido su imagen y su espíritu y lo que hemos venido viendo últimamente no es más que una parodia.
            Según el arquitecto Rivas, los Carnavales de Ciudad Bolívar hasta el año 1957, fueron fiestas donde se ponía de manifiesto el espíritu folklórico y pagano en el marco de una sociedad reprimida por la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.  La creación de comparsas costumbrista como el Merey, el Sebucán, el Carite, la Burriquita y otros de género dramático como “La mujer sin alma”, evidenciaban los contenidos anímicos de los autores en su búsqueda de una estimulación colectiva frente a la insoslayable realidad de  la opresión y la pérdida de los derechos fundamentales del hombre.  Hoy, paradójicamente, el Carnaval tiene el significado que le imprime la ideología dominante para atenuar en gran parte los sentimientos de cuestionamiento que alientan los individuos frente a la crisis actual.
            Para Coraspe lo único bueno del Carnaval es que el contagio social que propicia permite liberar tensiones y afianzar la solidaridad humana, pues por lo demás nadie niega que deja una secuela de muchos traumas afectivos.
            Por su parte, Inaty cree que el Carnaval sólo es bueno para el sistema, para los comerciantes, para los artistas y otras personas con severas perturbaciones de la personalidad, pero para la comunidad es negativo, toda vez que lejos de servir para enaltecer valores culturales autóctonos, sólo acarrea una evasión infructuosa y deteriorante, un incremento del sentimiento consumista y una mayor dependencia de los vicios y aberraciones del sistema.  Pero mientras los Carnavales de Ciudad Bolívar han disminuido su calidad en el tiempo reciente, vienen surgiendo los de Ciudad Guayana con impulso prometedor y los del El Callao como herencia antillana de sus pobladores al calor de la explotación aurífera, se convierten en atractivo nacional.  El Carnaval de El Callao está consustanciado con el Calipso y su expresión coreográfica característica, como lo está el vecino carnaval carioca con la samba.  Ambos elementos culturales han penetrado los Carnavales de Ciudad Bolívar, pero sin máscara, la gracia, el espíritu negroide del primero y sin la suntuosa y alucinante fantasía del segundo. Guardando la distancia y las realidades demográficas, ambos Carnavales como tradición cultural vernácula se asemejan.  Brasil tiene los dos elementos básicos del éxito internacional de su Carnaval:  la Samba como ritmo propio y catorce clubes de samba con tres mil miembros cada uno y nada menos que un sambódromo diseñado por Oscar Niemeyer, el mejor arquitecto del país y quien también diseño Brasilia a finales de los años cincuenta.  El Callao igualmente tiene ritmo propio:  el Calipso y una semejanza de los clubes brasileros que son las comparsas.
            Pero el Calypso de El Callao, no obstante ser herencia antillana tiene aportes de la realidad venezolana.  Es un ritmo que se diferencia.  Los materiales del Calipso calloense como en una ocasión nos dijo el doctor en música Leopoldo Billi, tiene como característica el golpe del tambor, diferente al antillano que tiene al steel band.  Predomina además la voz, en cambio que en las Antillas no cantan, es puro instrumento.
            Los instrumentos de Calipso de El Callao son Bumbac, Maracas, Cencerro, Bajo, Guitarra y Rayo.  Una solista y un coro seguido por la gente que danza detrás de las comparsas.  Los disfraces, de reminiscencia o ancestro africano, distinguen los Carnavales de las otras fiestas tradicionales del lugar.
            Comparsa popular de El Callao fue desde su fundación en 1956 la de la Negra Isidora.  Poco antes de morir quedó disuelta y sus miembros se disgregaron en otras comparsas, entre ellas, la conocida Renovación  de Chuo; Nueva Onda, de los Hermanos Clark; Creación,  de Miguel Gadlardi; Agricultura, de Jesús Lugo y Protesta, de Ray Rodríguez.

EL CALIPSO DE EL CALLAO

            En El Callao todo el tiempo es de calipso.  Aún el duro golpear de la barra del minero sobre la roca lleva el ritmo del calipso. En inglés, francés, holandés, en español o simplemente en patois, no importa, el ritmo siempre es el mismo aunque el de El Callao tiene sello propio y prescinde de los tambores de acero. 
            En el Callao, imán de todo el país, los tambores suenan desde la noche de Pascua y Año Nuevo y se empatan con el Carnaval y las fiestas patronales y como Ulises no hay quien escape seducido por el ritmo de la ninfa del lugar.
            El verdadero Ulises, al que le canta Homero en la Odisea, pasó muy a pesar de Penélope 8 años en la isla del Ogigia del mar Jónico después del tormentoso naufragio en zona de las Rocas Erráticas.
            Calipso era la diosa o reina de la isla y de ella dice el historiador Horacio Cabrera Sifontes que vino el nombre de ese ritmo de percusión y campanilla que compite con la deliciosa y erótica Samba brasilera.
            Horacio Cabrera escuchaba el cuento desde que era  niño travieso en una escuela de Trinidad. A él se lo referían las hermosas Madamas del lugar y recuerda de entonces un Calipso muy típico y popular que a todo el mundo contagia: Jingolee oh, tire me donkey down there.
            Se cantaba en patois, en inglés-holandés o en inglés- francés y la gracia, el ritmo y la ironía picante siempre se mantenía.
            A El Callao llegó el Calipso por vía de las Madamas martiniqueñas contratadas como servicio por los corsos que explotaban el oro en las vetas. Eran ellas  mujeres hermosas que tenían una forma peculiar de vestirse. Muy abombadas de traje, con una especie de crinolina para abultar más las caderas y bailaban frecuentemente al son del calipso.
            El son de Calipso se reducía a la forma monótona de un mismo estribillo y a uno o dos versitos contando con frases agudas y pintorescas lo que ellos querían criticar a la burguesía, pero martillando insistentemente sobre los prejuicios sexuales.
            Los negros se expresaban con su ritmo en los Tents (campamentos, tiendas, templetes) que debían montar al aire libre en cualquier vía o sitio descampado, obligados por su no admisión en centros públicos o sociales, no por el ritmo en sí sino por el contenido de la letra considerada de picante y obscena. De allí que a niñas de familia se les prohibía concurrir a los Tents, pero sorpresivamente madres, tías, abuelas y niñas se encontraban en el sitio con la misma curiosidad que terminó con el tiempo contagiando a la sociedad trinitaria entera hasta hoy que todo el mundo baila calipso.
            El Calipso, a decir de Cabrera Sifontes que es nativo del Yuruary y vivió mucho tiempo en las Antillas, nace en Martinica y a través de las martiniqueñas llega a El Callao a principio de siglo. Las fiestas eventuales de las martiniqueñas en el Callao animadas por el calipso fueron trascendiendo de tal modo que llegó un momento en que el pueblo de El Callao no quería bailar ni conocer de otro ritmo que no fuera el Calipso. El ritmo contagiaba a las masas y tomaba las calles como las sigue tomando en Pascuas y Año nuevo, el Día del Carmen, en los Carnavales o el día del Minero. Porque el Callao ha sido siempre un pueblo minero como lo demostraba Josua interpretando en ocasión propicia el popular Blody Man Down (Lamento Minero).
            Y aunque el Calipso nació en Martinica y Trinidad con los Steel band, en El Callao lo tocan con instrumentos diversos que van desde el cuatro y el violín hasta el bunbac, el rallo y la campanilla. La Negra Isidoro fue siempre el alma del Calipso entre muchas otras agrupaciones como la del Gago, Carlos Small, Cecil y el Sparrow Kenton.
            Muchos dicen que el calipso que las martiniqueñas trajeron a El Callao está muy penetrado por la música criolla y eso lo creía también el músico y compositor guayanés Fitzi Miranda. El recordado y desaparecido Fitzi propuso en cierta ocasión cambiar su nombre  por el de “Merlipso” por lo que tiene de merengue. El Calipso calloense ha sufrido una penetración del merengue, naciendo una modalidad  dentro de la cual se admira el balance perfecto de ambas formas, de manera que ello le da a ese ritmo un sello muy propio dentro del contexto venezolano, como lo podemos apreciar cada vez que nos toca bailar en El Callao al compás de esos instrumentos de percusión que en nada se igualan a los clásicos Steel Band de la Antillas.
            Lo importante es que ya el calipso de El Callao o de sus ascendientes no es solo el ritmo de los negros sino de todos los que llevan la música por dentro. Niños, adultos, ancianos, blancos, negros, pobres, o ricos, se lanzan a la calle buscando el ritmo de los tambores con obsesionante vaivén.
            El Calipso siempre está presente en los acontecimientos relevantes y tradicionales de este singular y aurífero pueblo del Yaruary, pero muy especialmente en los días de Carnaval. Como en cierta ocasión lo expresó la poeta Miyo  Vestreini, “El Carnaval de El Callao es una bulliciosa tradición que años tras años convierte al distrito minero en una meta delirante, casi surrealista”.
            Figura central del carnaval de El Callao lo fue siempre la insólita y fascinante Negra Isidra, quien se gastaba una comparsa de 300 personas. Durante media centuria la telefonista del pueblo era el alma de las fiestas y junto con ella innumerables agrupaciones, unas ya desaparecidas y otras que se mantienen vigentes y cada año organizan y diseñan comparsas como la de los Vikingos y los Exóticos, con la maestra Lulú de solista en el canto.
            De El Callao es Julio Delgado Prieto o mejor dicho, en El Callao se amasó como cantante y compositor de calipso, autor de “Woman de El Callao”, calipso que le dio la vuelta a Venezuela con intensidad arrolladora y que prácticamente lo levantó aunque fugazmente al estrellato. Lo sacó de su aula del Núcleo Bolívar de la UDO donde cursaba el séptimo semestre de ingeniería de minas. Prácticamente Julio fue prestado por un momento al conjunto barloventeño Un solo Pueblo, pero de nuevo se integró a VH Calipso, un conjunto que nació el 28 de marzo de 1985 con el nombre de “Los Calipseros de Vista Hermosa”.
            Más tarde, en septiembre del mismo año hizo su aparición “The Same people” que ha crecido, trascendido y se mantiene en todo su vigor.  Todos los años, por el noveno mes del año hace de su aniversario un acontecimiento festivo donde intervienen las tradicionales escuelas de Diablos de El Callao y agrupaciones musicales de otras ciudades de Venezuela.
            El calipso, la danza y los sones característicos de El Callao están asociados al oro o simplemente con el dorado que nunca pudieron encontrar los conquistadores, ni siquiera los misioneros en su afán de catequizar indios y fundar pueblos mixtos.
            El Dorado, el bendito y maldito dorado afloró después que se fueron los conquistadores y los “criaderos” y yacimientos en más de un siglo de explotación intensa aún no se agotan. Hoy se estima en más de 50 mil los venezolanos e inmigrantes de otras tierras que invaden el sur de Guayana buscando el metal precioso más codiciado de la humanidad.
            Aparte de los indios, los primeros en hallar oro en Guayana fueron los moradores de Tupuquén, pueblo situado al oriente de El Callao y al norte de río Yuruary.
            Hallaron oro en las montañas de La Catarata y de Caratal, llamada entonces Nueva Providencia. Se afirma que para 1824 un brasilero de nombre Pedro Joaquín Ayres llamó la atención a los moradores de Tupuquén sobre el contenido aurífero de  las arenas del Yuruary.
            En 1849 Pedro Monasterio y Andrés Hernández, entre otros, establecieron los primeros lavaderos de oro en las arenas aluvionales del Yuruary. Este intento se paralizó al estallar la Guerra Federal y no fue sino hasta 1866 cuando se reanudó la explotación en firme, especialmente cuando don Antonio Liccioni y Jean Cagninacci, oriundos de Córcega, fundaron la Compañía Minera Nacional Anónima de El Callao, 1870, con un capital de 120.000 bolívares. Comenzaron entonces los corsos a traer gente de Martinica y las compañías inglesas que se instalaron después, de Trinidad y Saint Thomas, gente que había hecho del Calipso su música natural y de la cual nunca se desprendieron.
            Pedro Monasterio Soto, por cierto bisabuelo del gran pintor barquisimetano Rafael Monasterio, antes de internarse en la selva del Yuruary había estado en Angostura como edecán del general José Laurencio Silva. Posiblemente entonces lo picó el prurito del Dorado pues tan pronto cesó la Campaña del Sur que lo llevó hasta Guayaquil, regresó a Nueva Granada en 1830 donde adquirió conocimientos prácticos de mineralogía. Luego se vino a Barquisimeto y finalmente se trasladó a Guayana por la vía de San Fernando de Apure, como lo haría después Lucas Fernández Peña hasta fundar y quedarse para siempre en Santa Elena de Uairén. Pedro Monasterio buscaba oro y lo encontró hasta que se le agotaron los víveres en las inhóspitas tierras del Yuruary.
            Con 50 onzas de oro en la faltriquera, pero sin bastimento en una zona desolada y agresiva, no le quedó sino la alternativa de regresar a Barquisimeto, pero su proeza, porque era una hazaña entonces internarse en la selva, convenció a los guayaneses de la existencia de ricas minas auríferas en el sur. Minas que llevan ya más de 150 años explotándose y cada vez en cantidades superiores. Una hoja impresa de 1850 testimonia la presencia en Tupuquén de Pedro Monasterio quién murió en agosto de 1868 en la más completa pobreza.
            El oro y el color de la piel de su gente no es solo pues lo que llama la atención de El Callao, sino también su Calipso de reminiscencias ancestrales, muy diferente al antillano porque se ejecuta con Steel Band mientras que el calipso calléense suena con otro tipo de tambores y otros instrumentos criollos.
            Ambaicalá, body man down van coreando las comparsas, ayer  la de la Negra Isidoro y la Maestra Lulú, la del Negro Kenton y la de los Hermanos Clark y hoy The seme people y tantas otras. La percusión resuena con ritmo cadencioso de caderas y a ella se suman las cuerdas del bajo, de la guitarra y del cuatro más el sonido metálico del cencerro y la campanilla.
            En el Callao la danza y la música tienen sabor propio y es igual en Carnaval, en Navidad, Año Nuevo, en las fiestas de Nuestra Señora del Carmen o como cuando llega un personaje importante a quién hay que darle la bienvenida con cencerros y tambores. Pero es durante el Carnaval cuando  El Callao se transforma en señuelo nacional. Desde todos lo ángulos de la Guayana y desde más allá del Orinoco viene gente a bailar el calipso, a cantar el Ambaicalá y a saborear el domplin, el calaba, el banapilé y el yinyabie, mientras ese famoso personaje que es el Diablo al que tanto le temía Julio Delgado cuando era chiquito, va cuidando de las comparsas, envistiendo con sus cachos y espantando con su rabo a quienes interfieren el ritmo de Ambaicalá boby man down. 

CASCO HISTÓRICO CIUDAD BOLÍVAR

            Este casco urbano de Ciudad Bolívar que tan poderosamente llama la atención del visitante, fue declarado en 1976 Monumento Histórico Nacional y desde entonces es objeto de un interesante como complejo trabajo de recuperación y revitalización, dirigido a frenar el proceso de destrucción, sustitución y ruptura así como la grave mutilación de su urbanismo primigenio a causa de un desarrollo mal entendido que venía afectando a la capital desde los años cincuenta.
             El casco es un polígono de 67 hectáreas que sube en menos de 300 metros de la cota 19 a la cota 59 en la Plaza Miranda. Su estructura original presenta tres áreas características cuya morfología responde a tres realidades diferentes: área plana desarrollada en retícula sobre dos calles paralelas a la ribera del  río Orinoco, con edificaciones de galerías, arquitectura porticada en dos niveles, galería superior y clarísima influencia antillana; área de la colina, consolidada sobre el Cerro del Vigía convertida en  zona residencial con edificaciones de una planta y una arquitectura de fuerte influencia española y El Zanjón, área natural de más de 5 hectáreas con formaciones rocosas espectaculares entremezclada con árboles autóctonos de gran tamaño.
            Pues bien, para 1976 cuando fue declarado Monumento Histórico Nacional, el casco urbano de Ciudad Bolívar era un enfermo grave al cual un equipo técnico practicó diagnóstico y le prescribió un tratamiento de recuperación y revitalización, en marcha desde junio del 87 cuando la Municipalidad aprobó una Ordenanza de protección así como 21 proyectos de intervención acometidos por una Oficina Técnica encargada de dirigir todo el proceso.
Aún cuando se han cometido errores, el Centro Histórico de Ciudad Bolívar acusa un cambio que materializa el propósito de la recuperación y revitalización y lo hace obviamente más atractivo al visitante, especialmente sus valores históricos y arquitectónicos que son los puntos más resaltantes del conjunto, sobremanera las casas de los grandes eventos patrios y aquellas donde habitaron próceres militares y civiles, todos forjadores de la nacionalidad, refugiados en Angostura para armar y conducir la contienda definitiva de la libertad:

EL CRISTO DEL ORINOCO

La Casita de los Títeres fundada  y dirigida desde finales de  los años ochenta, por el actor Neptalí Hurtado, ha logrado de la obra teatral el Cristo del Orinoco una tradición durante la temporada de Semana Santa. El escenario del teatro con figuras viviente es la playa del Orinoco que surge en pleno estiaje desde el Puerto de las lanchitas hasta el Mirador Angostura que aprovecha como telón de fondo el Puente Angostura y a semejanza del Monte Calvario las rocas que afloran en el extremo oriental del Río Padre. En este trabajo artístico que se prepara con prolongada antelación cuenta con un semillero que cada temporada se van incorporando.  En Total un elenco de 300 personas aproximadamente entre actores, actrices y técnicos. Integrado por niños y jóvenes de los barrios y urbanizaciones de Ciudad Bolívar y Soledad.
           
CASA DE SAN ISIDRO

El inmueble, también llamado Casa del Morichal de San Isidro, es histórico no sólo por haber servido de albergue al Libertador en la etapa definitiva de la República, sino porque en ella concibió la primera Constitución centralista  y su Discurso pronunciado en la sesión de instalación del Segundo Congreso Constituyente de Venezuela (Congreso de Angostura) el 15 de febrero de 1819.  La Casa de estilo colonial, típicamente campestre, fue construida entre 1766 y 1776, tiempo del Gobernador Manuel Centurión Guerrero de Torres.  En ella se conserva una escultura de San Isidro, madera labrada, de la misma época.

CATEDRAL METROPOLITANA

Joaquín Moreno de Mendoza, fundador de la antigua Santo Tomás de la Guayana en la Angostura del Orinoco, echó los cimientos de la que es hoy una de las más bellas iglesias del tipo catedralicio indio de Venezuela.  También la más alta (44 metros la torre y 26 la nave central), la única de la etapa colonial construida por ingenieros y la que mayor tiempo tardó en erigirse.  En ella se venera a Nuestra Señora de las Nieves, patrona de la ciudad y  Santo Tomás Apóstol, patrono de la provincia y se hallan inhumados los restos de los prelados  J. A. García Mohedano, introductor del café en el valle de Caracas;  Antonio María Durán, Miguel Antonio Mejía y Crisanto Mata Cova.

PALACIO EPISCOPAL

La antigua Casa Episcopal, muy próxima a la Catedral Metropolitana, en la Calle Bolívar, data de los propios inicios de la ciudad y aún en la parte superior de la puerta principal es apreciable el emblema de su jerarquía religiosa.  Además de sede del Obispo de la Provincia de Guayana, sirvió de capilla provisional hasta 1841 que concluyeron los trabajos de construcción de la Iglesia Catedral.  En ella habitaron los prelados desde Monseñor Ibarra y Herrera hasta Monseñor Juan José Bernal Ortiz, primer Arzobispo, hasta fines de los años cincuenta que fue construido el Palacio Arzobispal en las afueras de la ciudad.  Actualmente se restaura para destinarlo al Museo Diocesano de Guayana.

CASA DEL CONGRESO DE ANGOSTURA

Augusto edificio donde resonó con proyección internacional, la voz del Jefe Supremo.  La voz de Bolívar, el Libertador y de los forjadores de la nacionalidad.  Aquí se dictaron la Constitución y demás leyes de la República naciente, aquí bajo la presencia de Francisco Antonio Zea y de Juan Germán Roscio nació la unión de Venezuela, Cundinamarca y Quito y vino a terminar sus días “El Correo del Orinoco”, hebdomadario de la lucha tenaz y sostenida por la libertad de América.  Actualmente se mantiene como Museo de Sitio con una Biblioteca Bolivariana, Galería de los próceres, una sala de recitales y en el sótano el Archivo Histórico de Guayana.

CASA DEL ALMIRANTAZGO

 Calle Constitución, antigua Calle del Gobierno, diagonal con la Plaza Bolívar.  Aquí vivió el Almirante Luis Brión y se instaló el Tribunal Militar que juzgó al General Manuel Piar.  Más abajo, en la Calle la Muralla, funcionaba  El Almirantazgo  o sede de la Armada al mando del Almirante Brión que tenía en la parte de abajo el taller de un artesano sillero, el primero en publicar un aviso en el Correo del Orinoco comprando cerdas a buen precio.  Aquí también tenía su despacho el Comando de las Fuerzas Sutiles del Orinoco a cuyo frente estaba el margariteño, Antonio Díaz. Capitán de Navío cuyo nombre ostenta la Escuela Técnica Industrial de Ciudad Bolívar.  Murió en Caicara en 1826.

CASA MINISTERIAL
Situada en la Calle Mayor a esquina con La Muralla, No. 21.  Aquí funcionó el único Ministerio del Gobierno del Libertador en 1818, dividido en tres Departamentos, cada uno bajo la dirección de un Ministro-Secretario, así: Departamento de Estado y Hacienda, Manuel Palacio Fajardo; Departamento de Marina y Guerra, Coronel Pedro Briceño Méndez y de Interior y Justicia, Diego Bautista Urbaneja. El inmueble de dos plantas que sirve actualmente de asiento al Hotel Las Delicias,  tenía vista abierta al Orinoco, cortada a mediados del siglo diecinueve por la construcción de la Casa de las Doce Ventanas y la calle Venezuela.

PRISIÓN DE MANUEL PIAR

Sirvió de cautiverio  al héroe de San Félix, General en jefe Manuel Piar, desde la noche del 3  hasta la tarde del 16 de octubre 1817, antes del sacrificio en aras de la unidad, obediencia y la disciplina castrense.  También residencia del General Carlos Soublette  y otros miembros del Estado Mayor del ejército patriota que abandonaron después para instalarse en la Casa de los Gobernadores.  En esta casa funcionó hasta muy avanzado el Siglo XX, la Escuela Federal Tomás de Heres, reubicada en la Calle Constitución  al iniciarse los trabajos de restauración.

CASA DE LA REAL HACIENDA

 Contigua a la Casa del Congreso de Angostura.  Aquí operaban los administradores de las rentas coloniales traducidas en los derechos de alcabala, de almojarifazgo,  de estancos y otros que continuaron de alguna manera con el advenimiento de la República. En tiempos de Juan Bautista Dalla Costa (1867) fue transformado este inmueble en Palacio de Gobierno al mismo tiempo que la Casa del Congreso de Angostura a la cual se le agregó un cúpula bizantina.  Así se mantuvo hasta que en el período de Ovidio Pérez Agreda (1938-41) le fue construida una segunda planta.  En la década de los cincuenta fue objeto de reformas, con una ampliación hacia la calle Boyacá. En 1988 nuevamente fue adoptada como Palacio de Gobierno la de la colonia una ve remodelada, ampliada con un anfiteatro y colocado el busto de Dalla Costa en un jardín interno. Durante el segundo período del Gobernador Francisco Rangel Gómez la antigua Casa de la Real Hacienda volvió a ser refaccionada y convertida nuevamente en Palacio de Gobierno.   Su fachada este tiene un marcado estilo neoclásico. El acceso central está limitado por columnas que soportan un frontón triangular y sobre la puerta un escudo del estado Bolívar. Presenta también otras columnas de mayor tamaño que la recorren del piso al techo soportando un frontispicio triangular. A los lados exteriores de las columnas, en el segundo nivel de la edificación, se ubican dos balcones con barandas de hierro forjado con motivos geométricos. Centradas en los balcones hay ventanas de gran formato con arco, bordeadas por molduras; también tienen rejas de hierro forjado con el mismo motivo decorativo.


CASA SIEGERT
En este inmueble que hace esquina entre las calles Amor Patrio y Libertad,  habitó con su familia el doctor Juan Teófilo Benjamín Siegert, médico germano llegado a Angostura en 1820 contratado por los patriotas en guerra para prestar servicios como  cirujano mayor del Hospital Militar de la ciudad.   Siegert nació en Alemania el 22 de noviembre de 1796 y falleció en Ciudad Bolívar el 13 de septiembre de 1870..   Se retiro del ejercicio profesional en 1858 y se dedicó junto con sus hijos, a través de la firma J. G. B. Siegert & Sons, a la fabricación y comercialización de su Amargo Angostura que pronto alcanzó notoriedad mundial.

CASA DALLA COSTA
Residencia de Juan Bautista Dalla Costa, italiano dueño de la casa mercantil más poderosa del arco sur del Orinoco, tertuliano del Libertador, servidor público durante la República naciente.  Se ha dicho que esta casa fue el regalo de boda del Libertador en la ocasión de contraer matrimonio con  Isabel Soublette Jerez, hermana del General Carlos Soublette, Jefe del Estado Mayor,  y descendiente de las famosas hermanas Aristeguieta conocidas como las “nueve musas caraqueñas”.  Aquí nació Juan Bautista Dalla Costa Soublette, uno de los gobernadores más progresistas de la provincia de Guayana.  El inmueble fue adquirido posteriormente por el coronel Ramón Contasti, prócer de la independencia y Gobernador de la Provincia de Guayana a raíz de la separación de Venezuela de la Gran Colombia.

FUERTE SANTA BARBARA

 Fuerte Santa Bárbara o Almacén de Pólvora, fabricado bajo el gobierno de Manuel Centurión por el notable ingeniero español Agustín Kramer, diagonal con la actual Plaza Miranda y frente al antiguo Capitolio.  Primitivamente tenía forma de pentágono irregular de gruesas mampostería, con bastiones a derecha e izquierda.  Luego fueron instaladas modernas y poderosas antenas radioeléctricas más un elevado tanque de agua. También sirvió de cuartel de artillería.

PLAZA DEL CONVENTO

Nombre popular, por haber existido allí desde la fundación de Angostura el Convento de los Padres Franciscanos, convertido en 1817 en Hospital Militar y Cuartel de Artillería.  Dado su estado de ruinas, el Consejo Municipal de Heres, presidido por el doctor J. M. Agosto Méndez, dispuso el 6 de marzo de 1913 destinar el lugar a la construcción de una plaza en homenaje a Manuel Centurión, pero esta disposición no se materializó sino en 1968 bajo el mandato del gobernador Luis Raúl Vásquez Zamora.

ANTIGUA CUADRA MILITAR

 En Cuartel Militar, Prisión y sede de la Guardia presidencial se trasformaron tras la toma de Angostura por los patriotas en 1817, esta cuadra, incluyendo le Casa de los Gobernadores de la Colonia. Ahora funcionan allí la Escuela de Música Carlos Afanador Real, la Casa Parroquial, una posada y una residencia familiar.  La Casa de los Gobernadores fue convertida en Palacio de Gobierno.  Vale decir que a esta Cuadra fueron traídos presos desde Margarita, en 1819, los Generales Juan Bautista Arismendi  y Francisco Esteban Gómez, cuando desacataron órdenes del General  Rafael Urdaneta sobre la recluta. Allí igualmente estuvo detenido el coronel Henry D. Wilson, comandante de los Húsares Rojos, acusado de “agente provocador”.  Y es leyenda que de la Casa de los Gobernadores, Bolívar presenció el fusilamiento del General Piar el la tarde del 16 de octubre de 1817.

CASA TOMÁS DE  HERES

 Aquí nació el 18 de septiembre de 1795 el General Tomás de Heres, prócer de la independencia sudamericana.  Además de militar de la emancipación, fue periodista, gobernador, parlamentario y representante en Guayana del Partido Conservador surgido en Caracas a principios del segundo período  presidencial del general José Antonio Páez y que sus adversarios capitaneados por el viejo Juan Bautista Dalla Costa adjetivaban localmente como “Antropófagos”.  Murió en la misma casa, entre las calles Libertad y Amor Patrio, víctima de un atentado político el 9 de abril de 1842, siendo Jefe Militar de la provincia de Guayana y cuando se hallaba en plena tertulia con el Obispo de la diócesis, Monseñor Mariano Talavera y Garcés.

CASA  RODIL O CASA PASHEN


Las familias Heres y Rodil, llegadas a Angostura en el siglo XVIII, estaban emparentadas y vivían en la misma cuadra. Los Heres en la casa, esquina con las calles Libertad y Amor Patrio, y los Rodil, en la casa contigua entre las calles Amor Patrio y Libertad.  Heres contrajo matrimonio con su vecina María de Jesús Rodil, hermana de Martiniano Rodil, juez penal de la ciudad.  El inmueble fue objeto de sucesivas transacciones hasta que en 1928 cayó en manos de Max Parchen, comerciante alemán  radicado en la ciudad como socio de la Casa Blohm, quien la ofreció al Gobierno Regional para ser restaurada y destinada al Conservatorio de Música Carlos Afanador Real.

CASA ROSCIO

En ella vivieron los hermanos Juan Crisóstomo Roscio y Juan Germán Roscio.  El primero, alcalde de la ciudad, reducido a prisión tras haber respaldado la Junta Patriótica de Caracas, y conducido a los Castillos de Puerto Cabello donde después de violado el tratado de Miranda por Monteverde, fue fusilado el 24 de junio de 1813. El segundo, Juan Germán Roscio, fue Presidente del Congreso de Angostura, redactor del Correo del Orinoco, firmante del acta de la Independencia y de la Carta Fundamental de la Gran Colombia. Aquí vivió con su esposa Dolores Cueva y su hija Carmen, quienes la heredaron y disfrutaron su favorable ubicación hasta que al final debieron despojarse de ella.

CÁRCEL PÚBLICA

Data de la época de la colonia puesto que el gobernador Miguel Marmión (1785-1790) da cuenta de ella al decir que ha dispuesto de las rentas por concepto de apuestas para terminar de construirla. En 1818 los patriotas  habilitaron el área de los balcones para asiento de las autoridades civiles y municipales que se mantuvieron hasta muy avanzado el siglo veinte.  De manera que en ella despacharon los próceres Manuel Cedeño y Juan Vicente Cardozo entre 1817 y 1818.  En 1905 estuvieron presos en ella el escritor Rufino Blanco Fombona y el poeta revolucionario Alfredo Arvelo Larriva. Cárcel Pública vino a ser propiamente hasta 1951 que se construyó la de Vista Hermosa. Abandonada hasta 1980, fue restaurada por gestión de la CVG y destinada primero al Archivo Histórico y Museo Etnográfico de Guayana y finalmente a la Dirección de Cultura.

CEMENTERIO DE ANGOSTURA

  Levantado en los propios predios del El Cardonal, donde fue sepultado bajo tierra y en sitio oculto el cadáver ensangrentado del General Manuel Piar, data de 1818 y en él se hallan inhumados restos de hombres ilustres como  Juan Bautista Dalla Costa y Ramón Isidro Montes; de próceres de la independencia, como Manuel Palacios Fajardo, Ascensión Farreras, Ramón y Orocio Contasti, Eusebio Afanador, Juan Vicente Cardozo, Biviano Vidal, José Francisco Sánchez y de la Guerra Federal como el bolivarense José Gabriel Ochoa y el general apureño Cornelio Antonio Muñoz. Monumentos funerarios de distinguidas familias angostureñas, realizados  con mármol de Carrara, pueden verse en su interior. Los restos del general Manuel Piar, sepultados en El Cardonal, el 16 de octubre de 1817, desaparecieron lo mismo que los de Manuel Palacio Fajardo, y los de Tomás de Heres y José Tomás Machado que se hallaban aquí, exhumados para ser trasladados primero a la Iglesia Catedral y finalmente al Panteón Nacional el 24 de noviembre de1942.


EL CAPITOLIO

Situado en el punto más elevado del peñón angostureño, frente al Fuerte Santabárbara o almacén de pólvora, fue diseñado inicialmente para el Hospital La Cruz y la construcción encomendada al ingeniero polaco Alberto Lutowski, quien falleció a causa de la fiebre amarilla el 16 de febrero de 1817. La guerra legalista lo trasformó en Cuartel con el cognomento de Capitolio y como sede de guarnición militar se quedó hasta 1951 que se construyó el Fuerte Cayaurima o Cuartel Tomás de Heres en las afueras de la ciudad. A partir de entonces fue destinado a sede compartida de la Prefectura y Comandancia General de Policía. En 1990 el Gobierno de España tomando en consideración su valor arquitectónico hizo un aporte sustancial para su recuperación y restauración toda  vez que había sido objeto de malas intervenciones. Con un nuevo enfoque arquitectónico fue adaptado para las necesidades del Centro de las Artes, adosado al cual un Teatro moderno de alto contraste proyectado por el arquitecto Oscar Tenreiro.



IGLESIA SANTA ANA
Segundo templo erigido en Angostura después de la Catedral. Data de 1856 cuando la señora Ana María Hernández Pulido, en trance de muerte y sin herederos, entregó su casa recostada en la falda del cerro El Chivo al vicario capitular y gobernador del Obispado de Guayana, Leandro Aristeguieta, para que la trasformara en una iglesia a objeto de venerar en ella a Santa Ana, madre de la Virgen María.

PLAZA BOLÍVAR

Jardín rodeado de símbolos, donde el guerrero después de tantas batallas por la emancipación, encontró el reposo del bronce.  Se llamó también Plaza Angostura, Plaza del Martirio y finalmente Plaza Bolívar desde el 28 de octubre de 1869 que el pueblo de la provincia de Guayana, tras una colecta pública, inauguró en peana central la que resultó ser la primera estatua pedestre de bronce erigida al libertador en Venezuela.  Es copia de la encargada al escultor italiano Pedro Tenerani para la plaza mayor de Bogotá.  En ella fue pasado por las armas, en 1817, el general en jefe Manuel Piar y posteriormente los oficiales de su caballería, coronel Remigio Femayor y Teniente Nicolás Quiroga.

PLAZA MIRANDA

Data de finales del siglo diecinueve, pero en 1892 todavía el lugar era un peladero y para evitarlo el presidente del Estado, Ernesto García, decretó convertirla en un jardín y en cada uno de los ángulos sendos bustos en bronce de los generales Manuel Cedeño, Cornelio Antonio Muñoz, José Tomás Machado y Ascensión Farreras. No siendo esto posible debido a la inestabilidad de los gobiernos de entonces, ni siquiera instalar la estatua de Miranda que se hallaba en depósito, el presidente del Estado, Julio Sarria Hurtado designó una junta presidida por Federico Carrasquel para levantarle un busto a Juan Bautista Dalla Costa Soublette, el cual fue inaugurado el 5 de julio de 1901 en la Plaza Miranda. En 1989, fue remodelada esta plaza dentro del programa de revitalización del Centro Histórico. El busto de Dalla-Costa fue ubicado entonces en el patio jardín de la Casa de los Gobernadores de la colonia. La antigua estatua pedestre de Miranda fue donada por el Gobernador Luis Raúl Vásquez Zamora a la Base Aérea de Palo Negro, en Maracay.

CASA DE GOBIERNO

Aquí en esta casa de balcón frente a la Plaza Mayor, vivieron y despacharon desde el progresista Manuel Centurión Guerrero de Torres (1766-1776) pasando entre otros, por Miguel Marmión y Felipe de Inciarte, hasta Lorenzo Fitz Gerald, último gobernador de la colonia. Inciarte recibió en ella a Humboldt y a Bonplant y a mediados del siglo diecinueve se hospedaron aquí el geógrafo Agustín Codazzi cuando vino a Guayana en misión de levantar el Plano de Venezuela decretado por el Congreso de 1830.  Entre 1936 y 1975 sirvió de sede a la Sociedad de Educación Paulina y Colegio La Milagrosa.  Desde el balcón de ese inmueble dice la tradición que presenció Bolívar el fusilamiento de Piar. Fue propiedad de la familia Arismendi.  También de Oscar Sananes López y de los Padres Paules en 1942. Durante los años 50 funcionó la Inspectoría de Tránsito y a finales de los años 80, recuperada para retornar a su origen de Palacio de Gobierno.

CASA WANTZELIUS

Mandado a construir por el naviero alemán Adolfo Enrique Wappaus, este inmueble sirvió de sede diplomática durante mucho tiempo a las Ciudades Hanseáticas y se sumó al conjunto arquitectónico  que en Ciudad Bolívar inauguró un nuevo estilo. La casa, donde funcionó por mucho tiempo la Banda del Estado y la Asociación Venezolana de Periodistas, fue donada por la Municipalidad a la Sociedad Bolivariana, pero luego de restaurada por Mindur y la Gobernación se destinó a la Dirección de Educación.

PALACIO MUNICIPAL

Lo integran dos edificios unidos desde 1920 por un puente al través de la calle Igualdad. Originalmente sólo viviendas había en el área que a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y parte del XX, fueron trasformadas en esta elegante edificación de estilo neoclásico destinada a los hospitales de hombres y mujeres (Hospital Ruiz y Mercedes y finalmente Ruiz y Páez). En 1957 cuando en la Avenida Germania, el Gobierno Nacional inauguró el actual Hospital Universitario “Ruiz y Páez”, el edificio sirvió de asiento a la
Técnica Industrial y finalmente, en 1965,  restaurado y adecuado a las exigencias de la Alcaldía y Concejo Municipal del Municipio Capital  Pinturas de la primera mitad del siglo XX ornamentan el recinto de sesiones del Consejo.                                                                   

CASA DE TEJAS

Erigida a finales del siglo pasado sobre una inmensa laja del parque El Zanjón, por el general de la Guerra Libertadora, Francisco (Pancho) Constasti Gerardino, es de fama proverbial desde el mismo momento de su construcción, tanto por la calidad del elector del sitio como por la proyección que le dio durante su permanencia allí un personaje a quien la picaresca angostureña celebraba su festinado adiós a la carne.


CASA DE LAS DOCE VENTANAS.

Morada  donde una vez la dicha familiar, social y política tuvo su más serio revés y contratiempo. Mirada del río y de las noches encantadas que hoy, renovada, abre sus puertas, ventanas y celosías, a la brisa, al aire luminoso y a la claridad del pensamiento. Fue construida en la convergencia de las antiguas Calle La Muralla con la Calle Mayor, a mediados del siglo diecinueve, especialmente para el prócer de la independencia y Gobernador de la Provincia de Guayana, capitán de navío, José Tomás Machado, quien vivió en ella hasta el día de su fallecimiento  el 30 de enero de 1862.  Actualmente incorporada a servicios docentes y culturales de la Universidad de Guayana.


LA CATORCERA.

Esta empinada calle de Ciudad Bolívar se llama desde el siglo diecinueve “La subida del catorce” y la casa de esquina entre la antigua calle Miscelánea y Amor Patrio, residencia del Gobernador, “La Catorcera”. Ambas connotaciones han pervivido desde el 14 de septiembre de 1885, asociadas con esta fecha del alzamiento del Comandante de Armas, general Juan Carlos Lotero, contra el Presidente del Estado, general José María Bermúdez Grau, uno de los gobernadores más progresiotas de Guayana después de Dalla Costa.

CASA DE LA POESÍA
 Diagonal con la Casa del Congreso de Angostura, construida en el siglo diecinueve por una rama de los Machado emparentada con el prócer de la independencia  José Tomás Machado. Residencia de la familia Requesens, ligada a la tipografía, la música y al comercio de libros. Vivienda también de Malvina Rosales, tenida como primera dama angostureña que trabajó en cargos de la empresa privada hasta entonces reservados a los hombres. Actualmente asiento de la librería de la Fundación Kuaimare y de la Asociación de Escritores de Venezuela, Seccional Bolívar.


CASA RAMÓN ISIDRO MONTES

 Actual sede de la Biblioteca “Rómulo Gallegos”, calle Libertad, fue mandaba a construir a mediados del siglo diecinueve por el Licenciado Ramón Isidro Montes, siendo Rector del Colegio Nacional de Guayana, conforme a su acariciado proyecto “Hogar-Escuela”. Una vez construido el inmueble, el Rector y su familia habitaban la parte alta y en la de abajo, con acceso al jardín, funcionaba un internado. En el siglo XX fue residencia de Gobernadores, y sede de la Municipalidad antes de fundarse allí la Biblioteca Rómulo Gallegos en 1963.

CASA LAURO
De esquina entre las calles antiguamente llamadas del Gobierno y  Amor Patrio. Data del siglo XIX y en ella se residenció, recién llegado de Italia, Antonio Lauro, uno de los músicos y barberos renombrados de la Ciudad Bolívar de comienzos de siglo veinte.  El viejo Lauro fundó en 1904 el establecimiento de barbería y peluquería “Petit Trianon Lauro & Galeano”. Aquí en este inmueble nació su hijo homólogo, Antonio Lauro, guitarrista y compositor cuya obra es conocida, estudiada e interpretada en todo el mundo.  Su nombre forma parte del repertorio universal de la guitarra.  Anualmente, por la fecha de su natalicio se celebra en la ciudad el Festival Nacional de Guitarra. Patrocinada por la Fundación que lleva su nombre.                                                         
CASA J. B. RENDÓN
En esta casa ubicada entre las calles El Rosario y la Igualdad nació y vivió el doctor José Benigno Rendón, magistrado judicial egresado del Colegio de Primera Categoría de Guayana.  Presidente del Estado Bolívar bajo el Gobierno del General Eleazar López Contreras, quien visitó Ciudad Bolívar por primera vez el 4 de septiembre de 1938, a bordo de la cañonera Rafael Urdaneta.  Expropió a Roberto Liccioni de 80 hectáreas de tierras para construir el Aeropuerto que originalmente se llamó “24 de Julio” y actualmente “Tomás de Heres”.

PALACIO LEGISLATIVO.
En Palacio Legislativo devino el antiguo Teatro Bolívar inaugurado en 1883 en la parte más elevada del casco urbano.  El actual edificio data de 1943, diseñado y construido para una Biblioteca Auditorio inaugurada por el Gobernador Mario Briceño Iragorri el 5 de mayo de ese año, sobre el mismo terreno que ocupó el Teatro Bolívar demolido en 1936. La Biblioteca auditorio ostentó dos nombres: el de J. M. Agosto Méndez y el de Simón Rodríguez. Sus funciones como tal concluyeron en los años sesenta cuando fue transformado en sede del Poder Legislativo que venía funcionando, primero en la planta baja de la antigua Casa de la Real Hacienda y después en la Casa del Congreso de Angostura.                         

FORTIN DEL ZAMURO.
 En tiempos de la colonia existió en Angostura el Fuerte San Gabriel cuyas ruinas y cimientos terminó de arrastrar el Orinoco a comienzos del siglo diecinueve, y un pequeño fuerte (Almacén de Pólvora) en la cumbre del cerro El Vigía convertido en Caja de Agua del primer acueducto que tuvo la ciudad en 1884. Para compensar esta falta se construyó otro pequeño fuerte o fortín en el cercano Cerro del Zamuro a fines del siglo diecinueve, famoso en la Batalla de Ciudad Bolívar (Guerra Libertadora) porque su toma el 21 de julio de 1903, por el general Juan Fernández Amparan, decidió la victoria del Gobierno después de 50 horas de sangrienta lucha. En 1980 junto con la Cárcel Vieja fue restaurado por la CVG y convertido en museo de sitio. Los ranchos y viviendas que poblaban el entorno fueron expropiados y demolidos para devolverle al cerro o colina su calidad de parque natural.

CRUZ DEL PERDÓN
Primero fue una simple cruz de fleje que madres llorosas clavaron en el sitio, a la orilla del río, el día en que Vicencio Pérez Soto, Presidente del Estado (1921-1923), se llevó a sus hijos, reclutados para pelear contra los hombres de Arévalo Cedeño que desde Colombia había invadido a Venezuela, levantado contra el dictador Juan Vicente Gómez. Luego la culisa Julia González, lavandera del río, un día en que el Orinoco se metía en su casa, formuló la promesa de la Capilla. Por iniciativa de ella, todos los devotos contribuyeron y un 3 de mayo se celebró la primera fiesta de velorio. La Capilla es obra del maestro constructor José (Soldado) Fernández y a la Cruz de fleje la suplantó una de madera donada por el viejo curandero de Perro Seco, José Vicente Iriarte (Tamarindo).

PARQUE EL ZANJÓN
Ubicado en pleno corazón de la ciudad, a escasa distancia de la Plaza Bolívar. “Parque de Aventuras” lo llamó la arquitecto hispana María Luisa Cerrillos porque se presta para la aventura infantil dado lo laberíntico de su topografía. Con especies vegetales autóctonas, senderos, caminos, escalinatas, piedras como esculturas naturales, multiformes, textura muy particular, que afloran y se sumergen por enrevesados senderos. El Parque, además, presenta elementos fijos circundantes que son las viviendas de gente humilde y en el centro la famosa Casa de Tejas convertida en taller de artistas plásticos. Es un parque nada común y al que hay que redescubrir a medida que se recorra, de arriba abajo, de abajo a lo alto, de un lado a otro o de una roca a otra. Sus posibilidades son infinitas incluyendo el paisaje del río que también suele asomar por los parajes.                                

LA ESCALINATA
De estilo romano, construida con cemento importado de Hamburgo en 1926 por el gobierno del general Silverio González. La dirección de la obra estuvo a cargo del ingeniero Antonio Simón Pietri, quien también dirigió la sección del Malecón que iba desde el Mercado (El Mirador) hasta el puerto de Blohm. El sitio se llamó hasta 1881 Laja de los Vallée, luego Laja del Campanario cuando allí estuvieron durante un tiempo las campanas de la Catedral y del Colegio Federal.  Finalmente terminó consagrándose como La Escalinata porque así fue concebida para salvar la caída de la Calle Carabobo sobre la Calle Bolívar.

HOSPITAL DE NIÑOS
Hospital de Niños o Clínica de Niños Pobres, fundado el 27 de enero de 1915 por iniciativa de la Sociedad Médica del Estado Bolívar. Comenzó a funcionar en un local del Hospital Ruiz y Mercedes y a partir del 25 de diciembre de 1930 en el edificio actual frente al Palacio Municipal, restaurado dentro del programa de revitalización del Centro Histórico por el gobierno de España a través del Instituto de Cooperación Iberoamericana para ser destinado como en efecto a un Centro de Medicina Integral que luego fue dedicado a la memoria del médico y luchador social Rafael Montes Navas.
           
IGLESIA DE LAS SIERVAS
 Iglesia de las Siervas o antiguo Santuario del Santísimo Sacramento, existe desde 1927 que las monjas adoradoras del Santísimo Sacramento colocaron la primera piedra entre las calles Concordia y Dalla-Costa. Es el segundo santuario erigido por Las Siervas en el país y está considerado como una de las edificaciones de gran valor arquitectónico. Construido con aportes de la propia comunidad, consta de una nave central y otra lateral que funciona como capilla. Es de estilo gótico y el 14 de octubre de 1934 fue inaugurado, pero el 26 de junio de 1931 se había celebrado la primera misa. El 26 de febrero de 1950 se llevó a cabo la bendición del altar y del retablo traído de Génova. Ese mismo año, las Hermanas dieron por concluida la obra. La Congregación se instaló en Ciudad Bolívar el 18 de noviembre de 1915 y al parecer fue esa su única misión: construir el Santuario, restaurado sesenta años después por la Gobernación del Estado.




LA PIEDRA DEL MEDIO
Afloramiento rocoso del escudo guayanés en el centro del Orinoco. Entre Soledad y Ciudad Bolívar, símbolo que identifica la ciudad en cualquier lugar. De allí su presencia como componente emblemático del Escudo del Estado enaltecido con una Indígena que vierte su ánfora colmada de riquezas en las aguas del Río Padre. Piedra del Arbolito igualmente fue llamada durante el siglo diecinueve por haber crecido allí un arbusto que manos ocultas talaron en marzo de 1885. La Memoria de Estadística de Venezuela le dio el nombre de Orinocómetro en 1873 por imitación de los Nilómetros, instrumentos para medir la creciente del Nilo en Egipto.









CASA DE LOS FANTASMAS
Con este nombre era conocida desde el siglo pasado la casa de la calle Igualdad 29 frente a la pared lateral de la Catedral.  Ella durante mucho tiempo sirvió de morada a la familia Contasti. Los Contasti la alquilaron pese a la leyenda que se tejía sobre el inmueble, según la cual en ella a determinada hora del día y de la noche se sentía en sus sótanos ruidos de cadenas, pisadas lentas y pesadas, gemidos que espantaban y hasta una señora vestida de negro con los ojos enrojecidos por el llanto, llegó a ver a través de un postigo, la niña Stella Gómez Machado, cuando la casa estaba deshabitada.










OBELISCO DE LA PLAZA MATURÍN
 Erigido como monumento conmemorativo del 27 de abril de 1870, fecha en la que el general Antonio Guzmán Blanco inició la recuperación del Poder arrebatado por la Revolución de los Azules al líder de la Guerra Federal Juan Crisóstomo Falcón.  Fue decretado el 23 de mayo de 1873 por el Presidente de la Provincia de Guayana General José Gabriel Ochoa e inaugurado el 27 de abril de 1874, coronado con un busto del “Ilustre Americano” y que posteriormente, el 28 de octubre de 1889 fue eliminado y demolido por una manifestación antiguzmancista.











GALERIAS DEL PASEO ORINOCO
Desarrollada en área plana, en retícula sobre calles paralelas a la ribera del Orinoco: Edificaciones de galerías, con una arquitectura porticada en dos niveles y clara influencia antillana. Están dentro del programa de restauración y a todo lo largo de ellas se ha establecido buena parte del comercio de la ciudad. Tales Galerías son el resultado del Decreto del 5 de marzo de 1877 que establecía el pago de la mitad del derecho territorial por 12 años los edificios que se fabricaran con galerías en la calle Orinoco, “debiendo tener galerías en cada piso y a 6 años los que en dicha calle agreguen galerías.  Estas deberán ser de 4 varas de ancho, techo de azotea, columnas y barandas de hierro en la parte alta y baja descubierta en sus frentes y costados” disponía el decreto municipal.







ASILO DE ENAJENADOS
El Asilo de Enajenados de Ciudad Bolívar se construyó bajo la administración del Presidente del Estado, doctor José Benigno Rendón y entró en servicio el 25 de enero de 1938 a un costó 70.619 bolívares.  Hasta entonces a los enfermos mentales los internaban en la Cárcel Pública junto con los delincuentes y procesados políticos; afortunadamente no eran tantos pero de todos modos constituían un problema de salud grave que de esta manera quedó resuelto en la calle Igualdad, por lo menos, hasta que fue construido el Hospital Psiquiátrico en los años sesenta.  Entonces, el viejo asilo quedó abandonado por espacio de veinte años al término de los cuales fue rescatado y rediseñado para asiento del actual Instituto Universitario Tecnológico.








CASA SIFONTES
 Residencia, entre calles Concordia y Constitución, del Bachiller  Ernesto Sifontes, observador hidrográfico del Orinoco y fundador de la Estación Meteorológica de Guayana. En la azotea tenía instalado todo el instrumental por el cual supimos que allí la altitud es de 76 metros sobre el nivel del mar, temperatura ambiental de 32 grados y vientos del Ese de 5,0 metros por segundo.  La casa fue mandada a construir en el Siglo XIX por el comerciante citadino Ricardo Juliac García.  Adquirida a principios del Siglo XX por la Familia Figarella Pérez y en 1924 pasó a ser propiedad de la Familia Sifontes Sucre.  Rómulo Gallegos la visitó varias veces en febrero de 1931 cuando recopilaba material para su novela Canaima.






CASA LEVANTI
En la Calle Boyacá, este inmueble de ventanas andaluzas, fue adquirido por el Gobierno Regional, para ser restaurado y adecuado a los requerimientos de la Escuela Narciso Fragachán que funcionaba de un lugar a otro sin sede propia.  El inmueble, construido en 1891 por Francisco Santiago Alfaro, hermano del prócer de la Guerra Federal Matías Alfaro, fue adquirido en 1951  por don Antonio Levanti, corso fundador de una flota de chalanas que cumplía el tránsito fluvial entre Ciudad Bolívar y Soledad y quien contrató al armador Alberto Minet, recién llegado de Francia, tras cesar la II Guerra Mundial, para construir varias de las primeras chalanas de hierro que cruzaron el Orinoco. Levanti también habitó la misma casa entre las calles San José y Orinoco, donde fabrica el Café La Pureza.








LA CASA GRILLET
Ubicada entre el Paseo Orinoco y la Calle Dalla Costa se popularizó durante la mitad del siglo veinte como la Esquina Guevara Coll, pero el inmueble de dos plantas fue construido entre 1766 y 1786 por Pedro Claudio Grillet, padre de Florentino Grillet, fundador de la Gran Logia Provincial de Guayana en 1845 y  Presidente de la Provincia de Guayana en 1860-61 y1872. Esta Logia desapareció para darle paso a la Gran Logia Asilo de la Paz el 26 de octubre de 1854.  En ella vivió también F. G. Grillet, director de la Banda del Estado en 1901 y en la planta baja, en toda la esquina, Henry von Büren mantuvo hasta 1900 su Taller de Platería.y ofrecía joyas importadas de la Casa Pajot de Paris y hace memoria de su estada en el sitio un Gran Reloj a través del cual los parroquianos se guiaban para cumplir con sus labores del día.  La parte inferior del inmueble ha sido muy mal intervenida.





COLEGIO LAS NIEVES
Fue fundado en 1897 por Monseñor  Antonio María Durán, Obispo de Ciudad Bolívar.  Dirigido entonces por las Hermanas españolas de la Congregación de Santa Ana.  Años después fue cerrado este instituto no sin dejar muchos frutos en el hogar bolivarense. A comienzos del siglo veinte volvió a abrir sus puertas bajo la dirección de la Madre Teresa Fernández, quien fue trasladada a Maracaibo en mayo de 1901 dejando en su cargo a la Madre Carmen Castaño. Para 1934, el Colegio, exclusivo para señoritas, estaba en manos de las Hermanas Dominicas y debido al incremento de la matrícula hubo que pedir al Teatro Bolívar en calidad de préstamo 20 sillas y 12 bancos largos.  Ubicado en la Avenida Táchira en edificio propio dotado de Capilla y Teatro destaca por su amplísima edificación atractivamente diseñada y abultada matrícula que lo distingue como el establecimiento educacional privado más importante del Estado.




CAPILLA DE SAN ISIDRO
Donde es venerado uno de los Santos devotos más antiguos de la ciudad, esta Capilla de San Isidro es administrada por las hermanas catequistas de la Congregación de Lourdes fundada en Villa de Cura por el padre José María Jiménez en 1909.  Una institución monástica netamente venezolana que tiene igualmente a su cargo la Escuela Bolívar con 400 alumnos, anexa junto con la Casa Hogar Santa Rita, antiguo Orfanato Bolívar que tuvo inicialmente como sede la Casa del Morichal de San Isidro donde pasajeramente vivió El Libertador. El Orfanato fue fundado por  la Madre Rita, india de Sinamaica, traída expresamente por Monseñor Miguel Antonio Mejía, décimo Obispo de Guayana, para dirigir la institución.  Aquí se quedó hasta la edad de 90 años cuando falleció y fue sepultada en la propia Capilla de San Isidro Labrador.






MUSEO HISTÓRICO DE GUAYANA

Tiene su sede entre las calles Amor Patrio y Libertad, en una casa de dos plantas del siglo diecinueve perteneciente a los Aristeguieta, familia que tiene sus raíces en Guayana desde la entrada del Libertador en la Angostura del Orinoco en 1817.  El Museo Histórico es creación de la Fundación Bicentenaria del Natalicio del Libertador en Caracas siendo su Presidente el doctor Oswaldo de Sola, presidente igualmente del Museo que es prácticamente obra suya costeada muchas veces con recursos de su propio peculio.  El Museo con una sala en el Ecológico de Puerto Ordaz, fue inaugurado el 15 de febrero de 2000 por el Gobernador Antonio Rojas Suárez, luego de terminada la restauración del inmueble a través de la Oficina del Centro Histórico para entonces bajo la dirección de la arquitecto Asiria Silva.  El inmueble perteneciente a la sucesión Aristeguieta fue donada a la Fundación Museo Histórico de Guayana.  Su último habitante fue Miguel Isaías Aristeguieta, artista de la pintura y la fotografía,  miembro de una distinguida familia de origen guipuzcuano que usó unidos por tres generaciones los apellidos Xeres Aristeguieta.

CASA LICCIONI
La  Casa Liccioni, como se ha venido llamando un inmueble del siglo diecinueve debidamente restaurado, entre el Paseo Orinoco y la calle Babilonia, fue destinado a un centro de arte que bajo la tutela de la Universidad de Guayana, inició sus actividades a fines de 1998.  En esa esquina donde hasta no hace mucho chocaba contra sus pivotes el Orinoco en crecida, cerca del Puerto Blohm, próxima a una altísima torre del telégrafo, junto a la cual un chichero ofrecía a los viandantes su acanelado alimento tropical de arroz y leche, en una casa rectangular de grandes puertas, estaban desde el siglo diecinueve estacionados los Liccioni con un bien surtido negocio mercantil, incluyendo un Pastificio, primer hito de la fabrica de pasta italiana en Guayana. Los Liccioni que hasta los años setenta llevaban una esmeraba vida de longevos en esa esquina del costado derecho del Orinoco, los enseñó a vivir Don Pedro Liccioni, sobrino de Don Antonio Liccioni, el primero que llegó a esta tierra  y descubrió el gran filón aurífero de El Callao.




CASA PARROQUIAL

 Entre 1817 y 1821 formó parte de la cuadra militar de los patriotas afianzados en Angostura, luego fue convertida en Casa Parroquial y despacho del Vicario General de la Arquidiócesis. En ella se exhiben imágenes que datan desde los tiempos de la colonia y operó desde el 15 de mayo de 1944 hasta  1947 la emisora “La Voz de Guayana” fundada por el Obispo de la Diócesis, Miguel Antonio Mejía bajo la dirección de Monseñor Dámaso Cardazo.


EL SEMINARIO CRISTO REY

El Luchador del 21 de marzo de 1955 informa sobre el acto de inauguración del Seminario Cristo Rey bajo el obispado de Monseñor Juan José  Bernal Ortiz y demás instituciones públicas y privadas que coadyuvaron a su feliz realización para que las vocaciones sacerdotales no tuvieran que dejar a Guayana para buscar otras posibilidades.Al  fin la Diócesis vio cristalizada una aspiración que desde el siglo dieciocho tuvo momentos halagüeños y fracasos.  El seminario que en la ciudad capital  funcionó con muchos altibajos, se vio con edificio propio bajo la administración del Obispo Juan José Bernal Ortiz y el mismo fue inaugurado en la avenida Centurión el 21 de marzo de 1955 con el nombre de Seminario Cristo Rey, de fachada larga en arco de círculo, orientada Este-Oeste, formando 24 arcos ojivales.  Capillita de tonos rosado y azul pálidos, verdadera joya de la arquitectura religiosa moderna.  En la sala de reunión los retratos de los obispos de Guayana. En los años sesenta, el Seminario debido a la falta de vocaciones suficientes debió cerrar sus puertas y la edificación  destinada a la educación privada, pero regida según la doctrina pedagógica del Ministerio de Educación.









CASA FARRERAS
 En esta vivienda colonial no sólo vivió el General Ascensión Farreras, hijo de esclavos y prócer de la Independencia Sudamericana, sino a partir de octubre de 1818, Josefina (Pepita) Machado junto con su madre y una tía.  La casa identificada con el número 27 de la antigua calle La Paciencia, hoy calle Igualdad, enfrenta su fachada con el lado Este de la Catedral. Pepita Machado, amante de Bolívar desde su entrada en Caracas tras la Campaña Admirable,  se hallaba en San Thomas en 1818 y ya a punto de viajar a Caracas recibió carta de Bolívar a través  de su primo José Leandro Palacios pidiéndole viajara a Angostura a encontrarse con él.  Vivió en esa casa hasta diciembre de 1819 y siguiendo a Bolívar en dirección a la Nueva Granada falleció en Achaguas, víctima de la tuberculosis que al fin mataría a Bolívar también en diciembre de 1830.  Fueron seis años de amores con interrupciones y complejo de culpa como la que le sobrevino cuando Bolívar por estar con ella quedó aislado y a punto de darse un pistoletazo en Ocumare de la Costa.



CASA LAURO
Entre las calles Amor Patrio y Constitución se restauró este inmueble donde nació Antonio Lauro el 3 de agosto de 1917, diagonal con una de las esquinas de la Plaza Bolívar.  Lauro, guitarrista que alcanzó fama internacional, dejó una obra  conocida, estudiada e interpretada por los guitarristas destacados del mundo, por lo que su nombre forma parte del repertorio universal de la guitarra.  Era hijo del italiano Antonio Lauro Ventura, músico de la Banda del Estado Bolívar y dueño activo de la Barbería Petit Trianon, la más importante de la Ciudad Bolívar de comienzos del siglo veinte.










CASA BOCCARDO
La Casa Boccardo, en el área plana del Casco Histórico de Ciudad Bolívar, es  parte de las edificaciones de galerías del Paseo Orinoco, con arquitectura porticada a dos niveles  y clara influencia antillana, fue restaurada por iniciativa de sus propios dueños. Junto con la antigua y colonial cárcel pública, la llamada Casa Boccardo ocupa una cuadra del Paseo Orinoco y forma esquina con la calle Libertad.  Su galería superior está soportada por once columnas lisas de hierro, coronadas por capiteles de estilo compuesto.  Es uno de los inmuebles  comerciales más atractivos, data del siglo pasado y en él funcionaba la Botica Alemana de Meyer & Cia, destruida por un incendio de grandes proporciones  el 23 de marzo de 1911








CASA BLOHM

Georg Blom,  en 1829 y desde Angostura, inició en Venezuela la más importante inmigración de comerciantes alemanes de Hamburgo y Lübeck y al poco tiempo se convirtió en líder de las casas comerciales extranjeras en franca competencia con Boulton & Cía. Georg Blohm al establecerse en Angostura en 1829, se asoció con Juan Bautista Dalla Costa y se entronizó como el primer cónsul de Hamburgo.  Al romper la sociedad con Dalla Costa, se transformó en próspero comerciante con casas comerciales en La Guaira, Caracas, Maracaibo, Barquisimeto y Ciudad Bolívar. La Casa Blohm en Ciudad Bolívar fue famosa hasta la II Guerra Mundial cuando cayó en la lista negra y se transformó en la Casa BECO.  De ella salió después de ocho años Hans Welle, quien fundó una Ferretería de prestigio.







CASA CASALTA
Forma parte del conjunto de galerías de estilo antillano que ostenta el Paseo Orinoco.  En ella Virgilio Casalta fomentó uno de los negocios mercantiles más importantes e influyentes de la Ciudad Bolívar del Siglo Veinte.  Nativo de Córcega y fallecido en Ciudad Bolívar en 1955,  a la edad de 98 años, Virgilio Casalta fue Presidente de la C. A. La Electricidad de Ciudad Bolívar y uno de los apoyos más importantes en su peor momento.  Llegó a Venezuela a la edad de 17 años, vivía en la esquina de La Catorcera y tenía una casa de campo en La Sabanita que luego vendió a la Iron Mining Co., madre de la explotación del hierro en Guayana y que ésta luego donó a la Universidad de Oriente.






CASA DE LA CRUZ ROJA

Este inmueble donde funcionó la Cruz Roja  fundada como uno de los actos que a nivel nacional se programaron para celebrar el centenario del natalicio del Mariscal Antonio José de Sucre, héroe de la independencia que más se preocupó por humanizar la guerra, fue adquirido en propiedad por la suma de 32 mil bolívares a la cual aportó la mitad el Ejecutivo Regional cuyo titular entonces era el General Gumersindo Torres.  El Presidente de la Cruz Roja, don Jorge Suegart, quien también era director del diario El Luchador fundado en 1905, la compró a, Jesús Manuel Lainete. El inmueble adquirido finalmente por ina familia de origen germano fue restaurado para adecuarla a una Posada Turística.










CASA SALOM
Su construcción data del siglo diecinueve y en ella funcionó con escolaridad e internado el Colegio Santa Teresita de Jesús dirigido por la preceptora María de Lourdes Salom, esposa del médico Carlos Emiliano Salom, director del Hospital de Niños fundado por la Asociación Médica del Estado Bolívar.  Ubicado en la llamada “Subida del 14”, entre calles Amor Patrio y Dalla Costa,  fue adquirido mediante convenio con el Ejecutivo Regional para instalar allí una unidad de estudios supervisados  de la Universidad Central de Venezuela.











CASITA DE LOS TÍTERES
En la avenida Cumaná, frente a la Plaza Antonio Valera Villalobos, surge la llamada “Casita de los Títeres” fundada en 1994 por el actor de teatro Neptalí Hurtado para continuar en sede propia el trabajo disperso y espontáneo de los titiriteros egresados de la Casa de la Cultura “Carlos Raúl Villanueva” como Víctor Ortiz, Genaro Carrasco, Elsa García, Raquel Rincón, quienes fundaron “Miss Garbo”, el primer teatro de títeres de la ciudad al cual vinieron a reforzar con su experiencia desde Caracas Elibeth Hernández, Marcos Duarte y Claudio Nazoa..










CASA BROCKMANN
Esta Casona amplia y acogedora fue construida a finales del siglo diecinueve por el alemán L. Brockmann, alto ejecutivo de la Casa Blohm y primer Presidente de la Cámara de Comercio en 1900.  Luego la traspasó a un paisano germano de apellido Kobrik y este a su vez la vendió al señor Carl Wulff.  La casa posteriormente fue asiento de la Clínica García Parra, del Colegio Nuestra Señora de las Nieves y de la Escuela Francisco Antonio Zea para niñas dirigida por la maestra Anita Ramírez.  Finalmente la adquirió una familia alemana de apellido Haas para destinarla a lo que es hoy Posada Don Carlos.








CHALET DE LA AVENIDA TACHIRA
Los corsos en sus mejores tiempos, introdujeron en Ciudad Bolívar este tipo de viviendas conocido localmente como Chalet, utilizado al principio en el campo o morichales como el de Virgilio Casalta en La Sabanita y la que Roberto Bryan le arrendó a Robertico Liccioni para el Club Caballo Negro, centro de la bohemia corsa y profesional bolivarense y la alquilada en los años sesenta en la avenida Sucre por el margariteño Tirso Cova Cova para instalar su popular Club La Caranta donde solían reunirse el Gobernador Diego Heredia Hernández los poetas José Simón Escalona, Sánchez Negrón, Elías Ynaty, Argenis Daza Guevara, Germán González Seguías, Humberto Fernández, Marcial Rivas y el procurador del Estado Pacífico Rodríguez.







GRUPO ESCOLAR MÉRIDA    
                                                              
Fue construido por disposición del Gobierno de Isaías Medina Angarita luego de visitar Ciudad Bolívar tras la descomunal crecida del río Orinoco en agosto de 1943 que arrasó con la Ciudad Perdida, lugar donde fue edificado  Lo integra un auditorio estrenado con un concierto del  entonces primer arpista del mundo Nicanor Zabaleta.  El 5 de julio de 1947 fue inaugurado con el mismo personal docente de la Moreno de Mendoza transferida al interior y que entonces encabezaba como directora la maestra Teodora Méndez de Montes. Entró en servicio con un comedor escolar en la Vieja Aduana para 160 niños.  Hoy en día y desde 1970 el Grupo Escolar Estado Mérida dada su arquitectura y sólida construcción, está asociado a la Red de la UNESCO y se le considera patrimonio cultural.






LOGIA ASILO DE LA PAZ

La Logia Asilo de la Paz No. 13 que tiene antecedente histórico en la Logia La Concordia fundada por los patriotas en los sótanos de la Casa del Congreso de Angostura en 1818, no tuvo edificación propia sino a partir de febrero de 1875 en la calla Santa Ana donde aún pervive.  Anteriormente su sede era itinerante en casas arrendadas.  Su sede y templo actuales fueron erigidos sobre los muros de una casa de familia propiedad del comerciante Ángel Santos Palazzi.  Fue adquirida y cancelado su valor de 4 mil pesos  en varias mensualidades.  La Casa con el tiempo fue transformada, se le construyó en la fechada dos columnas simbólicas del templo de Salomón y el salón o templo de los ritos propios de la francmasonería en forma de escuadra.  En esa vetusta casa en cuyo jardín mora una estatua pedestre del Libertador inaugurado en 1883, se observan signo de la vieja tradición que parecen inmortales y que se confunden  con todos los orígenes atribuidos a la masonería: las columnas, las espadas de Las Cruzadas,  los signos del paganismo, la espada, la escuadra,  el compás y el mandil del albañil. Por allí han pasado militares, guerreros,  acaudalados hombres de negocios, benefactores, filántropos, en fin, líderes de la libertad y la fraternidad


ESTATUA DE LA LIBERTAD

Actualmente con un entorno precario, la Estatua de la Libertad, cuando fue inaugurada el 5 de julio de 1911, centenario de la Independencia,  disponía de una plaza más amplia frente al Orinoco con el nombre del prócer Juan Bautista Arismendi.  Su inauguración bajo el Gobierno del General Arístides Tellería, costó la prisión de don Natalio Valery Agostini, quien pronunció un discurso que irritó la sensibilidad política de los partidarios de la Dictadura de Juan Vicente Gómez.  Esta Estatua de la Libertad hecha en Italia, fue posible gracias a  la cooperación de los habitantes del Estado Bolívar y Logias de la República. 









ESCULTURAS DE LA PLAZA BOLÍVAR

Detrás de la estatua del Libertador y al frente de un templete donde se situaba dominicalmente la Banda del Estado para dar conciertos, se colocó posteriormente una escultura simbólica de la República de Venezuela; al noreste, otra representativa de Bolivia; al Noroeste, la de Nueva Granada; Sureste, Perú y Suroeste, Ecuador. Estas esculturas alegóricas construidas en piedra de arco, fueron costeadas por el general Raimundo Fonseca y Juan María Maninat. Y representan a los países libertados por Bolívar. Fonseca fue Presidente del Estado Bolívar entre los años 1880-1886, asimismo senador y diputado. El Coloquio de mayo de 1978 con representantes de países caribeños sobre el rescate del Casco Histórico recomendó la erección de una estatua en representación de Panamá.









MONUMENTO AL LIBERTADOR
Realizado en bronce estatuario, producto de la técnica fundido a cera perdida y compuesta por 120 piezas, es la estatua más alta de Venezuela y la de Simón Bolívar más elevada en el mundo.  Mide 9,60 metros y su pedestal acabado en granito mide a su vez 0,60 metros.  La escultura pesa 8.500 kilos  y la estructura de soporte 1.500 kilos.  Fue modelada en unas 10 toneladas de arcilla vaciada en yeso de 120 molduras.  Las partes se unieron con soldadura eléctrica y su acabado se realizó con pátina al fuego.  Su modelado y vaciado en yeso requirió un tiempo de tres meses, la fundición, soldadura, repasado y pátina se hizo en 6 meses y en su traslado y montaje se emplearon 10 días.  Esta inmensa obra del escultor Manuel de la Fuente. fue ordenada por el Presidente de la CVG, Elías Nadin Ynaty Bello e inaugurada en los predios del Jardín Botánico del Orinoco por el Presidente de la República Rafael Caldera, el  26 de enero de 1999, con la siguiente leyenda sobre placa de bronce redactada por el Cronista de la Ciudad Américo Fernández:  “Angostura fue el principio del fin del Colonialismo, gracias al temperamento de un hombre que se hizo guerrero por la libertad y estadista para gobernar en medio de la más tormentosas dificultades.  Aquí en los predios de la Hacienda San Isidro, Bolívar escribió su mensaje al Congreso de Angostura y el proyecto de Constitución de la República independiente y soberana.  Desde aquí condujo y trazó el destino de seis naciones, fundó el Correo del Orinoco y concentró las armas para la liberta de América”.




PLAZA URDANETA
Este oficial del Ejército patriota venezolano nacido en Maracaibo en 1788 y fallecido en Paris en 1845, se vincula a Guayana a partir de 1817, siendo ya General de División y con una hoja de servicio efectiva y muy activa a favor de la causa emancipadora de Venezuela y la Nueva Granada.  El 19 de agosto de1974, en la Plaza del Batallón Urdaneta de la V División de Selva, le fue levantado un busto en su memoria, obra del escultor Julio Balza, donado por la Sociedad Bolivariana, institución ésta fundada por él en 1842 y luego, el 8 de junio de 1995, los zulianos vinieron de la tierra del Gran Lago donde nació, a erigirle una estatua del escultor José Ángel Carrasco, en Plaza junto al Jardín Botánico, construida por la Alcaldía de Heres.  Una estatua de bronce aquí en la Angostura del Orinoco donde llegó por primera vez en 1817 en compañía de Sucre para encargarse del gobierno militar del Bajo Orinoco y de las Misiones del Caroni abandonadas por los Dragones de Piar.





LA FUENTE LUMINOSA

Una de las obras ornamentales de la ciudad ejecutada durante la administración del Gobernador José Barceló Vidal fue la Fuente de la Fortuna o Fuente Luminosa donde interceden las Avenidas 5 de julio, 19 de Abril y Germania. Es la primera en su tipo erigida en la capital bolivarense.  Sus penachos de agua formaban una transparente campana de arco-iris que extasiaba a enamorados, transeúntes y ocupantes de automóviles de paseo que expresamente se desplazaban alrededor.  Estuvo un tiempo inactiva y fue reparada por la administración Rojas Suárez aunque no con su original esplendor de luz y color.


CERRO AZUL

Obra vial, a manera de portachuelo, ejecutada durante los primeros veinte meses del segundo mandato del general Marcelino Torre García (1918-1921). En el corte del cerro para convertirlo en tramo de la calle El Progreso con acceso a la calle El Porvenir, participaron 50 delincuentes comunes de todo el Estado, quienes a fuerza de dinamita, barreno y mandarina, volaron 1.800 metros cúbicos de roca para lo cual fue necesario utilizar tres mil tiros de dinamitas.












PUENTE  SOBRE EL ORINOCO

Hubo un tiempo en que la Piedra del Medio era el signo identificador de Ciudad Bolívar. Lo sigue siendo como monumento natural, pero también y de manera iconográfica muy notoria, el Puente Angostura sobre el Orinoco, inaugurado el Día de Reyes de 1967. Desde entonces Ciudad Bolívar, otrora con un anticuado servicio de chalanas, quedó definitivamente unida y comunicada con el resto de Venezuela. Se trata de un puente colgante con una longitud de 1272 metros. Fue construido por la United Stated Steeel al costo de 178 millones de bolívares.








LANCHITAS DE PUERTO BLOHM
Primero eran curiaras indias a canalete utilizadas para pasar el Orinoco de una costa a otra.  Después las curiaras se transformaron en veleros y finalmente cuando comenzaron a llegar los motores fuera de borda se utilizaron lanchas propias del mar adaptadas a las peculiaridades del río.  A través de ellas se cumple el transporte de pasajeros entre Soledad y Ciudad Bolívar y en el Puerto de Blohm como en Soledad han sido construidos atracaderos especiales.  Ni las chalanas ni el Puente Angostura sobre el Orinoco han podido disminuir ni sustituir este servicio siempre activo entre una ribera y otra.  Algunas de ellas son incluso contratadas ocasionalmente por turistas deseosos de conocer parajes del gran río como Panadero, El Degredo, La Encaramada, Playa Blanca y Bocas de Marhuanta.




MUSEO MODERNO JESÚS SOTO
 Fue decretado el 27 de octubre de 1969 por el gobernador Carlos Eduardo Oxford Arias, realizado durante la gestión de su sucesor Manuel Garrido Mendoza  e inaugurado por el Presidente de la República Rafael Caldera, el 25 de agosto de 1973, pero el museo nació mucho antes, talvez cuando el maestro Jesús Soto expuso la idea al ganar en 1959 el Premio Nacional de Pintura. Es un museo bastante coherente y en él se exhiben pinturas, desde los precursores del arte moderno como el ruso Kasimir Malevich hasta el maestro Soto, con una sala totalmente dedicada a su creación cinética. El sólo edificio es una obra de arte, la última del arquitecto Carlos Raúl Villanueva. 





MUSEO GEOLÓGICO Y MINERO
Funciona en el Núcleo Bolívar de la Universidad de Oriente en  La Sabanita y en él se exhiben centenares de muestras geológicas y mineras de Guayana y Venezuela así como equipos utilizados en la explotación de hidrocarburos, piedras preciosas y minerales como el oro y el hierro. Su fundador el doctor José Baptista Gomes, fundó también el Taller de talla de diamantes, en la misma área del museo.










TALLER TALLA DE DIAMANTES
El Taller-Escuela de Talla de Diamantes se encuentra en el Campo Norte de La Sabanita en el conjunto de edificaciones del Museo Geológico y Minero de Guayana.  Aquí se prepara el recurso humano necesario para la manufactura de la piedra preciosa.  El Estado Bolívar es rico en minas de diamantes, el único productor de este recurso en el país.  El 95 por ciento de la producción diamantífera es exportado en forma libre con una tasa impositiva por derecho de exportación sumamente baja.  La idea es tratar de reducir la exportación preparando aquí el personal técnico capaz de transformar el diamante en brillante.


MUSEO ETNOGRÁFICO DE GUAYANA

 Inaugurado el 24 de julio de 1988 luego de un trabajo iniciado por la antropólogo María Eugenia Villalón  y completado más tarde por la antropólogo Nalúa Silva Monterrey, bajo el Patrocinio de la Dirección de Cultura del Estado. Comenzó con 173 piezas de cestería y cerámica pertenecientes a grupos étnicos diferentes de Guayana (Curripaco, Yw´kuana, Pemón, Piaroa, Yanomami, Bariva Y Warao) así como con un buen fondo bibliográfico. Todo enriquecido desde entonces con artesanía de otros grupos, más impresiones fotográficas de carácter etnográfico de Henri Corradini. Funciona en la antigua Cárcel Real que data desde la propia fundación de la ciudad, inicialmente restaurada por la CVG para el Archivo Histórico de Guayana.  Al Museo recientemente se le cambió el nombre por Instituto Cultual del Orinoco.



JARDÍN BOTÁNICO DEL ORINOCO
Inaugurado el 21 de mayo de 1995 bajo la dirección del doctor Leandro Aristeguieta, su creador bajo el patrocinio de la CVG, Gobernación y Alcaldía de Heres. Este reservorio vegetal de 60 hectáreas, anclado en el corazón de la ciudad, cuenta con un centro hortícola, crasuletum, palmetum, laboratorio, biblioteca, cafetín y área recreacional. Al lado del Jardín botánico esta el Parque “Raúl y Menca de Leoni”, muy visitado por parejas de enamorados. Existió en la zona una inmensa laguna ahora saneada, acondicionada y reducida a dimensiones ideales para la recreación infantil-juvenil.






AVIONETA DE JIMMY ÁNGEL
Esta avioneta Ryan Flamingo se hizo famosa a partir del 9 de octubre de 1937 que el aviador californiano Jimmy Ángel impactó con ella en la cumbre de la meseta del Auyantepuy de la Gran Sabana para  atraer la atención del mundo sobre el salto de agua más elevado del planeta. Se exhibe como pieza de museo en los jardines del aeropuerto de Ciudad Bolívar.  No son restos sino la avioneta original..












PUERTO DE LOS COCOS
Antiguamente se llamaba a la parte del puerto comprendida entre la Esquina Liccioni y el Mercado (Mirador Angostura) Puerto de los Cocos porque en ese trayecto existían cocales.  Anteriormente se llamó La Muralla.  Atracaban allí las embarcaciones que navegaban para el Apure y en la parte de abajo las que navegaban para Trinidad y La Guaira.  La Compañía Estrella Roja tenía sus oficinas en la antigua Casa Blohn que después de la II Guerra Mundial pasó a llamarse Casa Beco.











MIRADOR ANGOSTURA
Parque de tres áreas recostado al río Orinoco en el mismo lugar donde se inició la fundación o traslado de la ciudad con el Fortín  San Gabriel en 1764. Desde allí una sugestiva panorámica del río que abarca al pueblo de Soledad en la ribera opuesta. Cafetín y comedor popular, anfiteatro y espacio de recreación pasiva. Desde la época de la Colonia hasta los años 50 permaneció en el punto el Mercado Público y la toma de agua del primer acueducto que tuvo la ciudad a partir de finales del siglo diecinueve.







PARQUE RUIZ PINEDA
En la avenida Libertador: instalaciones infantiles, concha acústica y pista de trotar. Al frente, colíndate con la V División de Selva, una tercera avenida para desfiles militares y proyecto en ejecución de un museo militar vial.  Fue un regalo del Gobierno Central a Ciudad Bolívar con motivo del sesquicentenario de su fundación el 22 de mayo de 1964.  En la Concha Acústica, con capacidad para 5 mil personas se han presentando y presentan ocasionalmente espectáculos de resonancia nacional e internacional como el Festival de la Canción Bolivariana en 1972 dentro del marco de la Feria del Orinoco.






NUESTROS RÍOS SON NAVEGABLES
La competencia Internacional “Nuestros Ríos son Navegables”  se realiza desde 1973 todos los años entre los últimos días de agosto y primeros de septiembre.  Parte de San Fernando de Apure, cumpliendo una travesía que contempla la navegación de los ríos Apure, Payara, Altamaica, Arauca, Cunaviche, Cunavichito, Claro Capanaparo, Parguasa, Orinoco y Caroní, en un recorrido de 1672 kilómetros durante ocho días.  En los primeros siete días se cumplen etapas de regularidad, con un día intermedio de descanso, y en el octavo día en el tramo Ciudad Bolívar -  Puerto Ordaz, una etapa de velocidad por categorías.  Los pilotos y copilotos, mayores de dieciocho años, compiten con embarcaciones mayores de 18 pies y con autonomía para recorrer 270 millas estatutas y poder navegar a una velocidad mínima de 35 millas por hora.  Por supuesto, hay que estar debidamente inscrito  en esta competencia limitada a 120 lanchas.









CLUB NÁUTICO ORINOCO  
El Club Náutico Orinoco se fundó en 1976 por iniciativa de un grupo de bolivarenses amante del deporte náutico, encabezado por una Junta Promotora que presidía el Capitán Abraham Pérez Camejo e integraban además Nerio Carmona, Elías Ruiz, Julio Barreto, Narciso Salazar, Norma Kleyser y José Villar Hernández.  Se fundó con un capital social de 500 mil bolívares aprovechando las antiguas y estatizadas instalaciones de la Shell cedidas en calidad de comodota por la Gobernación del Estado. En 1987, siendo Presidente el profesor César Gil Páez, fue privatizado.  Las instalaciones han sido remodeladas, ampliadas, comprende: .Bar restaurante, estacionamiento de lanchas y base para la práctica del deporte náutico, especialmente cuando las aguas del río alcanzan su mayor nivel entre los meses de julio a septiembre.  En septiembre de cada año y desde 1973 que se realiza el Rally Internacional “Nuestros Ríos son Navegables” el Club adquiere extraordinario movimiento dado que es punto término de la séptima etapa y comienzo de la última desde la Piedra del Medio.



MERCADO DE LA SAPOARA
Antes de llegar al  Club Náutico, al lado de la Capitanía de Puerto, está el Mercado de la Sapoara, sector de La Carioca, que es el sitio más popular de Ciudad Bolívar. Turistas, viajeros y gentes de todos los estratos convergen allí,  desde que amanece hasta que comienza a declinar el Sol, para degustar los típicos platos de la fauna orinoquense. Dispone de 14 restaurantes, 14 puestos de venta de verduras y frutas fresca, 12 puestos para la venta del pescado y otros para artesanía, abastos, ferretería, hielo y amplio estacionamiento.






TRANSPORTE TURÍSTICO FLUVIAL
Aquí mismo, en las instalaciones del Mercado de la Sapoara, funcionan las oficinas del Transporte Fluvial “Orinoquense Tours” que ofrece servicio en cualquiera de sus embarcaciones para excursiones de uno o más días por interesantes parajes del Orinoco y que en circuito de varias paradas, cuenta con Chuuata Restaurante, paseo en caballos, equipos de pesca, salvavidas, Guías, campamento  a orillas del río y otras posibilidades incluyendo los Castillos de Guayana la vieja y Salto La Llovizna del Caroní.













LAGUNAS DEL MEDIO Y LOS FRANCOS
Ocupan un área aproximada de 200 hectáreas, separadas del Río Orinoco por una franja de 300 metros de ancho por dos kilómetros de largo.  La circundan los sectores poblados de La Carioca, La Fortuna, Amores y Amoríos, La Lorena, Pueblo Nuevo, Las Moreas, Hipódromo Viejo, El Mereyal y Los Coquitos. Perdieron su comunicación con el Río al construirse un dique para la prolongación del Paseo Orinoco desde la Capitanía de Puerto hasta la Urbanización Los Coquitos.  Estas Lagunas tienen un arraigo sentimental y tradicional para la gente de la ciudad y a objeto de asegurar su saneamiento y potencial turístico y científico, la Gobernación del Estado ha anunciado el proyecto de lo que sería el Acuario del Orinoco dentro de un espacio acotado en el ambiente acuático que le es propio.  Sería combinado con el aprendizaje y entretenimiento, semejante a los que ya existen en Plymouth, Paris y Niza, Nápoles, Berlín y Florida.  Asimismo se ha previsto un centro de rehabilitación del Manati  y de la avifauna de Guayana.


CULTURA TRADICIONAL
  La población indígena del Estado Bolívar y sus valores culturales disminuyen en la misma medida que el hombre de la ciudad penetra sus dominios, no obstante son numerosos los valores puros que todavía se conservan y otros que dentro del proceso de mestizaje han dado lugar a una cultura folklórica de la cual hablan la tapara, el metate, el chinchorro de moriche, la guapa, el manare, el sebucán, la petaca y en general la cestería en sus más variada forma.
A esto de la artesanía agregamos la talla del azabache, el cual es muy usado como amuleto y contra el mal de ojo, ya en el campo de la superstición como  en la hechicería y la curandería.
Dentro del campo ritual y musical pervive la devoción por la Cruz de Mayo, la danza de la culebra, la guasa de tinte negroide, el canto negroide del papelón, el vals sin languideces en sus modulaciones, las románticas parrandas de aguinaldos distanciados del merengue y el guasón tan común en el oriente, comparsas la Casta de Paloma, la Barca de Oro y El sapo del juglar Alejandro Vargas; el calipso de corte calloense que se distingue del clásico antillano por su estilo amerengado, ejecutando  con guitarra, rayo, tambor, cuatro y bumbac; el joropo guayanés con bandola de ocho cuerdas, cuatro y maracas , sin la tradicional arpa llanera, y el baile del yuquiao.
En gastronomía, los platos de la comida típica guayanesa responden a un arte culinario vinculado con los productos legítimos de la zona como el venado, la tortuga, el morrocoy, la sapoara, el lau- lau, la curvinata, el pavón, el morocoto y la cachama. Solo que su sabor y riqueza proteica han dado lugar a una demanda constante y continúa que acentúa la captura muchas veces de manera irracional. Hoy esas viandas son escasas en los restaurantes, especialmente el pastel de morrocoy y el carapacho de tortuga, sobre los cuales gravita una veda decretada por las autoridades proteccionistas del estado venezolano.
El venado generalmente se sirve mechado, combinado con plátano, arroz y frijoles. El carapacho de  tortuga al igual que el pastel de morrocoy se ofrece en tiempos de Semana Santa. La sapoara se prepara en distinta formas, pero la rellena es la que da sentido a la tradición y sólo es posible en agosto cuando su cosecha coincide con las del mango y el merey, frutos muy del patio guayanés. El lau- lau es  un pescado de carne exquisita lo mismo que el pavón que se pesca en el Lago de Guri y en los rebalse o cuerpos de aguas a la margen del Caura. La curvinata  frita es de un gusto muy agradable. Pero empiece por un buen sancochó de morocoto o cachama o, en todo caso,  un  híbrido cachama- morocoto. El guayanés sostiene que levanta a cualquier moribundo y en cuanto a la sapoara, Gallegos recoge en su novela Canaima la leyenda según la cual, quien la come se queda para siempre en Guayana casado con una guyanesa.
        Dos viandas comunes en la mesa del guayanés igualmente son palo a pique  elaborado a base de frijol de cabecita negra, arroz, carne salada, verdura; y el pelao de gallina  cuyos ingredientes principales son, además de la gallina, el arroz y el ají dulce.
         Las bebidas refrescante más domésticas, pero que también se sirven en algunos restaurantes, son el carato de mango, el carato de moriche y el agua de panela con limón. El postre típico de los hogares guayaneses abarca la jalea de mango verde, el merey en almíbar, mazapán, turrón tipo alicante y las almendras de merey. 




PASEO ORINOCO

       El bulevar que bordea el Orinoco frente a Ciudad Bolívar  comenzó en el siglo dieciocho con el nombre de calle   La Muralla, luego La Alameda, Paseo Falcón después de la Guerra Federal, y, finalmente, Paseo Orinoco en 1967 cuando fue trasformado para elevar la cota de protección de la ciudad contra las periódicas crecidas del río. Fue inaugurado  junto con el Puente Angostura y costo cuatro millones de bolívares. Consta de ocho secciones y dos vías de circulación divididas por una isla de 1.500 metros con árboles corpulentos, acera, pasarela a la margen del río, jardines, puesto de descanso, faroles, zonas de estacionamiento, sistema de sonido para música ambiental y los bustos del licenciado Francisco Antonio Zea, presidente del  Congreso de Angostura; monseñor Mariano Talavera y Garcés, administrador apostólico de la diócesis de Guayana (1829-1841) y Bachiller. Narciso Fragachán, introductor del bachillerato privado en la ciudad.  En 1975 fue prolongado por la parte oriental, desde la Capitanía de Puerto hasta la Urbanización Los Coquitos.



CASA DEL CORREO DEL ORINOCO
         En el Paseo Orinoco, haciendo esquina con la calle Carabobo, se halla la casa donde fue editado el Correo del Orinoco, hebdomadario de los patriotas entre 1818 y 1822. La casa data de los  tiempos de la colonia y perteneció al alcalde  provincial José Luis Cornieles, quien la cedió al Libertador Simón Bolívar para establecer en ella la  imprenta del Gobierno Supremo. Fue restaurada en 1968 con motivo del sesquicentenario del Correo del Orinoco y cedida a la Sociedad Amigos de Ciudad Bolívar, presidida por el poeta y critico de arte Rafael Pineda, para sede de un museo de las artes plásticas.        En su interior se exhiben las muestra hitos de un siglo de pintura venezolana También hay una sala destinada a la prensa heroica con un entorno gráfico de la antigua ciudad  del siglo diecinueve, otra de arte precolombino y un espacio donde se exhiben obras artística extranjeros, donadas al museo. En este Museo de Ciudad Bolívar en la casa del Correo del Orinoco se cometió el 14 de enero de 1996 el primer robo de obras de arte ocurrido en  Venezuela. Los ladrones se introdujeron por el techo y sustrajeron un desnudo del artista  Luis López Méndez (óleo sobre tela 78x48, 1970), la obra “Crepúsculo de la sabana de San José” y una escultura de bronce, conformada por tres módulos, denominada “La Ciudad”.














TAMARINDO DE SAN ISIDRO

El 11 de junio de 1992 cayó el Tamarindo de la Casa de San Isidro .Cayó para no levantarse sino en sus ramas, en sus elípticas hojuelas, en flores amarillas, en fin, en las semillas de sus frutos pulposos.  Quedó desplomado el tronco añoso, horizontal como un anciano resistido a la muerte. La ciudad creció con este Tamarindo, en una brecha de la inmensa laja sobre la cual se levantó la que fue casa principal de la hacienda de San Isidro y luego morada del Libertador Allí dice la historia o la leyenda que el  Jefe Supremo de la naciente República amarraba su briosa cabalgadura. El Libertador solía cabalgar muy de mañana y su caballo preparado siempre estaba allí a la espera. De manera que el árbol añejo podría contar la historia de aquel ejemplar enlazado en las sabanas de Angostura y que seguro no tuvo el mismo destino trágico del que montaba el derrotado Brigadier Miguel de la Torre. Entonces, el noble Tamarindo podría testimoniar también el paso por allí de aquel hombre de tez curtida y ojos brillantes que planificaba victorias, dictada cartas tras cartas, proclamas tras proclamas y discursos tras discursos a sus incansables amanuenses Podría contar la historia de Angostura o de la  propia casa desde el día en que Rafael Vélez, funcionario real en la época de Centurión, la levanto como granero de una ciudad que apenas daba pininos por la orilla del río.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   Pues bien, el Tamarindo, resplandeciente en su verdor saludaba la tenue lluvia de aquel día de junio cuando sus raíces quedaron vencidas por la roca. Estaban agotadas de tanto luchar contra la dura aridez de la piedra. El Tamarindo de San Isidro ha  envejecido y anunciando su muerte!


















LA FERIA DE LA SAPOARA
La Sapoara, este legendario pez del que los ictiólogos aseguran no se ha encontrado todavía otro igual en el mundo, es puramente bolivarense. Habita en las aguas del Orinoco, entre Caicara y Parital. Se alimenta de microorganismo, no muerde anzuelo, sólo es posible capturarla con atarraya Y según la leyenda, es cebo de las guayanesas para atrapar forasteros. Su pesca es un espectáculo de feria durante agosto, mes en que la gente se acoda en la baranda del Paseo Orinoco aguardando que un rayo de luz haga platear la piel de la Sapoara o Zapoara enmallada en el esparavel del pescador. Llegando a Ciudad Bolívar me dijo una guayanesa / que si comía la sapoara / no comiera la cabeza. Eso dice el merengue del músico margariteño, Francisco Carreño, apegado a la leyenda que recoge Rómulo Gallegos en su novela Canaima: cebo para atrapar forastero. Y es que quien come la cabeza de la sapoara se queda para siempre sembrado en Guayana y casado con una guayanesa.
El poeta nativo, Héctor Guillermo Villalobos, la sitúa en otros plano: Es una institución del pueblo / la pesca de la sapoara/ Once meses en la orilla / Juan sufre, piensa y aguarda / por once meses de ayuno / un mes de mesa colmada!  Porque hubo un tiempo en la que la sapoara era el único pez apetecido del río. Hoy son todos y a cambio, ella se ha vuelto fiesta, sabor y tradición  Pero la sapoara no sólo es fiesta, sabor y tradición, es también leyenda y símbolo de la Angostura de ayer y la Ciudad. Bolívar de hoy.



CAMPAMENTO RÍO ARO
En el Municipio Sucre, a 120 kilómetros de Ciudad Bolívar y a 2 horas de Puerto Ordaz, se desarrolla el Campamento Turístico Río Aro dentro de un área de 600 hectáreas en la vía hacia Maripa..  Cuenta con churuatas de dos plantas y 4 habitaciones dobles cada una, acondicionadas con baño, closet y aire acondicionado para el descanso y confort de los visitantes.  Además ofrece una típica barra en el Restaurante Moitaco, con platos típicos de la región.  El turista al llegar se encuentra con un abanico de opciones receptivas como montar a caballo, recorrer las sendas que bordean al Río Aro, escalar el cerro que domina el paisaje o pasear en lancha hasta las islas, bien para pescar o darse un baño refrescante.




CENTRO ECUESTRE RANCHO ALEGRE
La afición por las carreras de caballos fue introducida en Angostura por los legionarios ingleses e irlandeses en 1820.  Entonces eran desafíos en  la Mesa de Angostura, pero cuando en realidad se levantan instalaciones apropiadas para desafíos o competencias es en octubre de 1917 en la zona de extensión urbana de Santa Lucía por iniciativa del Jockey Club de Ciudad Bolívar presidido por el abogado Antonio María Delgado y el comerciante  Santos Palazzi.  En 1935 fue reubicado en el punto donde hoy se levanta el Auto Mercado Cada. Posteriormente, entre 1964 y 1966 fue mudado a la zona de Jobo Liso y finalmente el 12 de octubre de 2002, por iniciativa de su propietario el médico Mateo Meo Pollino, surgió un nuevo hipódromo a quince minutos de  la ciudad, vía Maripa, con el nombre de Centro Turístico Ecuestre “Rancho Alegre”, el cual comenzó a operar en firme el 30 de noviembre con triple jornada los días viernes, sábado y domingo.




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EL MUNDO MÁGICO DE GUAYANA
El turista que llega a las islas de Margarita y Coche, al litoral central o cualquiera de las otras islas del Caribe, luego de febriles horas de sol  y playa, se siente atraído por este mundo mágico de Guayana que le han dejado en el subconsciente las lecturas de tantos viajeros como Löfling, Humboldt, Lucien Morisse, Henry Wickham, Jules Crevaux, Friedrich Gerstacker, Carl Geldner y otros como Jean Chaffanjon traducido en novela por la profusa imaginación de Julio Verne.
Guayana está a escasa distancia aeronáutica de esos puntos y para el turista encontrarse con este inconmensurable mundo verde lleno de misterios y de ríos, suele hacerlo desde los aeropuertos internacionales de Maiquetía, Margarita y  Las Antillas. Desde esos lugares se puede saltar en vuelos charter o en los ordinarios. Todos llegan a Ciudad  Guayana que es la urbe más moderna, o a  Ciudad Bolívar que es la más antigua. Luego todo es fácil para alcanzar el mundo de los buscadores de oro y piedras preciosas; el mundo de los indígenas, los escenarios de Canaima, Kavanayen, Kavac, Murak, Alto Caura.
Si ya ha conocido a Ciudad Bolívar, lo inmediato es Ciudad Guayana a 45 minutos por moderna autopista: tierras salvajes de ayer transformadas por la tecnología y el ingenio del hombre en avasallantes complejos industriales. Allí donde los dos ríos más grandes de Venezuela, el Orinoco y el Caroní, se dan la mano para llegar al mar, se procesa la riqueza minera del hierro y el aluminio, dentro del contexto de una urbe de 800 mil habitantes.
Ciudad Guayana, después de Ciudad Bolívar, es buena escala para hacer turismo por tierra a través de una gran carretera asfaltada con Brasil. Luego se puede empalmar si quiere el turista extenderse hasta Pacaraima y Boa Vista. Durante el trayecto van surgiendo pueblos tramados sobres antiguos asentamientos coloniales de misioneros: San Antonio de Upata, valle del cacique Yocoima, de las mujeres bonitas y del babandí que es ardorosa fuente de juventud; Guasipati, la tierra de los zorros guaches; El Callao, de arquitectura popular antillana donde predomina la gente de color que juega fútbol y baila calipso con aroma de merengue, donde industrialmente se procesa el oro de veta extraído de las graníticas galerías de cuarzo y se ofrece la orfebrería más barata del mundo; Tumeremo, punto culminante de la penetración misionera; El Dorado y Las Claritas, base de los buscadores de oro del Sur y siguiendo hasta la frontera, el paisaje espectacular de un interminable manto verde de sabanas y moriches, ríos sobre lechos de jaspe, cascadas impresionantes como la del Kamá; Tepuyes que parecen fortalezas guardianas del silencio de la selva y valles con climas excepcionales como el de Kamarata que invitan a un diálogo profundo con la naturaleza.
Pero antes de tomar carretera larga desde Ciudad Guayana visite Ciudad Piar, al pie de las minas de hierro del Cerro Bolívar y la gran Represa de Guri. 




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