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Américo
Fernández
TURISMO
EN
GUAYANA
ESTADO BOLIVAR
El Estado Bolívar forma parte de la Guayana
venezolana, al Sur del Orinoco, con una
superficie de 238 mil Kilómetros cuadrados, una población de millón y medio de habitantes, incluyendo 40 mil
indígenas, y una temperatura media de 28 grados C. Ciudad Bolívar al norte,
tiene una media anual de 27.3, mientras que
Santa Elena de Uairén, al sur, a 910 m.s.m alcanza 21.2 grados C.
Tres grandes
paisajes lo integran: el de las sabanas
con sus montañas aisladas, que colindan con el Orinoco; el del macizo guayanés
de formación precámbrica, con sus imponentes tepuyes y profundos valles por
donde corren los ríos que van desembocar al Río Padre y, por último, las
tierras bajas y en parte sabaneras del Yuruari.
Su
sistema hidrográfico drena hacia el
Océano Atlántico por el Orinoco, primer río de Venezuela y tercero de América,
alimentado por numerosos cursos en su recorrido de 2.063 Kilómetros, entre
ellos, el Caroní y el Caura, ambos con el mayor reserva hidroenergética del país.
Algunos ríos
de la región son abordados en su curso por grandes desniveles que dan lugar a
cascada como el Salto Ángel, considerado el más elevado del planeta y complejos
raudales como los de Cachamay sobre el Caroní, estrepitosos en tiempo de
lluvia.
La
disponibilidad de aguas superficiales ha
sido estimada en 590.000 millones de metros cúbicos al año, más que el
escurrimiento de la margen izquierda del Orinoco, lo cual hace el territorio
con mayores recursos hidráulicos del país.
Una diversa
vegetación de bosques y selvas de gran valor forestal comercial tiene el
Estado. Así como sabanas de escasa vegetación con aislados bosque de galerías, más la vegetación propia
y exclusiva de los tepúes.
El Estado
Bolívar al igual que el resto de la Guayana es una de las regiones florales más
ricas y espectaculares del mundo. Desde el siglo diecinueve, especialista de
distintas nacionalidades, atraídos por ese mundo enigmático, realizan
expediciones de colección para elaborar la flora descriptiva de esta parte de
Venezuela cuya historia comienza con el Dorado y se proyecta con la fuerza de
su río y la riqueza sus minerales de
gran importancia industrial.
La fauna
silvestre de la región, repartida entre sabanas y tierras altas, está representada
por jaguares, venados, osos y monos; paujíes, guacamayas y tucanes; morrocoyes,
tortugas y babas; morocotos, lau-lau, curbinatas, valentones, pavones y
sapoaras.
Su paisaje
humanizado lo refleja muy bien la historia
regional, la cual se remota desde la llegada de los conquistadores en 1532 con
Diego de Ordaz y posteriormente en 1593 cuando Antonio de Berreo toma posesión
de la provincia en nombre del rey Felipe II y funda el 21 de diciembre de 1595
la ciudad de Santo Tomás de la
Guayana que en el siglo diecinueve (1846) cambia este nombre
por el de Ciudad Bolívar, en homenaje al Libertador Simón Bolívar que asentó en
ella los Poderes Supremos de la
República que hicieron posible la independencia de Venezuela,
Nueva Granada y Quinto.
Actualmente el
Estado Bolívar es fuente de materias primas para la producción de bienes de
capital. Produce el 100 por ciento del mineral de hierro del país, el 60 por ciento de la energía hidroeléctrica
y el 100 por ciento del aluminio a partir de los grandes yacimientos de bauxita
en Los Pijiguaos. Posee otros recursos de importancia: oro, piedras preciosas y minerales de carácter
estratégico. Dividido en 10 municipios y 46 parroquias, su capital es Ciudad Bolívar, cuyo casco o centro urbano ha
sido declarado Monumento Histórico
Nacional.
Turismo, palabra mágica desde el
punto de vista económico porque conceptúa una manera de recibir sin retribuir
materialmente nada, está muy de boga en nuestros días y su importancia ha ido
creciendo en la medida que los pueblos han percibido y concienciado su realidad
intrínseca.
¿Qué es la
historia? Una respuesta distinta a las
tantas conocidas podría ser que la historia es la cultura de los pueblos,
partiendo del principio según el cual la cultura es el inventario de todo lo
realizado por el hombre y, lógicamente,
todo lo realizado por el hombre tiene una historia en el sentido, esencia y
forma de su transcurrir en el tiempo.
Lo
que ocurre es que en el transcurrir del hecho histórico-cultural que constantemente
tiene un propósito individual o colectivo se jalonan situaciones relevantes que
son como una marca indeleble en el tiempo.
Así, por ejemplo, si una ciudad en busca de un destino superior debe
llevar a cabo una acción significativa
contra un adversario incomprendido y la dicha acción triunfa con
grandeza, es imposible entonces que pase desapercibida. Siempre la
recoge la letra de la historia que la convierte en monumento
testimonial.
El
universo planetario está lleno de monumentos que hablan de algún hecho lejano o
reciente de nítida significación dentro del contexto geo-político de una
identidad determinada y suelen traducir el hecho histórico-cultural mediante
simbolismos y formas de gran sensibilidad creadora que constituyen en sí un
atractivo permanente para la reflexión y la contemplación.
Los
pueblos, por lo general, no vegetan ni se limitan a vivir el momento sino
que se sienten orgullosos de su historia
y la sirven a propios y extraños en bandeja dorada. Y si ese pueblo, además de monumentos, tiene
paisajes físicos y naturales, costumbres y tradiciones muy particulares, clima
ideal, centros de recreación y hospedajes cómodos y seguros, está hecho para el
turismo.
El
Turismo, no obstante ser ahora cuando de
él tanto se habla y escribe por lo que
significa económica, social y
culturalmente, data, podríamos decir, desde los mismos tiempos de Marco Polo en el siglo trece. ¿Quién no ha oído hablar o leído de Marco
Polo? Para mí que fue el primer
gran turista del universo. Un viajero famoso, famoso por el hecho de haber sido
el primer viajero occidental que llegó a regiones del continente asiático que
no habían sido visitadas por europeos antes que él, y sobre todo porque fue el
primero que dejó una relación escrita de los lugares que visitó y sus
impresiones y relatos cautivaron a otros potenciales viajeros deseosos de
impactarse con lo maravilloso desconocido.
El
grand
tourd de la aristocracia británica a Europa en el siglo dieciocho y los
viajes por África en el siglo diecinueve del médico y misionero belga David Livingstone, son ejemplos del turismo
de los primeros tiempos.
Sus
relatos e impresiones de lugares desconocidos y de grandes atractivos
culturales y naturales suscitaron en quienes podían hacerlo, el deseo de
ausentarse para encontrar y vivir la emoción de lo desconocido. Quien viaja, siempre tiene algo importante
que contar de la mejor manera posible.
Muchos lo hacen a través de la literatura y eso fue lo que hicieron
relevantes figuras como Rousseau,
Goethe, Balzac, Duma, Lord Byron, Víctor Hugo, Dickens, Tolstoi, cuando
viajaron a Suiza y contaron y cantaron las bellezas de sus montañas. Hoy día Suiza es la cuna del turismo y
centenares de alpinistas viajan todos los años a emular a Jacques Balmat
escalando la cumbre del Mont-Blanc o las gargantas escarpadas de sus montañas y
picos de formas puntiagudas.
Se
dice que la palabra la importamos de Inglaterra. De Inglaterra también nos vino la revolución
industrial y asimismo la
Carta Magna de Juan sin Tierra, origen de las instituciones
liberales, de manera que no debe sorprendernos.
Por algo la
Constitución de Angostura propuesta por el Libertador Simón
Bolívar tenía mucho del sistema de gobierno anglosajón y numerosos británicos e
irlandeses siguieron su causa hasta el punto de pelear y ofrendar sus vidas en
Boyacá y Carabobo.
De
distintas maneras se ha definido, pero la Academia Internacional de Turismo
prefirió acogerse a ésta: “Turismo es viajar una persona por su gusto,
alejándose de su domicilio más de 24 horas” y por ella premió a su
autor con 50 mil francos y una semana de
estancia en Montecarlo.
Y
es muy cierto, sólo que el gusto de viajar responde a innumerables deseos:
deseo de admirar las bellezas naturales, deseo de ejercicios al aire
libre, deseo de conocer monumentos
históricos, costumbres y tradiciones de otras regiones, en fin, deseo de descansar y de romper con la monotonía del
trabajo.
Se
puede viajar solo, en pareja o en grupos organizados. Los tours organizados
están de modo y resulta la mejor forma económica de hacer turismo. Dicen las crónicas que la idea se le prendió
originalmente a Thomas Cook, un hombre de ocurrencias felices como cualquier
otro. Al parecer fue quien tuvo la iniciativa de hacerlo por primera vez
transportando turistas en 1841 a bordo de un tren alquilado de Loughborough
a Leicester Ahora son agencias
especializadas las que ofrecen viajes organizados que incluyen transporte,
alojamiento y demás servicios en un precio global, lo cual posibilita los viajes al extranjero a grupos cada vez más crecientes. El paquete o viaje organizado ha
democratizado los tours y las vacaciones en el extranjero han dejado de ser un
privilegio de las clases sociales acomodadas.
Además
del turismo propiamente, existe también un importante mercado de turismo de
negocios. Los viajeros por negocios
utilizan el transporte, el alojamiento y los mismos servicios que el viajero
que va de vacaciones. Esta realidad ha
dado lugar al desarrollo de un sub-mercado especializado referido a
convenciones, congresos, exposiciones para lo cual las ciudades que explotan el
turismo han venido realizando instalaciones apropiadas. Se estima que este mercado genera unos
100.000 millones de dólares en ingresos al año en el mundo.
La
importancia del turismo como entrada de divisas se ve con claridad en países
como la India y Tailandia, donde el turismo es la primera fuente de ingresos y
no se diga de España, donde el turismo tiene una importancia económica de
primera magnitud dada por la visita de unos cincuenta millones de turistas
anualmente.
Pero
si bien el turismo tiene un impacto económico de importancia, también tiene
otro negativo que es el del impacto en las sociedades y en el medio
ambiente. Margarita, por lo más cercano,
sería el mejor ejemplo, donde el impacto social y ambiental es cada vez más
evidente.
Algunos
factores que se consideran negativos son la excesiva ocupación de las playas y
la mala planificación de los lugares de temporadas. Hoy en razón de ello se habla del turismo
sustentable el cual puede definirse como “un proceso que permite que se produzca el
desarrollo sin degradar o agotar los recursos que posibilitan ese desarrollo”. Lo
sostenible en turismo como concepto, se define como “eco-turismo”, “turismo verde”
o “turismo responsable” Hoy
preocupa mucho el uso turístico de los parques como Canaima, por ejemplo, patrimonio de la
humanidad, donde la contaminación sónica y minera han afectado seriamente la
avifauna y las etnias.
Quizás el
turismo menos problemático desde el punto de vista ambiental sea el histórico
porque es un turismo de contemplación, reflexión y aprendizaje, distinto al
turismo de playa y de selva más activo y
expuesto a la degradación y contaminación.
Pero las ciudades ricas en
monumentos y sitios históricos, generalmente lo ofrecen como un atractivo más
de un conjunto de valores artísticos, culturales y paisajísticos. Es el caso de España con sus monumentos
romanos, góticos o árabes; de la
Italia artística y monumental, de la Francia antigua y moderna
o más cerca, Cundinamarca, para no hablar de Venezuela, el país de la eterna
primavera para los europeos asediados
por el frío.
Cundinamarca,
a la que estuvo vinculada Angostura cuando fue ciudad clave en la etapa final
de la guerra de independencia, cuenta anualmente con una importante corriente
turística atraída por sus monumentos históricos, parques, iglesias, museos, el
cerro de Monserrate y la famosa catedral subterránea de sal de Zipaquirá, la
más grandes de esta naturaleza en el mundo, con una profundidad de 158 metros
bajo tierra, capaz de albergar cerca de tres mil feligreses. Así mismo son de interés las poblaciones
coloniales de Guatavita, donde se creía que estaba El Dorado, los balnearios de
Melgar y Villeta, las lagunas y salto de Tequendama.
Ciudad Bolívar,
tanto como Cundinamarca, dispone de
valores similares y hasta superiores, pero no cuenta con una corriente
turística igual, acaso porque sus administradores, generalmente políticos,
carecen de cualidades gerenciales además de pecar de ignorantes de la realidad
histórica de la ciudad. Para administrar
a una ciudad hay que conocer sus raíces y evolución histórica frente a los
fenómenos que la circundan.
Ciudad Bolívar
no es la misma de ayer. Es otra frente
al surgimiento de Ciudad Guayana como centro energético e industrial, por lo
que tiene que plantearse un nuevo papel dentro del contexto global del
desarrollo que dada su realidad no puede ser otro que el de generar una
economía terciaria, complementaria con la de Ciudad Guayana, lo que no
significa que no pueda tener una pequeña y mediana industria. Pero disponiendo de recursos turísticos
invalorables deben sus administradores gestionar el fortalecimiento de esas
líneas.
Aparte de que
es la capital legendaria, asiento de los poderes públicos y del comando militar
regional, tiene un gran frente de agua, museos, núcleos universitarios, y un
centro urbano que guarda relación con la misma historia nacional y de otros
países vecinos. Pero no sólo es eso, sino que ese casco
urbano, desde el punto de vista de su morfología y tipología, reviste una
importancia social y cultural interesante para propios y extraños,
especialmente para los profesionales de la arquitectura y el arte en general.
Son valores
que pueden orientarse de lleno al turismo o insertarse dentro del conjunto que
tiene como emblema el Parque Canaima, recientemente
declarado monumento natural de la humanidad y lo que particularmente encierra,
me refiero al Salto Ángel, los tepuyes y otros valores propios de una
geología precámbrica.
La Historia como
atractivo turístico representado en la memoria de sus edificaciones, calles,
plazas, fortalezas, museos y conjunto urbano arquitectónico como es el caso de
Ciudad Bolívar, tiene una indudable importancia dentro de la concepción
turística de nuestros días y complementada con otros valores culturales y
paisajísticos puede ser productos de exportación. La “exportación invisible” suele
llamarse al turismo porque a cambio de muchas divisas sólo saca hacia
fuera emociones, impresiones gratas y
conocimientos. Pero el turismo,
cualquiera que sean sus atractivos, no sólo se fomenta con vista a lo
internacional sino que local, regional y nacionalmente rinde provechosos
dividendos.
La antigua Santo Tomás de la
Guayana, fundada por don Antonio de Berrío (1595) allá en el Bajo Orinoco,
reinició su vida con el nombre de Angostura unas cuantas leguas aguas arriba,
donde el río se abraza con la Piedra del Medio.
Aquí
junto al río, resguardada de piratas y corsarios, la repuso el colonizador
Joaquín Moreno de Mendoza, en 1764. Desde entonces la capital de la provincia
de Guayana es estable. Creció y se hizo tan grande que llegó a ser, además de
capital de la provincia, capital de Venezuela y de la Gran Colombia.
La
inmensidad de Guayana y de su ingente riqueza natural respiraba por el puerto
fluvial de Angostura, siempre animado, siempre lleno de velas, de chimeneas y
esperanzas viajeras.
El
colonizador cuidó de que la ciudad fuese, no obstante su empinada y accidentada
topografía, trazada en forma de damero, lo que la ha hecho encantadoramente
atractiva.
En
ella vivieron Alejandro de Humboldt, Amadeo
Bonplant y grandes hombres de la nacionalidad: Simón Bolívar, Francisco
de Paula Santander, Francisco Antonio Zea, Fernando Peñalver, Juan Germán
Roscio, Manuel Palacio Fajardo, Carlos Soublette, Luis Brión, Santiago Mariño,
Rafael Urdaneta, José Francisco Bermúdez, Manuel Cedeño, Juan Bautista
Arismendi, Tomás de Heres, José Tomás
Machado, Ascensión Farreras, Ramón Contasti, Bibiano Vidal, Eusebio Afanador,
Juan Vicente Cardozo, Miguel Aristeguieta,
Juan Benjamín Teófilo Siegert, Juan Montes y Manuel Piar, entre otros.
Para
la época en que los libertadores vivieron en ella, la ciudad erigida sobre una
colina, contaba con unas 5 mil almas, 13 calles (La Muralla, calle Mayor, de la
Laguna, San Antonio, El Rosario, calle del Gobierno, la Paciencia, Calle Nueva,
Calle Espejo, San Cristóbal, Babilonia, La Tumbazón, la Alameda y 4 arrabales
(El Retumbo, Temblador, El Zanjón y La Sapoara).
En
lo alto de la colina había un Fuerte y la base era la calle mayor que seguía la
margen del Orinoco por la marca de las aguas altas. Cerca del vértice de la colina se hallaba la
Plaza, de la cual partían siete calles colina abajo, cruzada por avenidas paralelas
que terminaban cerca de la ribera.
Eric
Lambert en su libro “Voluntarios Británicos e Irlandeses en la Gesta
Bolivariana” la describe así, basado en relatos de varios legionarios: “En
la cumbre del cerro había un pequeño fuerte, debajo del cual se veía un
pintoresco convento que se había convertido en hospital. La plaza empedrada estaba flaqueada en su
lado más alto por la Casa de la Guardia y prisiones y cuarteles militares,
mientras que la Casa de Gobierno dominaba el lado más bajo. Entre las otras edificaciones estaban el
Palacio Episcopal, una Capilla y la Vicaría, la Magistratura, algunas oficinas
y tres casas particulares.
“Más
abajo del río estaban la Aduana y la Alameda, paseo que tomaba su nombre de
algunos hermosos álamos viejos y unas cuantas mansiones propiedad de
acaudalados funcionarios y comerciantes, que pronto fueron ocupados por el
Almirante y el Jefe del Estado Mayor. El
Gobernador patriota se instaló en el Palacio Episcopal y Bolívar se mudó a la
Casa de Gobierno.
“Bordeando
la calle mayor había algunas casas de piedra, unas tiendas y una taberna con
billar y mesas de juego, donde la cerveza oscura tenía fama de excelente. En el extremo oeste de la ciudad estaban las
casas de los pobres, hechas casi todas de bahareque.
“Angostura
estaba construida donde el río se estrecha, y de ahí proviene su nombre. El clima podía ser caluroso y pegajoso pero
como solía haber brisa ribereña las noches eran frescas, aunque las
temperaturas diurnas rondaban los cuarenta grados”
El explorador Francisco
Michelena y Rojas cuando visitó la ciudad de Angostura en 1856 la describió
como un anfiteatro y comenzando el siglo veinte, el escritor Rufino Blanco
Fombona la vio bajo la bruma del amanecer semejante a una ciudad árabe
acurrucada sobre unas rocas.
Para
la escritora Iginia Bartolomé de Álamo, esta ciudad del río tenía cierto aire a
la española de Quintanar de la Sierra donde las calles suben y bajan por todos
lados, y la ondulación se comunica a techos y azoteas.
Ciudad
sorprendente que rompe a cada instante con la monotonía de las modernas
ciudades tiradas a cordel. Casas de balcones sin tener dos pisos, grandes
muros, y viviendas que parecen fortalezas circundadas como están de barrancos y
peñones.
La
escritora la llamaba Ciudad de las azoteas porque casi todas las casas rematan
en esta forma. Azoteas españolas de ladrillos, fuertes, sólidas, y así las
paredes y la construcción. Fachadas imponentes, severas, pesadas, con grandes
ventanales y balcones corridos. Fachadas austeras y firmes que hablan de los
tiempos en que se fabricaba con calma, a conciencia, sin apuros ni apremios,
porque la vida era lenta, tranquila, reposada y con toda parsimonia podían
fabricarse paredes de más de medio metro de espesor así como ventanas, puertas
y barandales con talladuras minuciosas; fachadas barrocas con el amontonamiento
de adornos. Molduras y pisos sembrados de huesos o de diminutos ladrillos en
caprichosas combinaciones.
La
ciudad de las azoteas era entonces el casco urbano o lo que hoy conocemos como
Centro Histórico porque a ese perímetro de 67 hectáreas se reducía densamente
la ciudad hasta muy avanzado el siglo
veinte. Después de construida la avenida
Táchira en 1939, Ciudad Bolívar comenzó a escaparse aceleradamente hacia a las
afueras en busca de grandes espacios planos, al punto de estar su desarrollo
urbano para hoy de acuerdo con proyecciones recientes, cubriendo 5.235
hectáreas, con una población de 400 mil habitantes.
El Turismo de los primeros
tiempos en el Estado Bolívar se constreñía a excursiones y paseos cortos en
barco de vapor, limitados a parajes del Orinoco cercanos a Ciudad Bolívar. Los
viajes de descanso y recreación más prolongados tenían como destino Trinidad y
otras islas de Las Antillas.
Sitios
pintorescos para la recreación y el descanso eran el Cerro de El Zamuro a donde
los fines de semana los citadinos iban en romería a disfrutar el paisaje del
río y la ciudad; el San Rafael, llamado
el bisnieto del Orinoco, entonces al riachuelo
lo protegía una acogedora fronda de mereyes, hicacos y pomarrosas
asediados por chicharras y pájaros cantores como el cristofué y La Mariquita, uno de los parajes naturales
más sugestivos de la ciudad, donde los franceses Jean Chaffanjon y Augusto
Marisot, en busca de las fuentes del Orinoco, dijeron en 1886 haber pasado los
mejores días durante su estada en Ciudad Bolívar. El domingo 10 de agosto de
1913 se inauguraron hacia el sitio paseos con dos camiones acondicionados para
tal fin por el carpintero Francisco Villegas.
Los
paseos por el río Orinoco en barcos de vapor y chapaletas se limitaban a las
Bocas de Marhuanta y La Peña. Uno de
esos paseos lo aprovechó el Presidente de la República, General Cipriano
Castro, en el curso de una visita a Ciudad Bolívar durante los días
comprendidos del 29 de abril al 3 de marzo de 1905. A bordo de los vapores “Delta” y “Apure”,
embarcaron entonces unas 800 personas.
El paseo fue hasta las bocas del río Marhuanta, a dos leguas de Ciudad
Bolívar. Los barcos anclaron después en
La Peña donde Pedro Mariño tenía un
precursor de los hoy conocidos Paradores Turísticos. Allí hubo una ternera que terminó a las tres
de la tarde cuando Cipriano Castro regresó para estar presente en los toros
coleados en una improvisada Manga construida en La Alameda. Finalmente el Presidente montó a caballo y se
puso a trotar por los alrededores de la ciudad.
Los
bolivarenses podían hacer turismo en cualquiera de sus modalidades utilizando
de manera individual las unidades ordinarias de carga y pasajeros de la
Compañía de Vapores La Estrella Roja, la Orinoco Steamship Company y la
Compañía de Navegación Fluvial y Costanera de Venezuela transformada después en
la Venezolana de Navegación que desde Ciudad Bolívar, el puerto fluvial más
importante del Orinoco, cubría una línea fluvial y marítima que comprendía
Trinidad, Cumaná, Margarita, Barcelona, La Guaira, Las Antillas y se extendía
hasta el Apure, el Meta, Portuguesa, el Gujaviare, Barinas y muchos otros
puertos intermedios. Asimismo, The
Welcome Steamship que servía la ruta Ciudad Bolívar – La Guaira con escalas en
Barrancas, Trinidad, Demerara, Maroni, Cayena, Carúpano, Pampatar, Cumaná y
Guanta.
Pero
el verdadero turismo comenzó a tomar forma cuando en 1937, la Venezolana de
Navegación adquirió la nave Trinidad, que superó en muchos aspectos a los
barcos que hasta entonces cubrían la ruta fluvial. El Trinidad tenía un camarote de lujo, cuatro
especiales y trece más para el pasaje de primera con capacidad total de
cincuenta cupos y seis camarotes de segunda para veinte personas..
Este
barco adquirido para cubrir la ruta Trinidad-Ciudad Bolívar desplazaba 970
toneladas brutas y desarrollaba una velocidad de diez y media millas por hora
con un calado de nueve pies. Tenía además
comedor de primera, salón para baile, salón para fumar y era comandado por el
capitán Chity Pardo.
Con
el paso de los años esos viajes y paseos turísticos muy individuales y
espontáneos fueron decreciendo en la
medida que la navegación como la actividad fabril se desplazaba de la ciudad
hacia la zona del hierro.
El
turismo organizado propiamente se inicia en el Estado Bolívar en los años
cincuenta con el Capitán Charles Baughan, quien luego de construir campamento y
aeródromo, inició el Turismo en Canaima desde Maiquetía con escala en Ciudad
Bolívar. Cobraba 450 bolívares por
persona incluyendo hospedaje de dos días. Boughan pereció en accidente aéreo el
4 de febrero de 1956 ocurrido al estrellar el avión YV-C-LBK que pilotaba
contra la montaña de Cayapa, Barlovento, en tránsito hacia Canaima con diez
turistas norteamericanos. Él y su
esposa Mary fueron sepultados frente al
Salto Hacha, al lado del norteamericano John Bryan, quien había naufragado el
año anterior en la Laguna de Canaima. El
campamento turístico de Charles Boughan continuó desarrollándolo la Línea Aérea
Avensa bajo la figura mercantil de Hortuvensa.
De
manera que sucesor de Charles Baughan en la tarea del turismo selvático fue la
empresa Hortuvensa, pero también, individualmente en el paraje de Ucaima, el
holandés Rudy Truffino.
Dos casas de
piedra argamasadas con cemento y arena fueron construidas con vista casi
perfecta al Salto Ángel que como larga caballera espumosa se desprende un
kilómetro de altura en línea vertical desde la pluviosa meseta del Auyantepuy,
en la Gran sabana.
Las
construyó un veterinario holandés que adquirió la nacionalidad venezolana tras
cumplir veinte años, internado en aquella zona constituida en el mayor
atractivo turístico de Venezuela.
Rudy
Truffino tenía un campamento el solo donde hospedaba a turistas que previamente
contrataban excursiones hasta el Salto Ángel.
Realizaba en tiempo de verano hasta doce viajes al año con no más de
seis personas y en cada uno de sus viajes fue poniendo piedra sobre piedra
hasta ver culminados sus esfuerzos en dos casas que conjugan con el ambiente
edénico de la zona.
El
propio Rudy Truffino, hombre magro, rubio, de 47 años, nos lo contó cuando en
el aeropuerto de Ciudad Bolívar aguardaba la llegada de tres botánicos
norteamericanos que le pidieron los llevara a pasar varios días sobre la Meseta
del Auyantepuy para recoger muestras de especies botánicas desconocidas.
Con
ayuda de los Pemón abrió caminos para escalar el Auyantepuy y el último que
abrió lo estrenó con el grupo de botánicos.
La excursión la solía cumplir en 5 o 6 días desde el Campamento Ucaima
situado a 2 kilómetros de la Laguna de Canaima, hasta el Santo Ángel. Cobraba 1.500 bolívares por cada persona de
un grupo no mayor de seis y más si el grupo era inferior.
Ucaima
también era de Charles Baughan, y allí se instaló Truffino como un gran Señor
de la selva. Aquí vivía feliz con
Gertrudis, austriaca orfebre de 36 años que vino como turista y se enamoró de él
y con ella tuvo tres indias rubias bautizadas en la Misión de Kamarata.
En
cuanto al Campamento de Boughan, éste fue transformándose progresivamente en
toda una estructura turística al borde de la laguna de arenas doradas y
morichales sumergidos con cómodos hospedajes, restaurante, mirador y pista para
aviones jet de gran capacidad cubriendo casi a diario la ruta Maiquetía-Ciudad
Bolívar-Canaima. Los aviones pernotaban
en Ciudad Bolívar con su carga de turistas que podían durante la corta estada
disfrutar del paisaje del río y de la ciudad histórica.
El
ochenta por ciento de los turistas que los aviones de Avensa transportaban a
Canaima y transportan ahora sustituyendo la escala de Ciudad Bolívar por Ciudad
Guayana, son extranjeros. De 3.200 turistas que los aviones de Avensa transportan
mensualmente a Canaima, 640 son venezolanos y el resto procedente de otros países,
especialmente de Europa y de los Estados Unidos. Todos ellos vienen dentro de los propios
tours organizados de Hortuvensa, pero dentro de la propia estructura socio –
económica de Canaima operan otros servicios de excursiones por río y selva
hasta el pie del Salto Ángel e islas de
las orquídeas y saltos de Yuri.
Dada
la afluencia cada año mayor de turistas hacia la Gran Sabana y ofertas para
instalar campamentos en otros parajes distintos a Canaima, el Gobierno Regional
propuso (1964) en la VI Convención Nacional de Gobernadores y así fue acordado,
declarar a Guayana “Zona Piloto del Turismo Selvático” y en las dos últimas
Convenciones Nacionales de Turismo fueron presentados diferentes proyectos para
un desarrollo turístico por etapas de zonas selváticas del sureste del Estado
Bolívar con vista a convertir la Guayana en el Puntal No. 3 de la atracción
turística internacional.
El
Estado Bolívar solía estar presente desde 1962 en las Convenciones Nacionales
de Turismo a través de Comisiones que en su oportunidad nombraba la Gobernación
del Estado con carácter ad honoren y en las que nunca dejó de faltar una mujer
emprendedora: Malvina Rosales.
En tiempos de
los Gobernadores Eduardo Oxford Arias y Manuel Garrido Mendoza (quinquenio
constitucional 1969-1974), impulsada desde la Asamblea Legislativa presidida
por el diputado Róger González, se oficializó de manera permanente la Comisión
Regional de Turismo con miras a reformar la Ley de Régimen Político del
Estado e incorporarla como una Dirección más del Poder Ejecutivo. Mientas tanto se la dotó de una oficina con
personal y presupuesto bajo la responsabilidad de Luis Vicente Guzmán, quien
adoptó como lema de sus promociones publicitarias “Guayana donde el Sol nunca se
pone sobre el placer”.
En la Novena
Convención Nacional de Turismo realizada en Coro a fines de 1970, el Estado
Bolívar estuvo representado por Luis Vicente Guzmán y Trinín Salicetti de
Arismendi, quienes lograron que Guayana
fuera considerada área prioritaria en el Plan Nacional de Turismo Integral
1970-1974.
El Plan
determinó prioritario para el turismo nacional e internacional la región de
Guayana junto con el Litoral Central y el Litoral Oriental. Las prioridades se establecieron en razón de
los programas y realizaciones relativas a infraestructuras, instalaciones
receptoras y servicios necesarios para el desarrollo de una economía turística
La Convención
Nacional de Coro acogió y recomendó, por otra parte, la ponencia llevada por la delegación sobre
el Río Orinoco como factor turístico y fue elevada a los organismos rectores
del turismo, Ministerio de Fomento, CVF y Conahotu.
Entonces se
debatía el rol que debía jugar Ciudad Bolívar frente al desarrollo vertiginoso
de Ciudad Guayana como centro industrial, minero y energético.
Se realizaron foros y hubo un acuerdo entre la CVG, el Gobierno Regional
y Nacional para fortalecer la Capital bolivarense atendiendo a su naturaleza de
centro administrativo y el turismo surgió como un renglón importante de su economía que
debía tomarse en cuenta dada la importancia histórico de su casco urbano y su
gran frente de agua el Orinoco.
A
objeto de imprimirle mayor impulso a la actividad turística en la región. A
partir de la Comisión Regional de turismo, el Gobierno trató crear y estimular
proyectos museísticos. Surgieron
entonces el Museo de Arte Moderno Jesús Soto, el Museo de Ciudad Bolívar en la
Casa del Correo del Orinoco, el Museo Geológico y Minero y el Museo de Ciencias
aún no materializado por falta de continuidad administrativa, pero existe el
proyecto elaborado por el doctor Eduardo Jahn y el terreno cedido por la
Cervecería de Caracas a un precio simbólico.
El Gobernador
Garrido Mendoza desde la Comisión Regional de Turismo trabajó por la exaltación
y preservación de los valores culturales, folklóricos y musicales. Dio pábulo a “Los Gaiteros de la Plaza
Miranda” para transformarse con su primer disco editado en 1971 en el
conjunto Serenata Guayanesa que trascendió nacional e internacionalmente. Fue precisamente la Comisión Regional de
Turismo, conjuntamente con la AVP, en la Casa del Periodista, auspiciante del
primer homenaje público al conjunto tras sus exitosas presentaciones en
Caracas. Lo igual ocurrió con Calipso de El Callao que empezó una gira por Maracay con la comparsa de la Negra Isidoro y
en enero de 1976 en la Feria de San Cristóbal con una comparsa de 156 personas.
Su sucesor el
doctor Domingo Álvarez Rodríguez a objeto de estimular el turismo hacia la Gran
Sabana, la cual ya se hallaba comunicada con
una carretera cuya construcción duro veinte años a la vez que seguir
incorporando la ciudad capital al disfrute de esta economía terciaria, prolongó el Paseo Orinoco por la parte
oriental, saneó para convertirla en Parque la Laguna del Porvenir, restauró la
Casa del Congreso de Angostura,
construyó el 80 por ciento de las obras de infraestructura de Santa
Elena de Uairén e hizo el intento de
comunicar a Canaima por carretera.
Para completar
este gran impulso de arranque el Gobernador siguiente, economista Roberto
Arreaza Contasti promulgó el 23 de diciembre de 1975 la reforma de la Ley de
Régimen Político para crear propiamente la Dirección de Turismo, toda vez que
la Comisión Regional era una figura no contemplada en la ley.
De acuerdo con
esta ley, corresponde a la Dirección de Turismo 1º. Estudiar, desarrollar y
fomentar las actividades turísticas en general y, muy especialmente, aquellas
que pretendan al mayor beneficio cultural, económico y social de la región. 2º El
estudio y promoción de proyectos y planes turísticos 3º. La clasificación y
valoración de los recursos que conforman
el potencial turístico del Estado. 4º. La declaración y dotación de las
zonas reservadas al turismo y la determinación a tal fin de los valores
arqueológicos, históricos y folklóricos del Estado, previa aprobación del
Gobernador. 5º. Sugerir al Ejecutivo del Estado la promulgación de las normas
legales tendientes al desarrollo y protección del turismo como industria y a la
clasificación y organización de las actividades conexas a ésta. 6º. Todas
aquellas actividades desarrolladas por Organismos del Estado que están
encaminadas al fomento y realización de ferias y carnavales en la Entidad
pasarán a depender de la Dirección de Turismo. 7º Coordinar de la manera más
eficiente las iniciativas oficiales y privadas para poner en vigencia las
medidas necesarias para el incremento y desarrollo del Turismo en el Estado.
8º. Proponer al Ejecutivo Nacional y Regional la adopción de las medidas que tiendan
a incrementar y fomentar el turismo en el Estado, así como mantener estrechas y
constantes relaciones con los organismos oficiales y privados en pro de esta
industria. 9º Las diferentes Direcciones del Ejecutivo del Estado están
obligadas a colaborar, dentro de sus posibilidades, con la Dirección de Turismo
a fin de un mejor cumplimiento de sus funciones. 10º Crear las bases que
permitan conocer con exactitud las necesidades, posibilidades y recursos para
incrementar, fomentar y desarrollar el turismo en la Entidad. 11º. Todas
aquellas actividades que le señalen las Leyes y Reglamentos.
El
aprovechamiento turístico del Río Orinoco también estuvo entre sus enfoques y
en la X Convención Nacional de Turismo
realizado en Valencia, instó al Ministerio de Fomento y Conahotu, buscar
mecanismos legales y recursos económicos para tal fin
El 27 de
septiembre de 1980 fue adoptado y celebrado desde entones el Día
Mundial del Turismo. La adopción
fue hecha por la Tercera reunión de la Asamblea General de la Organización
Mundial del Turismo realizada en España en el mismo día y mes pero de 1979.
La fecha corresponde al final de la temporada turística del hemisferio
norte y el comienzo de la misma en el hemisferio sur. En Venezuela, por ser país de “eterna primavera”
hay turismo todo el año y concentrado fundamentalmente en la Isla de Margarita,
Puerto La Cruz, Mérida y Guayana.
En
1991, se jerarquizó la Dirección Regional de Turismo mediante un Decreto del
Ejecutivo Estadal, para compensar una falla de la Ley Nacional de Turismo que
no contemplaba sanciones para aquellos que de alguna manera perjudican esta
actividad, y más tarde el 10 de junio de 1994 se promulgó la Ley
de Turismo del Estado Bolívar, sancionada por la Asamblea Legislativa y
la cual declara de utilidad pública y de interés general las actividades
dirigidas a la orientación, planificación, fomento, coordinación y control del
turismo, así como los actos tendentes a la conservación, defensa y
aprovechamiento del ambiente, los recursos naturales, históricos, culturales y
recreativos, que tengan significación turística.
Es
evidente el trabajo en función de una base legal como de una infraestructura
receptora de la oferta turística del Estado que abarca Hoteles, Paradores,
Parques recreacionales, convenios interinstitucionales para la formación del
recurso humano, incorporación de las comunidades indígenas en el turismo de
selva, Brigada especial de policía turística, organización de la artesanía
autóctona.
La
proyección debe fortalecerse y mantenerse mediante un Plan Rector, con
inversiones bien dirigidas y estimulando e interesando al sector privado de
manera efectiva. El Estado cuenta con 572 atractivos turísticos que estimulan
esta actividad a nivel nacional e internacional, entre los cuales destacan el
propio Orinoco, Canaima, el Salto Ángel, Cachamay, La Llovizna, Sari-sariñama,
Gran Sabana, represas Guri y Macagua, Los Museos, Casco Histórico de Ciudad
Bolívar, sobre los cuales debe afincarse todo política y gestión de proyección.
Entre
los usos múltiples que se le pueden dar al Orinoco dentro de un contexto de
aprovechamiento integral, está evidentemente el turístico, posiblemente, el más
sano y mayormente vinculado con protección y conservación.
No
sabemos si en alguna Convención de Turismo se ha planteado o estudiado nuestro
gran río como atractivo de ingentes posibilidades. Lo cierto es que si ha
ocurrido, muy poco en cuenta se ha tenido, pues el Orinoco como en determinada ocasión memorable expresara el profesor Reyes
Baena, “ni siquiera como río de los crepúsculos espectaculares ha podido
servir, porque ninguno de nuestros pintores ha querido, no ha sabido, no ha
podido recoger el lenguaje del río pintado en el cielo vespertino, ni el idioma
de la nube cuando conversa con él”. Quienes hayan recorrido el Orinoco
desde el Delta hasta su nacimiento o un trecho mesurado, saben de esta realidad
nunca aprovechada en forma organizada.
Tal
vez hoy cuando los desfases y errores en nuestra economía mono-productiva nos
perfilan como un país barato para el turista, especialmente para quien viaja
con dólares en su faltriquera, vemos la necesidad de sumar el Orinoco a nuestro
único atractivo turístico que planificadamente se explota: Canaima.
El
Orinoco ya de por sí sólo es un espectáculo y una aventura excitante su caudal
explorado y navegado, sus accidentes geológicos, su entorno geográfico, y si a
ello agregamos sus usos en desarrollo, las leyendas de Amalivaca, los relatos
de la conquista, la historia de los piratas y de su largo descubrimiento, el
paisaje exuberante, el modo de vida y cultura de su población autóctona, sus
grandes afluentes, los raudales del infierno, el Torno, Atures, Maipures y
tantos otros, los grandes Saltos de Agua como el Yatajé al norte de San Juan de
Manapiare, los Tepuyes como el Autana, el Duida, el Guachamacari y el Marahuaca
la selva inescrutable y misteriosa, los sinuosos y monumentales afloramiento
del Escudo, los playones y lagunas marginales, en fin, la fauna y la a avifauna
llenando de cantos y colores el paisaje, complementado con el disfrute del
deporte y la pesca realmente no habría alternativa venezolana turísticamente
mas fascinante.
Ernestina
Decán Manosalva y Jesús Morales, ambos técnicos y con cursos superiores en
turismo, entendían y estaban conscientes de esta realidad a la cual le daban
prioridad dentro de su esquema de trabajo cuando ambos trabajaban para la
Dirección de Turismo entre 1975-77. Al
efecto, adelantaron conversaciones y
diseños para el proyecto de una primera infraestructura básica orientada
a la explotación del recurso turístico del Orinoco: un Puerto Fluvial Turístico
localizado en la zona comprendida entre el Club Náutico y el mercado de la
Sapoara, parecido quizá a la estructura del Club Náutico del Caroní, provista
de una flota de lanchas para excursiones largas y cortas, servicio de
combustible y elementos de navegación menor, planta de hielo, tiendas de
comestibles, artesanía, subvenir, trajes de baño, material fotográfico,
salvavidas y guías. El programa
se definió con la Dirección de Obras Públicas del Estado y Corpoturismo, sobre
la premisa de un puerto sencillo y cómodo, nada suntuoso, que permitiera el
desarrollo de un recurso recreativo de tipo urbano para recorridos cortos por
el Orinoco hasta islas y pueblos cercanos a la ciudad capital.
Por
supuesto que en cada punto, playa o paraje del río que tuviese valor recreativo
y contemplativo se establecería un Parador. Sería una especie de red circuito
para paseos cortos. Las excursiones largas aparcarían otro aspecto del programa
que recibiría estímulo y asistencia por parte del Estado a través de
Corpoturismo. En ese sentido y paralelamente con el proyecto de infraestructura
estarían en proceso de formación empresas populares con sede en Ciudad Bolívar
y Ciudad Guayana.
Una
de esas empresas era la de César Khazén, directivo del Club Náutico Orinoco,
que contaba con cuatro unidades fluviales equipadas para excursiones cortas y
largas que iban desde una simple visita a los viejos Castillos de Guayana hasta
la de un safari de pesca en los caños del Delta orinoqueño o en las lagunas o
meandros del Río Caura.
Esta
era la primera empresa turística fluvial de la zona que después concibió el
proyecto de hacer excursiones de Puerto Ordaz a Ciudad Bolívar, al Salto La
Llovizna, Zona Industrial, Isla Fajardo, y de Puerto Ordaz a al Isla Guiniquima
en el Delta. Para lo cual disponía de cuatro peñeros de 25 pies con capacidad
para 20 personas, fabricados por la Yamaha Fibra de San Cristóbal y un muelle
flotante instalado en el Caroní en le sector correspondiente al Hotel
Intercontinental para facilidades de los turistas alojados en ese hotel.
Al igual que
en Falcón, en Guayana el Ministerio de Ambiente estudió junto con Turismo la
posibilidad de declarar un “Santuario de la Fauna” para continuar, toda vez que
existe una veda desde los años 1960 protegiendo la Tortuga Arrau, un recurso
que estaba en vías de extinción al igual que el venado, el pavón, el morrocoy,
y otras especies debido a la forma irracional como se venía explotando.
Lo
cierto es que existe una real relación del turismo con la fauna y la flora, en
síntesis, con el paisaje integral, puesto que la actividad turística significa
en buena medida contemplación y disfrute de esos elementos de la naturaleza y
si nosotros no colaboramos para que se mantengan, corremos el riesgo de perder
esos atractivos que además son vitales par el ser humano. Que turista se
perdería el hermoso espectáculo de la tortuga concentradas en la Isla Pararuma,
y en otras situadas entre los raudales de Atures y la desembocadura del Apure
en el Orinoco.
Como
se sabe, en el período de aguas bajas, entre los meses de febrero, y mayo la
tortuga arrau deposita sus huevos en las arenosas playas. Pasan uno o varios
días tomando el Sol en el lugar del desove y después regresan al río al caer la
tarde. Reaparecen en la noche y comienzan a excavar hasta lograr hoyos de unos
80 centímetros de profundidad. Allí depositan entre 80 y 120 huevos que dan
lugar a los tortuguillas en el lapso de 47 días. A las tortugas debilitadas por
la insolación y la aglomeración hay que ayudarlas muchas veces a regresar al
río al igual que a los tortuguillas constantemente asediados por aves y
animales depredadores. Todo ello conforma un espectáculo indescriptible digno
de la mayor contemplación que debería tratarse como un recurso favorable a la
actividad turística.
En
ese tiempo la Dirección de Turismo, conjuntamente con la Promotora de
Desarrollo Urbano (Produzca) y el Concejo Municipal estuvieron trabajando para
rescatar desde el punto de vista recreativo y de saneamiento integrales las
áreas recreativas inmediatas al río como es el caso de los malecones de Ciudad
Bolívar y San Félix.
La
CVG en la ocasión definió un proyecto sobre esa importante área de San Félix y,
en Ciudad Bolívar, aunque el Paseo está construido, solo restaba terminar la
ejecución del proyecto de su prolongación que abarca las lagunas del Medio y
Los Francos hasta Los Coquitos, para planificar su incorporación al pleno
disfrute de la ciudadanía y del visitante en virtud de ser la zona socialmente más neurálgica de al ciudad.
Desde
entonces está planteada la necesidad de reubicar a los buhoneros y vendedores
ambulantes, darle su debido uso al espacio peatonal, crear fuentes de soda al aire
libre y concebir un quiosco tipo para la venta de libros, revistas y
periódicos, activarlo con programas culturales de fin de semana reviviendo las
tradicionales retretas populares, permitiendo exposiciones de pintura y
trabajos de artesanía, montando teatro de comida, títeres y los más variados
fuegos juveniles e infantiles y todo ello dentro de la protección civil
requerida par evitar excesos y daños a la propia jardinería y estructura física
del Paseo y procurando que los propietarios de los inmuebles que conforman los
corredores, restauren, refaccionen y mantengan en buen estado las fechadas,
especialmente de aquellos inmuebles que han definido a Ciudad Bolívar como un
puerto fluvial que en una época cercana fue realmente importante.
Se
estudiaron para decidir acciones coherentes y concretas contra el uso indebido
que se le ha venido dando al Paseo Orinoco y para que la población cuente con
un sitio de recreación amplio y a la altura de una capital, y, asimismo para
que el visitante se sienta atraído por puntos identificados de la ciudad, como
son su gran frente de agua a la vista del boulevard y el Mirador, el Puente
colgante sobre el Orinoco, la Piedra del Medio y la arquitectura del siglo
diecinueve.
El
atractivo turístico natural, espontáneo, aunque de temporada, por excelencia,
lo constituye en el Orinoco la Pesca de la Sapoara. La concentración de
curiaras frente a la ciudad con su tripulación provista de todos los aparejos
para la captura de este pez único, exquisito y de características biológicas
interesante, es todo un acontecimiento típico a la presencia y alegría de la
gente.
La
Fundación de Ferias y Carnavales canalizó en su comienzo esta tradición tan
arraigada en el alma popular bolivarense. Se programaban concursos de pesca, se
elegía una Reina y en romería y regatas de curiaras se llevaban en procesión
por el río y hasta la Isla El Degredo a la Patrona Nuestra Señora de las
Nieves.
Si
algo permanente ha dado vida al río desde que se acabó el movimiento de caleta
y la navegación de cabotaje, ha sido el Club Náutico Orinoco, por el cual se
desvivieron en su comienzo Pedro Medina Phillips, Nerio Carmona, Emilio Ruiz,
Abraham Pérez Camejo, Iván Zúñiga, José Rafael Orta, Pedro Gotilla, Dino del
Villano, la Nena Kleizar, Freddy Dugarte y otros que escapan a la memoria.
El
Club que comenzó en el muelle de al Aduana convertida en Apostadero Naval,
tiene hoy en los antiguos terrenos de la Shell logrados en comodato,
instalaciones propias en franco proceso de ampliación y mejoramiento y ya es
frecuente ver frente a la ciudad competencias motonáuticas de interés regional
y nacional que atraen a la comunidad con el mismo fervor que logra despertar la
fiesta de la Sapoara. Es un comienzo que ha sido lento por las dificultades
burocráticas contra las cuales hay que luchar a veces, pero que dicen mucho del
interés que abrigan sectores de la ciudad por hacer más dinámico y fructífero
uno de los usos más importantes del Orinoco, el del turismo y el deporte.
La Primera Feria
del Orinoco se realizó en el mes de enero de 1967 y no en agosto como ya se ha
hecho tradicional en torno a la crecida del río, la pesca de la sapoara y la festividad religiosa de la patrona
Nuestra Señora de las Nieves.
Ciudad Bolívar siempre ha tenido ferias, formalmente
desde los años cuarenta e informalmente desde la misma existencia de las
fiestas patronales.
La
palabra Feria, es latina y se emplea excepcionalmente para denotar mercados
especiales que se ofrecen periódicamente en ciertas ciudades, a través de los
cuales se exhibe, vende y compran diversos productos, pero esencialmente, estos
mercados buscan dar a conocer los valores materiales, culturales y escénicos
del lugar, dentro de un marco de espectacularidad que tiene como señuelo el
deporte, la música, la artesanía autóctona y los certámenes estéticos.
En
resumen, es un espectáculo de atracción para promover, vender, y tiene su
origen en primitivas civilizaciones como la de Egipto, Caldea, Grecia y también
Roma, de donde vino por vía de España a la América, aunque ya los Aztecas
tenían un concepto claro y práctico de las ferias.
El
conquistador español Hernán Cortés, da cuenta de ellas sin dejar escapar su
admiración por el orden y la limpieza, así como
por las reglas estrictas sobre la equidad de las transacciones.
Por
supuesto, que las ferias del presente siglo veinte acusan una variante
pronunciada y extensa conforme a los progresos de la ciencia y la tecnología,
en las cuales el papel de los medios de
comunicación social es de importancia relevante, no obstante tener las Ferias
un origen en lo incomunicado y aislado
de los pueblos antiguos.
A
pesar de tener la Feria origen rural, a Venezuela llegó, de manera expresa y
formal, con el auge del petróleo, aunque se encuentran vestigios de ella en las
fiestas patronales y tradicionales de los pueblos. Era más importante para el sector empresarial
venezolano exhibir o vender sus productos en las Ferias Internacionales de Europa. Los productos guayaneses, en especial los amargos,
concurrían a las Ferias Internacionales de París, Roma, España,
Bélgica, como es el caso del “Amargo de Ciudad Bolívar”, de
Guillermo Eugenio Monch Siegert, premiado con Medalla de Oro en la exposición
Industrial y Artística de Valencia (España) en abril de 1901 y con Medalla de
Oro en Roma, 1901. El mismo caso del “Amargo
Aromático de Ciudad Bolívar” formula del extinto José Gaspar Machado
Siegert, premiada en la Exposición de Sevilla en 1929 y en la de Lieja en 1930.
Guayana,
o específicamente Ciudad Bolívar, tuvo Ferias a partir de 1946 cuando en
Venezuela se inauguraba la experiencia del voto universal, directo y secreto y
la Junta Revolucionaria de Gobierno trataba de imprimirle un gran impulso a la
Reforma Agraria.
Se
realizó entonces la Primera Feria de Exposición Agropecuaria e Industrial, bajo
la presidencia de Félix Tomassi, quien estaba dedicado a la ganadería y al
comercio automotriz. Era en la ocasión
Presidente del Estado Bolívar el doctor Fernando Álvarez Manosalva.
Durante
el Gobierno militar liderado por los coroneles Ramón Delgado Chalbaud, Marcos
Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez, se realizaron en la ciudad otras dos
Ferias agropecuarias ya en instalaciones propias anexas al edificio
administrativo del MAC. Más tarde,
durante la gestión de transición democrática del Gobernador Horacio Cabrera
Sifontes se complementaron las instalaciones con una sólida Manga de Coleo que
estrenó en noviembre de 1959 la IV Feria Exposición Agropecuaria que
recuerda como Reina a la señorita Tibaire Alvarez.
Las
Ferias Agropecuarias se mantienen en el tiempo y continúan siendo, además de un
espléndido mercado para la producción agrícola y pecuaria de la Región de
Guayana y de maquinarias rústicas importadas, una gran fiesta prenavideña, pues
suele realizarse un mes antes de la Navidad, vale decir, a mediados de
noviembre, aunque en algunos años se ha celebrado en septiembre y diciembre
debido a factores epizooticos.
Para
la inauguración del Puente Angostura sobre el Orinoco y dada la trascendencia y
envergadura de la obra, se pensó ubicarla dentro de una feria de atracción
internacional en la cual estuviese integrada la tradicional Feria Agropecuaria,
en este caso, la décima. Así ocurrió
pero hubo que trasladar la fecha de la Feria Agropecuaria al Día de Reyes – 6
de enero – que fue cuando se inauguró el
puente dentro de lo que se denominó entonces Gran Feria del Orinoco
que en la actualidad se celebra en agosto cuando el Orinoco logra la plenitud
de sus aguas coincidiendo con las festividades patronales de Nuestra Señora de
las Nieves y la aparición de la Sapoara, pez autóctono, de leyenda y tradición.
De
suerte que la Primera Gran Feria del Orinoco tuvo como principal atractivo el
Puente
Angostura sobre el Orinoco, inaugurado por el Presidente de la República
Raúl Leoni. El Comité Organizador de la
Feria estuvo encabezado entonces por el Director Regional del MOP, el ingeniero
margariteño José Luis Bruzual, gran impulsador del béisbol doble A en la
ciudad. Engalanó el gran evento como
Reina, la señorita Loise Nouel. Nunca antes
ni después hubo tanta gente de todas las procedencias en una feria.
Bastaría con decir que a ella vinieron como invitados el Presidente de
la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, doctor Federick Sitz,
representante personal del Presidente Lindon
Johnson; los Ministros de Obras Públicas de Colombia, Ecuador, México,
Perú y Barbados. Asimismo los doctores
Roberto García Piña, director del Tiempo de Bogotá; Virgilio Barco, Alcalde de
Bogotá; el escritor Germán Arciniegas y el columnista norteamericano Drew
Perason. La Gran Feria del Orinoco duró
una semana e impresionó por su espectacularidad y multitudinaria
asistencia. En ella expusieron 67
artesanos y pequeños industriales, incluyendo al sector indígena; hubo la Doma
del jaripeo mexicano, un festival acuático y Sky; inauguración del Gimnasio
Cubierto de Las Moreas con desfile de atletas guayaneses de relieve
internacional (Gisela Vidal, Héctor Thomas, Boris Planchart, Johel Martín, Luis
Barreto y Yubiry González); competencia de natación en el Orinoco por Miguel
Itriago; de Motociclismo, ganada por Armando Díaz; Cuadrangular de béisbol
ganado por el equipo de Anzoátegui; Mach de boxeo con pelea estelar ganada por
Pedro Gómez contra el guyanés Ivelam Eastman; exhibición del niño de ocho años
Gustavo Suikowsky, quien cruzó el Orinoco desde
el Puente Angostura hasta el Mirador; Serie de basket, ganada por el
Distrito Federal; exhibición de 80 muestras de mineral de toda Venezuela,
retrospectiva de 46 pinturas venezolanas en la Casa de San Isidro y la X Feria
Exposición Agropecuaria inaugurada por el Ministro Alejandro Osorio, entre
otros eventos. Desde entonces es también
la modernización del actual Paseo Orinoco.
Pero
la Feria del Orinoco no volvió a repetirse sino a partir de 1971, siendo el
Gobernador el arquitecto Manuel Garrido Mendoza, quien decretó la Fundación
de Ferias y Carnavales Turísticos del Estado Bolívar (Funfeca) bajo la
presidencia del Teniente coronel Pedro Alejandro Amaral Rodríguez, el cual le buscó
el atractivo internacional del Festival de la Canción Bolivariana a
partir de la III edición.
Así
que la Feria del Orinoco en su segunda edición, volvía por sus fueros. Esta vez del 30 de agosto al 3 de septiembre
de 1971, bajo el reinado de Gisela Arismendi Salicetti, pero bastante golpeada
por la huelga siderúrgica y epidémicos brotes de fiebre aftosa. Pero en 1972, por la misma fecha recobró su
primigenio entusiasmo con un atractivo internacional: el Festival de la Canción
Bolivariana escenificado en la Concha Acústica del Parque Leonardo Ruiz Pineda. Este evento fue trasmitido por el canal 8 y
34 Emisoras de todo el país, además de Radio Wado de Nueva York y Radio Oriental
de Uruguay. Participaron dos cantantes
(masculino y femenino) más un invitado especial por Bolivia, Ecuador, Perú,
Colombia, Panamá y Venezuela. El
festival lo ganaron los venezolanos Mirna y Luis de Ubaldo (Venezuela). Soberana de esta III Feria del Orinoco, presidida por Cesar Pérez Rossi
y que junto con la inauguración del Museo de Arte Moderno Jesús Soto y la Plaza Bolivariana, constituyó
el gran atractivo de la feria. Este
segundo Festival de la Canción Bolivariana registró en esa ocasión un triple
empate entre Marcos Molina (Ecuador), Cesar Altamirano (Perú), y Edgar
Grumeitte (Venezuela).
El
veredicto del desempate para el primer lugar favoreció al cantante ecuatoriano;
segunda posición para el peruano y en tercer lugar quedó el venezolano,
bastante disgustado pero quien se desquitaría el año siguiente en el sudamericano
de San Sebastián. La soberana de esa
Feria fue Sore Casado, favorecida por decisión unánime de un jurado foráneo
integrado por puras misses, entre ellas, Desirée Rolando, Miss Venezuela.
En
1973 hubo cambio de gobierno y por las razones socio – políticas inicialmente
citadas se olvidó la Feria del Orinoco hasta 1978 que el gobierno regional
decidió sustituirla por la Feria de la Sapoara, la cual se
mantuvo hasta 1985. El último presidente
de la Feria de la Sapoara fue el doctor Ricardo D’ Marco, siendo gobernador el
doctor Edgar Vallée Vallée. Pero
independientemente, la Feria de la Sapoara siempre ha existido de manera
natural, espontánea, en torno a la captura artesanal de la única especie de la
ictiofauna orinoquense de la que se cuentan tantas anécdotas y leyendas aparte
de que es el condumio favorito de los guayaneses por este mes del año. De allí el pintoresco romance de Héctor
Guillermo Villalobos, el merengue de Francisco Carreño, la guasa de Alejandro
Vargas y el joropo de Fitzi Miranda.
Al
año siguiente – 1986 – el Estado tuvo nuevo Gobernador, el médico René Silva
Idrogo, quien pensó que debía restaurarse la Feria del Orinoco – la V – como en
efecto ocurrió bajo la soberanía de Patricia Ortiz y con sendos festivales de
gastronomía y Calipso como atractivos además de la tradicional pesca de la
sapoara.
La
VI Feria fue al año siguiente – 1987 – tuvo como gran atractivo la Plaza de
Toros “La Macarena” donde se presentaron espectáculos de Rodeo y corridas con
matadores de la talla de Bernardo Valencia.
A la corrida de Valencia asistió el ex Presidente Carlos Andrés Pérez
que entonces andaba en campaña para su segundo período. La prestigió Miss Venezuela, Pilin León,
quien integró el jurado que escogió a Leyre Uribe, como reina de la feria.
La
VII Feria del Orinoco la inauguró el Gobernador Luis Felipe Goubat bajo el reinado de Marisol Franco y se inició
con desfile náutico y un festival folclórico.
La
VIII Feria 1989 la presidió Tomás Antonio (Chino) León Rengel y reinó la
estudiante Patricia Betancourt. Se
inició con un concierto de Rosita del Castillo y Eduardo Viamonte o Melgar en el Museo Soto.
En
1990 ocurrió la IX Feria del Orinoco bajo la presidencia de Héctor Barrios y a
partir de allí volvió a interrumpirse por las mismas circunstancias anteriores,
hasta 1995 que el Alcalde Leonel Jiménez Carupe, apoyado en una Ordenanza,
decidió tomar directamente las riendas de la Feria a través de una fundación
que entonces presidió Carlos Alaimo para lo que vino a ser la X Feria del Orinoco
1995, en su cuarta edición y bajo el reinado de Paula Novellini.
Desde
entonces la Feria del Orinoco ha mantenido continuidad bajo las presidencias de
Enzio Rampini, XI Feria del Orinoco 1996, reinado de Luceidis Díaz (se entregó
por primera vez la Sapoara de Oro al mejor torero de la temporada, Leonardo
Coronado); XII Feria del Orinoco 97, reinado de Jeniffer Ficarra (Miss Piar),
bajo la presidencia de Austerio González, trasmitida por Sábado Sensacional;
XIII Feria del Orinoco 1998, bajo el reinado de Celimar Alí, (Miss Callao). La
XIV Feria del Orinoco 1999, erróneamente asignada con el número XXXII, bajo el
reinado de Reosely Campos y Presidencia
de Adrián Magallanes, quien dejó libre
el Paseo Orinoco para el sano esparcimiento de los feriantes y concentró la
actividad fuerte en el sector de la Carioca.
EL
CARNAVAL
Quienes se
han dedicado y se dedican a la investigación de realidades antropológicas nos
ofrecen versiones distintas sobre el origen y nombre del Carnaval: Sostienen
unos que esta fiesta colectiva del mundo occidental nos viene de Grecia y Roma
y tiene mucho que ver con los rituales paganos; aseguran otros que el Carnaval
se remonta a la época de los Faraones, y los más recientes afirman que nació
con la máscara primitiva utilizada para espantar los malos espíritus.
Nos
inclinamos por quienes sostienen que el Carnaval tiene su origen en la máscara
primitiva que el hechicero utiliza para espantar a los espíritus malignos
aunque el Canaima de nuestros indios es un ser que se disfraza, no para
espantar sino para invocar la deidad del mal y satisfacer una venganza. De todas maneras también es una forma de
espantar, de alejar, pero en términos definitivos, no un espíritu irreal sino
uno que es de carne y hueso. La máscara o careta, aparentemente frágil, tiene
ese mágico poder. Es como el arma que
insufla valor a quien la posee y maneja con destreza. Sin ella, quien sufra debilidades, moriría de
miedo. De allí que Lorenzo Batallán, en
un ensayo, haya dicho que el Carnaval es la Fiesta del Miedo o
de la Cobardía, toda vez que
sus ingredientes básicos e irremplazables son dos: el Hombre y
la Máscara.
El
Carnaval es la Fiesta de la Cobardía, - dice Batallán. Se presume que sus protagonistas
estarían dispuestos a realizar acciones rigurosamente antípodas a su
comportamiento habitual y aún extremas, hasta llegar al crimen incluso, bajo el
amparo de algo tan aparentemente frágil como es una máscara que demuestra ser
capaz de potenciar hasta la línea roja ese gigantesco dinamo de lo pasional,
sentimiento o afectiva.
De
cualquier manera y dentro de esos mismos parámetros, el Carnaval es alegría,
alegría extrema durante tres precisos días limitados por la reflexión cristiana
del Miércoles
de Ceniza, cuando el sacerdote en la Iglesia nos recuerda que polvo
somos puesto que del polvo venimos y al polvo regresaremos. Con máscara o sin máscara. A partir de esa simbólica cruz de ceniza en
la frente, comienza la Cuaresma, la época del recogimiento, la época de la
reflexión y la meditación cristianas.
Atrás queda entonces el Carnivale.
Y así como duda existe con respecto al origen del Carnaval, también la hay con
respecto al origen del nombre.
Algunos
estudiosos dicen que el vocablo Carnaval deriva de la expresión
latina Carni Vale (Adiós a la carne).
Afirman otros que proviene de Carnem Lavare (Abstinencia de la
carne), expresión convenida para el término de la fiesta y primer día de la
Cuaresma. De igual manera se le atribuye
la procedencia de Carrus Navakus, carroza en forma de barco que recorría las
calles de la Roma imperial durante tres días de fiesta luego del período de
abstinencia, tradición que conservan algunos pueblos islámicos. También al Carnaval se le dice Carnestolendas
que proviene del latín Carnis Tollere que es algo así como
la tolerancia a las debilidades del cuerpo, esas que cuando las atenemos
estrictamente a los mandamientos religiosos, reprimimos, llevándonos esto, si
no somos capaces de sublimarlo, a la condición de neuróticos.
Cualquiera
que sea su origen y la raíz de su nombre, lo cierto es su autenticidad como
fiesta popular y su permanencia en el tiempo respondiendo a una continuidad
histórica en aquellos pueblos que desde siempre cultivaron y alimentaron con
sus aportes.
Persiste
sobremanera en países como Brasil, Niza y Nueva Orleans, donde el Estado ha
intervenido para hacer de estas fiestas colectivas un atractivo turístico
generador de divisas. En Venezuela el
Carnaval es más libre y espontáneo. Se
juega con agua y en la última mitad del presente siglo ha recibido marcada
influencia antillana localizada en la danza, la música y el atuendo.
El
porqué en Guayana y muchos otros lugares de Venezuela jugamos el carnaval con
agua, a la cual por exceso se añaden otros ingredientes, posiblemente tenga que
ver con las lágrimas de la diosa Isis que desbordaban al Nilo produciendo la
alegría de la fertilidad y abundancia.
El Carnaval de Ciudad Bolívar que trascendió en un tiempo por la
fastuosidad que le imprimió la economía del balatá y el oro, no siempre fue un
Carnaval suntuoso y de fantasía sino que tenía su contraparte en el popular
juego con agua y otros elementos nada gratos para la salud del cuerpo.
Jugar
el Carnaval con agua, negro de humo, almagre, almidón, maizina y azulillo, nos
viene desde los días del Capitán General de la Provincia de Venezuela,
Francisco Cañas y Merino, quien cometió excesos condenados públicamente por la Iglesia. Se llegó a decir que lanzó al río Guaire y
ultrajó a una muchacha por haberlo embadurnado de azulillo.
El
diplomático ingles en Venezuela, Sir Robert Ker Portes, da cuenta en sus
Memorias de un episodio carnavalesco en la Caracas de 1827 en el que se ve al
Libertador en plena faena acuática. El
diplomático califica de “barbara” la forma como los caraqueños se desenfrenaban
con la llegada del Rey Momo y confiesa que él siempre fue renuente a exponerse
a un baño de totuma y jeringa.
En
su libro “Creciente”, el poeta Rafael Pineda dedica una crónica al
Carnaval de Ciudad Bolívar, tal vez de la década del treinta que se cree fueron
realmente atractivos. Dice que ha pesar
de la prohibición, la gente encopetada de la ciudad, de común acuerdo con la
esposa del Presidente del Estado, asaltaba la Casa de Gobierno para dar un buen
remojo al Magistrado. A partir de ese
momento y al grito de “Al agua, pato”, se desataban
batallas campales de agua, huevo podrido, mango, merey y hasta piedras. Luego, a partir de las cuatro de la tarde,
todo el mudo se enseriaba a lo largo del
Paseo Falcón y de las avenidas principales para ver desfilar las carrozas y
comparsas en las cuales nunca dejaban de faltar la clásica burriquita, el
Maremare, el Pájaro Guarandol y el Sebucán.
Esta
estampa del Carnaval bolivarense del que nos habla Pineda en su libro “Creciente”
se mantuvo casi inalterable hasta la década de los cincuenta. Luego comenzó a sufrir una metamorfosis
degradante subrayada por los excesos derivados del alto consumo de cerveza en
los templetes con saldos de raptos, hechos de sangre y la visión al día siguiente
de una ciudad sórdida, con las calles asquerosas y llenas de potes. De manera que el Carnaval de hoy es
diferente. Podríamos decir que los
excesos y disparates de las Juntas acabaron con un atractivo turístico de
importancia, no obstante la antigua y sana tradición, un lindo Paseo de desfile
frente al río más grande de Venezuela e importantes recursos creativos. Se ha perdido un buen tiempo, ahora bordeado
por una crisis económica que aleja toda esperanza de rescate de una tradición
que parece haber perdido toda su significación.
Los
Carnavales de Ciudad Bolívar, como nos comentaron en cierta ocasión los
profesores universitarios, arquitectos José Rivas Gutiérrez, sociólogo Angel B.
Coraspe y antropólogo Alfredo Inaty, han perdido su imagen y su espíritu y lo
que hemos venido viendo últimamente no es más que una parodia.
Según
el arquitecto Rivas, los Carnavales de Ciudad Bolívar hasta el año 1957, fueron
fiestas donde se ponía de manifiesto el espíritu folklórico y pagano en el
marco de una sociedad reprimida por la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. La creación de comparsas costumbrista como el
Merey, el Sebucán, el Carite, la Burriquita y otros de género dramático como
“La mujer sin alma”, evidenciaban los contenidos anímicos de los autores en su
búsqueda de una estimulación colectiva frente a la insoslayable realidad
de la opresión y la pérdida de los
derechos fundamentales del hombre. Hoy,
paradójicamente, el Carnaval tiene el significado que le imprime la ideología
dominante para atenuar en gran parte los sentimientos de cuestionamiento que
alientan los individuos frente a la crisis actual.
Para
Coraspe lo único bueno del Carnaval es que el contagio social que propicia
permite liberar tensiones y afianzar la solidaridad humana, pues por lo demás
nadie niega que deja una secuela de muchos traumas afectivos.
Por
su parte, Inaty cree que el Carnaval sólo es bueno para el sistema, para los
comerciantes, para los artistas y otras personas con severas perturbaciones de
la personalidad, pero para la comunidad es negativo, toda vez que lejos de
servir para enaltecer valores culturales autóctonos, sólo acarrea una evasión
infructuosa y deteriorante, un incremento del sentimiento consumista y una
mayor dependencia de los vicios y aberraciones del sistema. Pero mientras los Carnavales de Ciudad
Bolívar han disminuido su calidad en el tiempo reciente, vienen surgiendo los
de Ciudad Guayana con impulso prometedor y los del El Callao como herencia
antillana de sus pobladores al calor de la explotación aurífera, se convierten
en atractivo nacional. El Carnaval de El
Callao está consustanciado con el Calipso y su expresión coreográfica
característica, como lo está el vecino carnaval carioca con la samba. Ambos elementos culturales han penetrado los
Carnavales de Ciudad Bolívar, pero sin máscara, la gracia, el espíritu negroide
del primero y sin la suntuosa y alucinante fantasía del segundo. Guardando la
distancia y las realidades demográficas, ambos Carnavales como tradición
cultural vernácula se asemejan. Brasil
tiene los dos elementos básicos del éxito internacional de su Carnaval: la Samba como ritmo propio y catorce clubes
de samba con tres mil miembros cada uno y nada menos que un sambódromo diseñado
por Oscar Niemeyer, el mejor arquitecto del país y quien también diseño
Brasilia a finales de los años cincuenta.
El Callao igualmente tiene ritmo propio:
el Calipso y una semejanza de los clubes brasileros que son las
comparsas.
Pero
el Calypso de El Callao, no obstante ser herencia antillana tiene aportes de la
realidad venezolana. Es un ritmo que se
diferencia. Los materiales del Calipso
calloense como en una ocasión nos dijo el doctor en música Leopoldo Billi,
tiene como característica el golpe del tambor, diferente al antillano que tiene
al steel band. Predomina además la voz,
en cambio que en las Antillas no cantan, es puro instrumento.
Los
instrumentos de Calipso de El Callao son Bumbac, Maracas, Cencerro, Bajo,
Guitarra y Rayo. Una solista y un coro
seguido por la gente que danza detrás de las comparsas. Los disfraces, de reminiscencia o ancestro
africano, distinguen los Carnavales de las otras fiestas tradicionales del
lugar.
Comparsa
popular de El Callao fue desde su fundación en 1956 la de la Negra
Isidora. Poco antes de morir quedó
disuelta y sus miembros se disgregaron en otras comparsas, entre ellas, la
conocida Renovación de Chuo; Nueva
Onda, de los Hermanos Clark; Creación, de Miguel Gadlardi; Agricultura, de
Jesús Lugo y Protesta, de Ray Rodríguez.
EL
CALIPSO DE EL CALLAO
En
El Callao todo el tiempo es de calipso.
Aún el duro golpear de la barra del minero sobre la roca lleva el ritmo
del calipso. En inglés, francés,
holandés, en español o simplemente en patois, no importa, el ritmo siempre es
el mismo aunque el de El Callao tiene sello propio y prescinde de los tambores
de acero.
En
el Callao, imán de todo el país, los tambores suenan desde la noche de Pascua y
Año Nuevo y se empatan con el Carnaval y las fiestas patronales y como Ulises
no hay quien escape seducido por el ritmo de la ninfa del lugar.
El
verdadero Ulises, al que le canta Homero en la Odisea, pasó muy a pesar de
Penélope 8 años en la isla del Ogigia del mar Jónico después del tormentoso
naufragio en zona de las Rocas Erráticas.
Calipso
era la diosa o reina de la isla y de ella dice el historiador Horacio Cabrera
Sifontes que vino el nombre de ese ritmo de percusión y campanilla que compite
con la deliciosa y erótica Samba brasilera.
Horacio
Cabrera escuchaba el cuento desde que era
niño travieso en una escuela de Trinidad. A él se lo referían las
hermosas Madamas del lugar y recuerda de entonces un Calipso muy típico y
popular que a todo el mundo contagia: Jingolee oh, tire me donkey down there.
Se
cantaba en patois, en inglés-holandés o en inglés- francés y la gracia, el
ritmo y la ironía picante siempre se mantenía.
A
El Callao llegó el Calipso por vía de las Madamas martiniqueñas contratadas
como servicio por los corsos que explotaban el oro en las vetas. Eran
ellas mujeres hermosas que tenían una
forma peculiar de vestirse. Muy abombadas de traje, con una especie de
crinolina para abultar más las caderas y bailaban frecuentemente al son del
calipso.
El
son de Calipso se reducía a la forma monótona de un mismo estribillo y a uno o
dos versitos contando con frases agudas y pintorescas lo que ellos querían
criticar a la burguesía, pero martillando insistentemente sobre los prejuicios
sexuales.
Los
negros se expresaban con su ritmo en los Tents (campamentos, tiendas,
templetes) que debían montar al aire libre en cualquier vía o sitio descampado,
obligados por su no admisión en centros públicos o sociales, no por el ritmo en
sí sino por el contenido de la letra considerada de picante y obscena. De allí
que a niñas de familia se les prohibía concurrir a los Tents, pero
sorpresivamente madres, tías, abuelas y niñas se encontraban en el sitio con la
misma curiosidad que terminó con el tiempo contagiando a la sociedad trinitaria
entera hasta hoy que todo el mundo baila calipso.
El
Calipso, a decir de Cabrera Sifontes que es nativo del Yuruary y vivió mucho
tiempo en las Antillas, nace en Martinica y a través de las martiniqueñas llega
a El Callao a principio de siglo. Las fiestas eventuales de las martiniqueñas
en el Callao animadas por el calipso fueron trascendiendo de tal modo que llegó
un momento en que el pueblo de El Callao no quería bailar ni conocer de otro
ritmo que no fuera el Calipso. El ritmo contagiaba a las masas y tomaba las
calles como las sigue tomando en Pascuas y Año nuevo, el Día del Carmen, en los
Carnavales o el día del Minero. Porque el Callao ha sido siempre un pueblo
minero como lo demostraba Josua interpretando en ocasión propicia el popular
Blody Man Down (Lamento Minero).
Y
aunque el Calipso nació en Martinica y Trinidad con los Steel band, en El
Callao lo tocan con instrumentos diversos que van desde el cuatro y el violín
hasta el bunbac, el rallo y la campanilla. La Negra Isidoro fue siempre el alma
del Calipso entre muchas otras agrupaciones como la del Gago, Carlos Small,
Cecil y el Sparrow Kenton.
Muchos
dicen que el calipso que las martiniqueñas trajeron a El Callao está muy
penetrado por la música criolla y eso lo creía también el músico y compositor
guayanés Fitzi Miranda. El recordado y desaparecido Fitzi propuso en cierta
ocasión cambiar su nombre por el de “Merlipso”
por lo que tiene de merengue. El Calipso calloense ha sufrido una penetración
del merengue, naciendo una modalidad
dentro de la cual se admira el balance perfecto de ambas formas, de
manera que ello le da a ese ritmo un sello muy propio dentro del contexto
venezolano, como lo podemos apreciar cada vez que nos toca bailar en El Callao
al compás de esos instrumentos de percusión que en nada se igualan a los
clásicos Steel Band de la Antillas.
Lo
importante es que ya el calipso de El Callao o de sus ascendientes no es solo
el ritmo de los negros sino de todos los que llevan la música por dentro.
Niños, adultos, ancianos, blancos, negros, pobres, o ricos, se lanzan a la
calle buscando el ritmo de los tambores con obsesionante vaivén.
El
Calipso siempre está presente en los acontecimientos relevantes y tradicionales
de este singular y aurífero pueblo del Yaruary, pero muy especialmente en los
días de Carnaval. Como en cierta ocasión lo expresó la poeta Miyo Vestreini, “El Carnaval de El Callao es una
bulliciosa tradición que años tras años convierte al distrito minero en una
meta delirante, casi surrealista”.
Figura
central del carnaval de El Callao lo fue siempre la insólita y fascinante Negra
Isidra, quien se gastaba una comparsa de 300 personas. Durante media centuria
la telefonista del pueblo era el alma de las fiestas y junto con ella
innumerables agrupaciones, unas ya desaparecidas y otras que se mantienen
vigentes y cada año organizan y diseñan comparsas como la de los Vikingos y los
Exóticos, con la maestra Lulú de solista en el canto.
De
El Callao es Julio Delgado Prieto o mejor dicho, en El Callao se amasó como
cantante y compositor de calipso, autor de “Woman de El Callao”, calipso que le
dio la vuelta a Venezuela con intensidad arrolladora y que prácticamente lo
levantó aunque fugazmente al estrellato. Lo sacó de su aula del Núcleo Bolívar
de la UDO donde cursaba el séptimo semestre de ingeniería de minas.
Prácticamente Julio fue prestado por un momento al conjunto barloventeño Un
solo Pueblo, pero de nuevo se integró a VH Calipso, un conjunto que nació el 28
de marzo de 1985 con el nombre de “Los Calipseros de Vista Hermosa”.
Más
tarde, en septiembre del mismo año hizo su aparición “The Same people” que ha
crecido, trascendido y se mantiene en todo su vigor. Todos los años, por el noveno mes del año
hace de su aniversario un acontecimiento festivo donde intervienen las
tradicionales escuelas de Diablos de El Callao y agrupaciones musicales de
otras ciudades de Venezuela.
El
calipso, la danza y los sones característicos de El Callao están asociados al
oro o simplemente con el dorado que nunca pudieron encontrar los
conquistadores, ni siquiera los misioneros en su afán de catequizar indios y
fundar pueblos mixtos.
El
Dorado, el bendito y maldito dorado afloró después que se fueron los
conquistadores y los “criaderos” y yacimientos en más de un siglo de
explotación intensa aún no se agotan. Hoy se estima en más de 50 mil los
venezolanos e inmigrantes de otras tierras que invaden el sur de Guayana
buscando el metal precioso más codiciado de la humanidad.
Aparte
de los indios, los primeros en hallar oro en Guayana fueron los moradores de
Tupuquén, pueblo situado al oriente de El Callao y al norte de río Yuruary.
Hallaron
oro en las montañas de La Catarata y de Caratal, llamada entonces Nueva Providencia.
Se afirma que para 1824 un brasilero de nombre Pedro Joaquín Ayres llamó la
atención a los moradores de Tupuquén sobre el contenido aurífero de las arenas del Yuruary.
En
1849 Pedro Monasterio y Andrés Hernández, entre otros, establecieron los
primeros lavaderos de oro en las arenas aluvionales del Yuruary. Este intento
se paralizó al estallar la Guerra Federal y no fue sino hasta 1866 cuando se
reanudó la explotación en firme, especialmente cuando don Antonio Liccioni y
Jean Cagninacci, oriundos de Córcega, fundaron la Compañía Minera Nacional
Anónima de El Callao, 1870, con un capital de 120.000 bolívares. Comenzaron
entonces los corsos a traer gente de Martinica y las compañías inglesas que se
instalaron después, de Trinidad y Saint Thomas, gente que había hecho del
Calipso su música natural y de la cual nunca se desprendieron.
Pedro
Monasterio Soto, por cierto bisabuelo del gran pintor barquisimetano Rafael
Monasterio, antes de internarse en la selva del Yuruary había estado en
Angostura como edecán del general José Laurencio Silva. Posiblemente entonces
lo picó el prurito del Dorado pues tan pronto cesó la Campaña del Sur que lo
llevó hasta Guayaquil, regresó a Nueva Granada en 1830 donde adquirió
conocimientos prácticos de mineralogía. Luego se vino a Barquisimeto y
finalmente se trasladó a Guayana por la vía de San Fernando de Apure, como lo
haría después Lucas Fernández Peña hasta fundar y quedarse para siempre en
Santa Elena de Uairén. Pedro Monasterio buscaba oro y lo encontró hasta que se
le agotaron los víveres en las inhóspitas tierras del Yuruary.
Con
50 onzas de oro en la faltriquera, pero sin bastimento en una zona desolada y
agresiva, no le quedó sino la alternativa de regresar a Barquisimeto, pero su
proeza, porque era una hazaña entonces internarse en la selva, convenció a los
guayaneses de la existencia de ricas minas auríferas en el sur. Minas que
llevan ya más de 150 años explotándose y cada vez en cantidades superiores. Una
hoja impresa de 1850 testimonia la presencia en Tupuquén de Pedro Monasterio
quién murió en agosto de 1868 en la más completa pobreza.
El
oro y el color de la piel de su gente no es solo pues lo que llama la atención
de El Callao, sino también su Calipso de reminiscencias ancestrales, muy
diferente al antillano porque se ejecuta con Steel Band mientras que el calipso
calléense suena con otro tipo de tambores y otros instrumentos criollos.
Ambaicalá,
body man down van coreando las comparsas, ayer la de la Negra Isidoro y la Maestra Lulú, la
del Negro Kenton y la de los Hermanos Clark y hoy The seme people y tantas
otras. La percusión resuena con ritmo cadencioso de caderas y a ella se suman
las cuerdas del bajo, de la guitarra y del cuatro más el sonido metálico del
cencerro y la campanilla.
En
el Callao la danza y la música tienen sabor propio y es igual en Carnaval, en
Navidad, Año Nuevo, en las fiestas de Nuestra Señora del Carmen o como cuando
llega un personaje importante a quién hay que darle la bienvenida con cencerros
y tambores. Pero es durante el Carnaval cuando
El Callao se transforma en señuelo nacional. Desde todos lo ángulos de
la Guayana y desde más allá del Orinoco viene gente a bailar el calipso, a
cantar el Ambaicalá y a saborear el domplin, el calaba, el banapilé
y el yinyabie, mientras ese famoso personaje que es el Diablo al que
tanto le temía Julio Delgado cuando era chiquito, va cuidando de las comparsas,
envistiendo con sus cachos y espantando con su rabo a quienes interfieren el
ritmo de Ambaicalá boby man down.
Este
casco urbano de Ciudad Bolívar que tan poderosamente llama la atención del
visitante, fue declarado en 1976 Monumento Histórico Nacional y desde entonces
es objeto de un interesante como complejo trabajo de recuperación y
revitalización, dirigido a frenar el proceso de destrucción, sustitución y
ruptura así como la grave mutilación de su urbanismo primigenio a causa de un
desarrollo mal entendido que venía afectando a la capital desde los años
cincuenta.
El casco es un polígono de 67
hectáreas que sube en menos de 300 metros de la cota 19 a la cota 59 en la
Plaza Miranda. Su estructura original presenta tres áreas características cuya
morfología responde a tres realidades diferentes: área plana desarrollada en
retícula sobre dos calles paralelas a la ribera del río Orinoco, con edificaciones de galerías,
arquitectura porticada en dos niveles, galería superior y clarísima influencia
antillana; área de la colina, consolidada sobre el Cerro del Vigía convertida
en zona residencial con edificaciones de
una planta y una arquitectura de fuerte influencia española y El Zanjón, área
natural de más de 5 hectáreas con formaciones rocosas espectaculares entremezclada
con árboles autóctonos de gran tamaño.
Pues
bien, para 1976 cuando fue declarado Monumento Histórico Nacional, el casco
urbano de Ciudad Bolívar era un enfermo grave al cual un equipo técnico
practicó diagnóstico y le prescribió un tratamiento de recuperación y
revitalización, en marcha desde junio del 87 cuando la Municipalidad aprobó una
Ordenanza de protección así como 21 proyectos de intervención acometidos por
una Oficina Técnica encargada de dirigir todo el proceso.
Aún cuando se
han cometido errores, el Centro Histórico de Ciudad Bolívar acusa un cambio que
materializa el propósito de la recuperación y revitalización y lo hace
obviamente más atractivo al visitante, especialmente sus valores históricos y
arquitectónicos que son los puntos más resaltantes del conjunto, sobremanera
las casas de los grandes eventos patrios y aquellas donde habitaron próceres
militares y civiles, todos forjadores de la nacionalidad, refugiados en
Angostura para armar y conducir la contienda definitiva de la libertad:
El inmueble, también llamado Casa
del Morichal de San Isidro, es histórico no sólo por haber servido de
albergue al Libertador en la etapa definitiva de la República, sino porque en
ella concibió la primera Constitución centralista y su Discurso pronunciado en la sesión de
instalación del Segundo Congreso Constituyente de Venezuela (Congreso de
Angostura) el 15 de febrero de 1819. La
Casa de estilo colonial, típicamente campestre, fue construida entre 1766 y
1776, tiempo del Gobernador Manuel Centurión Guerrero de Torres. En ella se conserva una escultura de San
Isidro, madera labrada, de la misma época.
Joaquín Moreno de Mendoza, fundador
de la antigua Santo Tomás de la Guayana en la Angostura del Orinoco, echó los
cimientos de la que es hoy una de las más bellas iglesias del tipo catedralicio
indio de Venezuela. También la más alta
(44 metros la torre y 26 la nave central), la única de la etapa colonial
construida por ingenieros y la que mayor tiempo tardó en erigirse. En ella se venera a Nuestra Señora de las
Nieves, patrona de la ciudad y Santo
Tomás Apóstol, patrono de la provincia y se hallan inhumados los restos de los
prelados J. A. García Mohedano,
introductor del café en el valle de Caracas;
Antonio María Durán, Miguel Antonio Mejía y Crisanto Mata Cova.
La antigua Casa Episcopal, muy
próxima a la Catedral Metropolitana, en la Calle Bolívar, data de los propios
inicios de la ciudad y aún en la parte superior de la puerta principal es
apreciable el emblema de su jerarquía religiosa. Además de sede del Obispo de la Provincia de
Guayana, sirvió de capilla provisional hasta 1841 que concluyeron los trabajos
de construcción de la Iglesia Catedral.
En ella habitaron los prelados desde Monseñor Ibarra y Herrera hasta
Monseñor Juan José Bernal Ortiz, primer Arzobispo, hasta fines de los años
cincuenta que fue construido el Palacio Arzobispal en las afueras de la ciudad. Actualmente se restaura para destinarlo al
Museo Diocesano de Guayana.
Augusto edificio donde resonó con
proyección internacional, la voz del Jefe Supremo. La voz de Bolívar, el Libertador y de los
forjadores de la nacionalidad. Aquí se
dictaron la Constitución y demás leyes de la República naciente, aquí bajo la
presencia de Francisco Antonio Zea y de Juan Germán Roscio nació la unión de
Venezuela, Cundinamarca y Quito y vino a terminar sus días “El Correo del Orinoco”, hebdomadario de la lucha tenaz y sostenida
por la libertad de América. Actualmente
se mantiene como Museo de Sitio con una Biblioteca Bolivariana, Galería de los
próceres, una sala de recitales y en el sótano el Archivo Histórico de Guayana.
CASA
DEL ALMIRANTAZGO
Calle Constitución, antigua
Calle del Gobierno, diagonal con la Plaza Bolívar. Aquí vivió el Almirante Luis Brión y se
instaló el Tribunal Militar que juzgó al General Manuel Piar. Más abajo, en la Calle la Muralla,
funcionaba El Almirantazgo o sede de la Armada al mando del
Almirante Brión que tenía en la parte de abajo el taller de un artesano sillero,
el primero en publicar un aviso en el Correo del Orinoco comprando cerdas a
buen precio. Aquí también tenía su
despacho el Comando de las Fuerzas Sutiles del Orinoco a cuyo frente estaba el margariteño,
Antonio Díaz. Capitán de Navío cuyo nombre ostenta la Escuela Técnica Industrial
de Ciudad Bolívar. Murió en Caicara en
1826.
CASA
MINISTERIAL
Situada en la Calle Mayor a
esquina con La Muralla, No. 21. Aquí
funcionó el único Ministerio del Gobierno del Libertador en 1818, dividido en
tres Departamentos, cada uno bajo la dirección de un Ministro-Secretario, así:
Departamento de Estado y Hacienda, Manuel Palacio Fajardo; Departamento de
Marina y Guerra, Coronel Pedro Briceño Méndez y de Interior y Justicia, Diego
Bautista Urbaneja. El inmueble de dos plantas que sirve actualmente de asiento
al Hotel Las Delicias, tenía vista
abierta al Orinoco, cortada a mediados del siglo diecinueve por la construcción
de la Casa de las Doce Ventanas y la calle Venezuela.
Sirvió de cautiverio al héroe de San Félix, General en jefe Manuel
Piar, desde la noche del 3 hasta la
tarde del 16 de octubre 1817, antes del sacrificio en aras de la unidad,
obediencia y la disciplina castrense.
También residencia del General Carlos Soublette y otros miembros del Estado Mayor del
ejército patriota que abandonaron después para instalarse en la Casa de los
Gobernadores. En esta casa funcionó
hasta muy avanzado el Siglo XX, la Escuela Federal Tomás de Heres, reubicada en
la Calle Constitución al iniciarse los
trabajos de restauración.
Contigua a la Casa del Congreso de
Angostura. Aquí operaban los
administradores de las rentas coloniales traducidas en los derechos de
alcabala, de almojarifazgo, de estancos
y otros que continuaron de alguna manera con el advenimiento de la República.
En tiempos de Juan Bautista Dalla Costa (1867) fue transformado este inmueble
en Palacio de Gobierno al mismo tiempo que la Casa del Congreso de Angostura a
la cual se le agregó un cúpula bizantina.
Así se mantuvo hasta que en el período de Ovidio Pérez Agreda (1938-41)
le fue construida una segunda planta. En
la década de los cincuenta fue objeto de reformas, con una ampliación hacia la
calle Boyacá. En 1988 nuevamente fue adoptada como Palacio de Gobierno la de la
colonia una ve remodelada, ampliada con un anfiteatro y colocado el busto de
Dalla Costa en un jardín interno. Durante el segundo período del Gobernador
Francisco Rangel Gómez la antigua Casa de la Real Hacienda volvió a ser
refaccionada y convertida nuevamente en Palacio de Gobierno. Su fachada este tiene un marcado estilo
neoclásico. El acceso central está limitado por columnas que soportan un
frontón triangular y sobre la puerta un escudo del estado
Bolívar. Presenta también otras columnas de mayor tamaño que la recorren del
piso al techo soportando un frontispicio triangular. A los lados exteriores de
las columnas, en el segundo nivel de la edificación, se ubican dos balcones con
barandas de hierro forjado con motivos geométricos. Centradas en los balcones
hay ventanas de gran formato con arco, bordeadas por molduras; también tienen
rejas de hierro forjado con el mismo motivo decorativo.
CASA
SIEGERT
En este inmueble que hace esquina
entre las calles Amor Patrio y Libertad, habitó con su familia el doctor Juan Teófilo
Benjamín Siegert, médico germano llegado a Angostura en 1820 contratado por los
patriotas en guerra para prestar servicios como
cirujano mayor del Hospital Militar de la ciudad. Siegert nació en Alemania el 22 de noviembre
de 1796 y falleció en Ciudad Bolívar el 13 de septiembre de 1870.. Se retiro del ejercicio profesional en 1858
y se dedicó junto con sus hijos, a través de la firma J. G. B. Siegert &
Sons, a la fabricación y comercialización de su Amargo Angostura que pronto
alcanzó notoriedad mundial.
CASA
DALLA COSTA
Residencia de Juan Bautista Dalla
Costa, italiano dueño de la casa mercantil más poderosa del arco sur del
Orinoco, tertuliano del Libertador, servidor público durante la República
naciente. Se ha dicho que esta casa fue
el regalo de boda del Libertador en la ocasión de contraer matrimonio con Isabel Soublette Jerez, hermana del General
Carlos Soublette, Jefe del Estado Mayor,
y descendiente de las famosas hermanas Aristeguieta conocidas como las
“nueve musas caraqueñas”. Aquí nació Juan
Bautista Dalla Costa Soublette, uno de los gobernadores más progresistas de la
provincia de Guayana. El inmueble fue
adquirido posteriormente por el coronel Ramón Contasti, prócer de la
independencia y Gobernador de la Provincia de Guayana a raíz de la separación
de Venezuela de la Gran Colombia.
Fuerte Santa Bárbara o Almacén de Pólvora,
fabricado bajo el gobierno de Manuel Centurión por el notable ingeniero español
Agustín Kramer, diagonal con la actual Plaza Miranda y frente al antiguo
Capitolio. Primitivamente tenía forma de
pentágono irregular de gruesas mampostería, con bastiones a derecha e
izquierda. Luego fueron instaladas
modernas y poderosas antenas radioeléctricas más un elevado tanque de agua.
También sirvió de cuartel de artillería.
Nombre popular, por haber existido allí
desde la fundación de Angostura el Convento de los Padres Franciscanos,
convertido en 1817 en Hospital Militar y Cuartel de Artillería. Dado su estado de ruinas, el Consejo
Municipal de Heres, presidido por el doctor J. M. Agosto Méndez, dispuso el 6
de marzo de 1913 destinar el lugar a la construcción de una plaza en homenaje a
Manuel Centurión, pero esta disposición no se materializó sino en 1968 bajo el
mandato del gobernador Luis Raúl Vásquez Zamora.
En Cuartel Militar, Prisión y sede de la
Guardia presidencial se trasformaron tras la toma de Angostura por los
patriotas en 1817, esta cuadra, incluyendo le Casa de los Gobernadores de la
Colonia. Ahora funcionan allí la Escuela de Música Carlos Afanador Real, la
Casa Parroquial, una posada y una residencia familiar. La Casa de los Gobernadores fue convertida en
Palacio de Gobierno. Vale decir que a
esta Cuadra fueron traídos presos desde Margarita, en 1819, los Generales Juan
Bautista Arismendi y Francisco Esteban
Gómez, cuando desacataron órdenes del General
Rafael Urdaneta sobre la recluta. Allí igualmente estuvo detenido el
coronel Henry D. Wilson, comandante de los Húsares Rojos, acusado de “agente provocador”. Y es leyenda que de la Casa de los
Gobernadores, Bolívar presenció el fusilamiento del General Piar el la tarde
del 16 de octubre de 1817.
Aquí nació el 18 de septiembre de 1795 el
General Tomás de Heres, prócer de la independencia sudamericana. Además de militar de la emancipación, fue
periodista, gobernador, parlamentario y representante en Guayana del Partido
Conservador surgido en Caracas a principios del segundo período presidencial del general José Antonio Páez y
que sus adversarios capitaneados por el viejo Juan Bautista Dalla Costa
adjetivaban localmente como “Antropófagos”.
Murió en la misma casa, entre las calles Libertad y Amor Patrio, víctima
de un atentado político el 9 de abril de 1842, siendo Jefe Militar de la
provincia de Guayana y cuando se hallaba en plena tertulia con el Obispo de la
diócesis, Monseñor Mariano Talavera y Garcés.
Las familias Heres y Rodil, llegadas a
Angostura en el siglo XVIII, estaban emparentadas y vivían en la misma cuadra.
Los Heres en la casa, esquina con las calles Libertad y Amor Patrio, y los
Rodil, en la casa contigua entre las calles Amor Patrio y Libertad. Heres contrajo matrimonio con su vecina María
de Jesús Rodil, hermana de Martiniano Rodil, juez penal de la ciudad. El inmueble fue objeto de sucesivas
transacciones hasta que en 1928 cayó en manos de Max Parchen, comerciante
alemán radicado en la ciudad como socio
de la Casa Blohm, quien la ofreció al Gobierno Regional para ser restaurada y
destinada al Conservatorio de Música Carlos Afanador Real.
En ella vivieron los hermanos Juan
Crisóstomo Roscio y Juan Germán Roscio.
El primero, alcalde de la ciudad, reducido a prisión tras haber
respaldado la Junta Patriótica de Caracas, y conducido a los Castillos de
Puerto Cabello donde después de violado el tratado de Miranda por Monteverde,
fue fusilado el 24 de junio de 1813. El segundo, Juan Germán Roscio, fue
Presidente del Congreso de Angostura, redactor del Correo del Orinoco, firmante
del acta de la Independencia y de la Carta Fundamental de la Gran Colombia.
Aquí vivió con su esposa Dolores Cueva y su hija Carmen, quienes la heredaron y
disfrutaron su favorable ubicación hasta que al final debieron despojarse de
ella.
CÁRCEL PÚBLICA
Data de la época de la colonia puesto
que el gobernador Miguel Marmión (1785-1790) da cuenta de ella al decir que ha
dispuesto de las rentas por concepto de apuestas para terminar de construirla.
En 1818 los patriotas habilitaron el
área de los balcones para asiento de las autoridades civiles y municipales que
se mantuvieron hasta muy avanzado el siglo veinte. De manera que en ella despacharon los
próceres Manuel Cedeño y Juan Vicente Cardozo entre 1817 y 1818. En 1905 estuvieron presos en ella el escritor
Rufino Blanco Fombona y el poeta revolucionario Alfredo Arvelo Larriva. Cárcel
Pública vino a ser propiamente hasta 1951 que se construyó la de Vista Hermosa.
Abandonada hasta 1980, fue restaurada por gestión de la CVG y destinada primero
al Archivo Histórico y Museo Etnográfico de Guayana y finalmente a la Dirección
de Cultura.
Levantado en los propios predios del El Cardonal, donde fue sepultado
bajo tierra y en sitio oculto el cadáver ensangrentado del General Manuel Piar,
data de 1818 y en él se hallan inhumados restos de hombres ilustres como Juan Bautista Dalla Costa y Ramón Isidro
Montes; de próceres de la independencia, como Manuel Palacios Fajardo,
Ascensión Farreras, Ramón y Orocio Contasti, Eusebio Afanador, Juan Vicente
Cardozo, Biviano Vidal, José Francisco Sánchez y de la Guerra Federal como el
bolivarense José Gabriel Ochoa y el general apureño Cornelio Antonio Muñoz.
Monumentos funerarios de distinguidas familias angostureñas, realizados con mármol de Carrara, pueden verse en su
interior. Los restos del general Manuel Piar, sepultados en El Cardonal, el 16
de octubre de 1817, desaparecieron lo mismo que los de Manuel Palacio Fajardo,
y los de Tomás de Heres y José Tomás Machado que se hallaban aquí, exhumados
para ser trasladados primero a la Iglesia Catedral y finalmente al Panteón
Nacional el 24 de noviembre de1942.
Situado en el punto más elevado del
peñón angostureño, frente al Fuerte Santabárbara o almacén de pólvora, fue
diseñado inicialmente para el Hospital La Cruz y la construcción encomendada al
ingeniero polaco Alberto Lutowski, quien falleció a causa de la fiebre amarilla
el 16 de febrero de 1817. La guerra legalista lo trasformó en Cuartel con el
cognomento de Capitolio y como sede de guarnición militar se quedó hasta 1951
que se construyó el Fuerte Cayaurima o Cuartel Tomás de Heres en las afueras de
la ciudad. A partir de entonces fue destinado a sede compartida de la
Prefectura y Comandancia General de Policía. En 1990 el Gobierno de España
tomando en consideración su valor arquitectónico hizo un aporte sustancial para
su recuperación y restauración toda vez
que había sido objeto de malas intervenciones. Con un nuevo enfoque
arquitectónico fue adaptado para las necesidades del Centro de las Artes,
adosado al cual un Teatro moderno de alto contraste proyectado por el
arquitecto Oscar Tenreiro.
IGLESIA SANTA ANA
Segundo templo erigido en Angostura después
de la Catedral. Data de 1856 cuando la señora Ana María Hernández Pulido, en
trance de muerte y sin herederos, entregó su casa recostada en la falda del
cerro El Chivo al vicario capitular y gobernador del Obispado de Guayana,
Leandro Aristeguieta, para que la trasformara en una iglesia a objeto de
venerar en ella a Santa Ana, madre de la Virgen María.
Jardín rodeado de símbolos, donde el
guerrero después de tantas batallas por la emancipación, encontró el reposo del
bronce. Se llamó también Plaza
Angostura, Plaza del Martirio y finalmente Plaza Bolívar desde el 28 de octubre
de 1869 que el pueblo de la provincia de Guayana, tras una colecta pública,
inauguró en peana central la que resultó ser la primera estatua pedestre de
bronce erigida al libertador en Venezuela.
Es copia de la encargada al escultor italiano Pedro Tenerani para la
plaza mayor de Bogotá. En ella fue
pasado por las armas, en 1817, el general en jefe Manuel Piar y posteriormente
los oficiales de su caballería, coronel Remigio Femayor y Teniente Nicolás
Quiroga.
Data de finales del siglo diecinueve,
pero en 1892 todavía el lugar era un peladero y para evitarlo el presidente del
Estado, Ernesto García, decretó convertirla en un jardín y en cada uno de los
ángulos sendos bustos en bronce de los generales Manuel Cedeño, Cornelio
Antonio Muñoz, José Tomás Machado y Ascensión Farreras. No siendo esto posible
debido a la inestabilidad de los gobiernos de entonces, ni siquiera instalar la
estatua de Miranda que se hallaba en depósito, el presidente del Estado, Julio
Sarria Hurtado designó una junta presidida por Federico Carrasquel para
levantarle un busto a Juan Bautista Dalla Costa Soublette, el cual fue
inaugurado el 5 de julio de 1901 en la Plaza Miranda. En 1989, fue remodelada
esta plaza dentro del programa de revitalización del Centro Histórico. El busto
de Dalla-Costa fue ubicado entonces en el patio jardín de la Casa de los
Gobernadores de la colonia. La antigua estatua pedestre de Miranda fue donada
por el Gobernador Luis Raúl Vásquez Zamora a la Base Aérea de Palo Negro, en
Maracay.
Aquí en esta casa de balcón frente a la
Plaza Mayor, vivieron y despacharon desde el progresista Manuel Centurión
Guerrero de Torres (1766-1776) pasando entre otros, por Miguel Marmión y Felipe
de Inciarte, hasta Lorenzo Fitz Gerald, último gobernador de la colonia.
Inciarte recibió en ella a Humboldt y a Bonplant y a mediados del siglo diecinueve
se hospedaron aquí el geógrafo Agustín Codazzi cuando vino a Guayana en misión
de levantar el Plano de Venezuela decretado por el Congreso de 1830. Entre 1936 y 1975 sirvió de sede a la
Sociedad de Educación Paulina y Colegio La Milagrosa. Desde el balcón de ese inmueble dice la
tradición que presenció Bolívar el fusilamiento de Piar. Fue propiedad de la
familia Arismendi. También de Oscar
Sananes López y de los Padres Paules en 1942. Durante los años 50 funcionó la
Inspectoría de Tránsito y a finales de los años 80, recuperada para retornar a
su origen de Palacio de Gobierno.
CASA WANTZELIUS
Mandado a construir por el naviero
alemán Adolfo Enrique Wappaus, este inmueble sirvió de sede diplomática durante
mucho tiempo a las Ciudades Hanseáticas y se sumó al conjunto
arquitectónico que en Ciudad Bolívar
inauguró un nuevo estilo. La casa, donde funcionó por mucho tiempo la Banda del
Estado y la Asociación Venezolana de Periodistas, fue donada por la
Municipalidad a la Sociedad Bolivariana, pero luego de restaurada por Mindur y
la Gobernación se destinó a la Dirección de Educación.
Lo integran dos edificios unidos desde
1920 por un puente al través de la calle Igualdad. Originalmente sólo viviendas
había en el área que a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y parte del
XX, fueron trasformadas en esta elegante edificación de estilo neoclásico
destinada a los hospitales de hombres y mujeres (Hospital Ruiz y Mercedes y
finalmente Ruiz y Páez). En 1957 cuando en la Avenida Germania, el Gobierno
Nacional inauguró el actual Hospital Universitario “Ruiz y Páez”, el edificio
sirvió de asiento a la
Técnica Industrial y finalmente, en
1965, restaurado y adecuado a las
exigencias de la Alcaldía y Concejo Municipal del Municipio Capital Pinturas de la primera mitad del siglo XX
ornamentan el recinto de sesiones del Consejo.
CASA
DE TEJAS
Erigida a finales del siglo pasado sobre
una inmensa laja del parque El Zanjón, por el general de la Guerra Libertadora,
Francisco (Pancho) Constasti Gerardino, es de fama proverbial desde el mismo
momento de su construcción, tanto por la calidad del elector del sitio como por
la proyección que le dio durante su permanencia allí un personaje a quien la picaresca
angostureña celebraba su festinado adiós a la carne.
Morada
donde una vez la dicha familiar, social y política tuvo su más serio
revés y contratiempo. Mirada del río y de las noches encantadas que hoy, renovada,
abre sus puertas, ventanas y celosías, a la brisa, al aire luminoso y a la
claridad del pensamiento. Fue construida en la convergencia de las antiguas
Calle La Muralla con la Calle Mayor, a mediados del siglo diecinueve,
especialmente para el prócer de la independencia y Gobernador de la Provincia
de Guayana, capitán de navío, José Tomás Machado, quien vivió en ella hasta el
día de su fallecimiento el 30 de enero
de 1862. Actualmente incorporada a
servicios docentes y culturales de la Universidad de Guayana.
Esta empinada calle de Ciudad Bolívar se
llama desde el siglo diecinueve “La subida del catorce” y la casa de esquina
entre la antigua calle Miscelánea y Amor Patrio, residencia del Gobernador, “La
Catorcera”. Ambas connotaciones han pervivido desde el 14 de septiembre de
1885, asociadas con esta fecha del alzamiento del Comandante de Armas, general
Juan Carlos Lotero, contra el Presidente del Estado, general José María
Bermúdez Grau, uno de los gobernadores más progresiotas de Guayana después de
Dalla Costa.
CASA
DE LA POESÍA
Diagonal con la Casa del Congreso de Angostura, construida en
el siglo diecinueve por una rama de los Machado emparentada con el prócer de la independencia José Tomás Machado. Residencia de la familia
Requesens, ligada a la tipografía, la música y al comercio de libros. Vivienda
también de Malvina Rosales, tenida como primera dama angostureña que trabajó en
cargos de la empresa privada hasta entonces reservados a los hombres. Actualmente
asiento de la librería de la Fundación Kuaimare y de la Asociación de
Escritores de Venezuela, Seccional Bolívar.
Actual sede de
la Biblioteca “Rómulo Gallegos”, calle Libertad, fue mandaba a construir a
mediados del siglo diecinueve por el Licenciado Ramón Isidro Montes, siendo
Rector del Colegio Nacional de Guayana, conforme a su acariciado proyecto
“Hogar-Escuela”. Una vez construido el inmueble, el Rector y su familia
habitaban la parte alta y en la de abajo, con acceso al jardín, funcionaba un
internado. En el siglo XX fue residencia de Gobernadores, y sede de la
Municipalidad antes de fundarse allí la Biblioteca Rómulo Gallegos en 1963.
CASA LAURO
De esquina entre las calles antiguamente
llamadas del Gobierno y Amor Patrio.
Data del siglo XIX y en ella se residenció, recién llegado de Italia, Antonio
Lauro, uno de los músicos y barberos renombrados de la Ciudad Bolívar de
comienzos de siglo veinte. El viejo
Lauro fundó en 1904 el establecimiento de barbería y peluquería “Petit Trianon Lauro & Galeano”.
Aquí en este inmueble nació su hijo homólogo, Antonio Lauro, guitarrista y
compositor cuya obra es conocida, estudiada e interpretada en todo el
mundo. Su nombre forma parte del
repertorio universal de la guitarra.
Anualmente, por la fecha de su natalicio se celebra en la ciudad el
Festival Nacional de Guitarra. Patrocinada por la Fundación que lleva su
nombre.
CASA
J. B. RENDÓN
En esta casa
ubicada entre las calles El Rosario y la Igualdad nació y vivió el doctor José
Benigno Rendón, magistrado judicial egresado del Colegio de Primera Categoría
de Guayana. Presidente del Estado
Bolívar bajo el Gobierno del General Eleazar López Contreras, quien visitó
Ciudad Bolívar por primera vez el 4 de septiembre de 1938, a bordo de la cañonera
Rafael Urdaneta. Expropió a Roberto
Liccioni de 80 hectáreas de tierras para construir el Aeropuerto que
originalmente se llamó “24 de Julio” y actualmente “Tomás de Heres”.
PALACIO
LEGISLATIVO.
En Palacio Legislativo devino el antiguo
Teatro Bolívar inaugurado en 1883 en la parte más elevada del casco urbano. El actual edificio data de 1943, diseñado y
construido para una Biblioteca Auditorio inaugurada por el Gobernador Mario
Briceño Iragorri el 5 de mayo de ese año, sobre el mismo terreno que ocupó el
Teatro Bolívar demolido en 1936. La Biblioteca auditorio ostentó dos nombres:
el de J. M. Agosto Méndez y el de Simón Rodríguez. Sus funciones como tal
concluyeron en los años sesenta cuando fue transformado en sede del Poder
Legislativo que venía funcionando, primero en la planta baja de la antigua Casa
de la Real Hacienda y después en la Casa del Congreso de Angostura.
FORTIN
DEL ZAMURO.
En tiempos de la
colonia existió en Angostura el Fuerte San Gabriel cuyas ruinas y cimientos
terminó de arrastrar el Orinoco a comienzos del siglo diecinueve, y un pequeño
fuerte (Almacén de Pólvora) en la cumbre del cerro El Vigía convertido en Caja
de Agua del primer acueducto que tuvo la ciudad en 1884. Para compensar esta
falta se construyó otro pequeño fuerte o fortín en el cercano Cerro del Zamuro
a fines del siglo diecinueve, famoso en la Batalla de Ciudad Bolívar (Guerra
Libertadora) porque su toma el 21 de julio de 1903, por el general Juan
Fernández Amparan, decidió la victoria del Gobierno después de 50 horas de
sangrienta lucha. En 1980 junto con la Cárcel Vieja fue restaurado por la CVG y
convertido en museo de sitio. Los ranchos y viviendas que poblaban el entorno
fueron expropiados y demolidos para devolverle al cerro o colina su calidad de
parque natural.
CRUZ
DEL PERDÓN
Primero fue una simple cruz de fleje que
madres llorosas clavaron en el sitio, a la orilla del río, el día en que
Vicencio Pérez Soto, Presidente del Estado (1921-1923), se llevó a sus hijos,
reclutados para pelear contra los hombres de Arévalo Cedeño que desde Colombia
había invadido a Venezuela, levantado contra el dictador Juan Vicente Gómez.
Luego la culisa Julia González, lavandera del río, un día en que el Orinoco se
metía en su casa, formuló la promesa de la Capilla. Por iniciativa de ella,
todos los devotos contribuyeron y un 3 de mayo se celebró la primera fiesta de
velorio. La Capilla es obra del maestro constructor José (Soldado) Fernández y a
la Cruz de fleje la suplantó una de madera donada por el viejo curandero de
Perro Seco, José Vicente Iriarte (Tamarindo).
PARQUE
EL ZANJÓN
Ubicado en pleno corazón
de la ciudad, a escasa distancia de la Plaza Bolívar. “Parque de Aventuras” lo
llamó la arquitecto hispana María Luisa Cerrillos porque se presta para la
aventura infantil dado lo laberíntico de su topografía. Con especies vegetales
autóctonas, senderos, caminos, escalinatas, piedras como esculturas naturales,
multiformes, textura muy particular, que afloran y se sumergen por enrevesados
senderos. El Parque, además, presenta elementos fijos circundantes que son las
viviendas de gente humilde y en el centro la famosa Casa de Tejas convertida en
taller de artistas plásticos. Es un parque nada común y al que hay que
redescubrir a medida que se recorra, de arriba abajo, de abajo a lo alto, de un
lado a otro o de una roca a otra. Sus posibilidades son infinitas incluyendo el
paisaje del río que también suele asomar por los parajes.
LA ESCALINATA
De estilo romano, construida con
cemento importado de Hamburgo en 1926 por el gobierno del general Silverio
González. La dirección de la obra estuvo a cargo del ingeniero Antonio Simón
Pietri, quien también dirigió la sección del Malecón que iba desde el Mercado
(El Mirador) hasta el puerto de Blohm. El sitio se llamó hasta 1881 Laja de los
Vallée, luego Laja del Campanario cuando allí estuvieron durante un tiempo las
campanas de la Catedral y del Colegio Federal.
Finalmente terminó consagrándose como La Escalinata porque así fue
concebida para salvar la caída de la Calle Carabobo sobre la Calle Bolívar.
HOSPITAL DE NIÑOS
Hospital de Niños o Clínica de
Niños Pobres, fundado el 27 de enero de 1915 por iniciativa de la Sociedad
Médica del Estado Bolívar. Comenzó a funcionar en un local del Hospital Ruiz y
Mercedes y a partir del 25 de diciembre de 1930 en el edificio actual frente al
Palacio Municipal, restaurado dentro del programa de revitalización del Centro
Histórico por el gobierno de España a través del Instituto de Cooperación
Iberoamericana para ser destinado como en efecto a un Centro de Medicina Integral
que luego fue dedicado a la memoria del médico y luchador social Rafael Montes
Navas.
IGLESIA DE LAS SIERVAS
Iglesia de las Siervas o antiguo Santuario del
Santísimo Sacramento, existe desde 1927 que las monjas adoradoras del Santísimo
Sacramento colocaron la primera piedra entre las calles Concordia y
Dalla-Costa. Es el segundo santuario erigido por Las Siervas en el país y está
considerado como una de las edificaciones de gran valor arquitectónico.
Construido con aportes de la propia comunidad, consta de una nave central y
otra lateral que funciona como capilla. Es de estilo gótico y el 14 de octubre
de 1934 fue inaugurado, pero el 26 de junio de 1931 se había celebrado la
primera misa. El 26 de febrero de 1950 se llevó a cabo la bendición del altar y
del retablo traído de Génova. Ese mismo año, las Hermanas dieron por concluida
la obra. La Congregación se instaló en Ciudad Bolívar el 18 de noviembre de
1915 y al parecer fue esa su única misión: construir el Santuario, restaurado
sesenta años después por la Gobernación del Estado.
LA PIEDRA DEL MEDIO
Afloramiento rocoso del escudo
guayanés en el centro del Orinoco. Entre Soledad y Ciudad Bolívar, símbolo que
identifica la ciudad en cualquier lugar. De allí su presencia como componente
emblemático del Escudo del Estado enaltecido con una Indígena que vierte su
ánfora colmada de riquezas en las aguas del Río Padre. Piedra del Arbolito
igualmente fue llamada durante el siglo diecinueve por haber crecido allí un
arbusto que manos ocultas talaron en marzo de 1885. La Memoria de Estadística
de Venezuela le dio el nombre de Orinocómetro en 1873 por imitación de
los Nilómetros, instrumentos para medir la creciente del Nilo en Egipto.
CASA DE LOS FANTASMAS
Con este nombre era conocida
desde el siglo pasado la casa de la calle Igualdad 29 frente a la pared lateral
de la Catedral. Ella durante mucho
tiempo sirvió de morada a la familia Contasti. Los Contasti la alquilaron pese
a la leyenda que se tejía sobre el inmueble, según la cual en ella a
determinada hora del día y de la noche se sentía en sus sótanos ruidos de
cadenas, pisadas lentas y pesadas, gemidos que espantaban y hasta una señora
vestida de negro con los ojos enrojecidos por el llanto, llegó a ver a través
de un postigo, la niña Stella Gómez Machado, cuando la casa estaba deshabitada.
OBELISCO DE LA PLAZA MATURÍN
Erigido como monumento conmemorativo del
27 de abril de 1870, fecha en la que el general Antonio Guzmán Blanco inició la
recuperación del Poder arrebatado por la Revolución de los Azules al líder de
la Guerra Federal Juan Crisóstomo Falcón.
Fue decretado el 23 de mayo de 1873 por el Presidente de la Provincia de
Guayana General José Gabriel Ochoa e inaugurado el 27 de abril de 1874,
coronado con un busto del “Ilustre Americano” y que posteriormente, el 28 de
octubre de 1889 fue eliminado y demolido por una manifestación antiguzmancista.
GALERIAS DEL PASEO ORINOCO
Desarrollada en área plana, en
retícula sobre calles paralelas a la ribera del Orinoco: Edificaciones de galerías,
con una arquitectura porticada en dos niveles y clara influencia antillana.
Están dentro del programa de restauración y a todo lo largo de ellas se ha
establecido buena parte del comercio de la ciudad. Tales Galerías son el
resultado del Decreto del 5 de marzo de 1877 que establecía el pago de la mitad
del derecho territorial por 12 años los edificios que se fabricaran con
galerías en la calle Orinoco, “debiendo tener galerías en cada piso y a 6
años los que en dicha calle agreguen galerías.
Estas deberán ser de 4 varas de ancho, techo de azotea, columnas y
barandas de hierro en la parte alta y baja descubierta en sus frentes y
costados” disponía el decreto municipal.
ASILO DE ENAJENADOS
El Asilo de Enajenados de Ciudad Bolívar se construyó bajo la
administración del Presidente del Estado, doctor José Benigno Rendón y entró en
servicio el 25 de enero de 1938 a un costó 70.619 bolívares. Hasta entonces a los enfermos mentales los
internaban en la Cárcel Pública junto con los delincuentes y procesados
políticos; afortunadamente no eran tantos pero de todos modos constituían un
problema de salud grave que de esta manera quedó resuelto en la calle Igualdad,
por lo menos, hasta que fue construido el Hospital Psiquiátrico en los años
sesenta. Entonces, el viejo asilo quedó
abandonado por espacio de veinte años al término de los cuales fue rescatado y
rediseñado para asiento del actual Instituto Universitario Tecnológico.
CASA SIFONTES
Residencia, entre calles Concordia y
Constitución, del Bachiller Ernesto
Sifontes, observador hidrográfico del Orinoco y fundador de la Estación
Meteorológica de Guayana. En la azotea tenía instalado todo el instrumental por
el cual supimos que allí la altitud es de 76 metros sobre el nivel del mar,
temperatura ambiental de 32 grados y vientos del Ese de 5,0 metros por segundo. La casa fue mandada a construir en el Siglo
XIX por el comerciante citadino Ricardo Juliac García. Adquirida a principios del Siglo XX por la
Familia Figarella Pérez y en 1924 pasó a ser propiedad de la Familia Sifontes
Sucre. Rómulo Gallegos la visitó varias
veces en febrero de 1931 cuando recopilaba material para su novela Canaima.
CASA
LEVANTI
En la Calle Boyacá, este inmueble
de ventanas andaluzas, fue adquirido por el Gobierno Regional, para ser
restaurado y adecuado a los requerimientos de la Escuela Narciso Fragachán que
funcionaba de un lugar a otro sin sede propia.
El inmueble, construido en 1891 por Francisco Santiago Alfaro, hermano
del prócer de la Guerra Federal Matías Alfaro, fue adquirido en 1951 por don Antonio Levanti, corso fundador de
una flota de chalanas que cumplía el tránsito fluvial entre Ciudad Bolívar y
Soledad y quien contrató al armador Alberto Minet, recién llegado de Francia, tras
cesar la II Guerra Mundial, para construir varias de las primeras chalanas de
hierro que cruzaron el Orinoco. Levanti
también habitó la misma casa entre las calles San José y Orinoco, donde fabrica
el Café La Pureza.
LA CASA GRILLET
Ubicada entre el Paseo Orinoco y
la Calle Dalla Costa se popularizó durante la mitad del siglo veinte como la
Esquina Guevara Coll, pero el inmueble de dos plantas fue construido entre 1766
y 1786 por Pedro Claudio Grillet, padre de Florentino Grillet, fundador de la
Gran Logia Provincial de Guayana en 1845 y
Presidente de la Provincia de Guayana en 1860-61 y1872. Esta Logia
desapareció para darle paso a la Gran Logia Asilo de la Paz el 26 de octubre de
1854. En ella vivió también F. G.
Grillet, director de la Banda del Estado en 1901 y en la planta baja, en toda
la esquina, Henry von Büren mantuvo hasta 1900 su Taller de Platería.y ofrecía
joyas importadas de la Casa Pajot de Paris y hace memoria de su estada en el
sitio un Gran Reloj a través del cual los parroquianos se guiaban para cumplir
con sus labores del día. La parte
inferior del inmueble ha sido muy mal intervenida.
COLEGIO
LAS NIEVES
Fue fundado en 1897 por
Monseñor Antonio María Durán, Obispo de
Ciudad Bolívar. Dirigido entonces por
las Hermanas españolas de la Congregación de Santa Ana. Años después fue cerrado este instituto no
sin dejar muchos frutos en el hogar bolivarense. A comienzos del siglo veinte
volvió a abrir sus puertas bajo la dirección de la Madre Teresa Fernández,
quien fue trasladada a Maracaibo en mayo de 1901 dejando en su cargo a la Madre
Carmen Castaño. Para 1934, el Colegio, exclusivo para señoritas, estaba en
manos de las Hermanas Dominicas y debido al incremento de la matrícula hubo que
pedir al Teatro Bolívar en calidad de préstamo 20 sillas y 12 bancos
largos. Ubicado en la Avenida Táchira en
edificio propio dotado de Capilla y Teatro destaca por su amplísima edificación
atractivamente diseñada y abultada matrícula que lo distingue como el
establecimiento educacional privado más importante del Estado.
CAPILLA
DE SAN ISIDRO
Donde es venerado uno de los
Santos devotos más antiguos de la ciudad, esta Capilla de San Isidro es
administrada por las hermanas catequistas de la Congregación de Lourdes fundada
en Villa de Cura por el padre José María Jiménez en 1909. Una institución monástica netamente
venezolana que tiene igualmente a su cargo la Escuela Bolívar con 400 alumnos,
anexa junto con la Casa Hogar Santa Rita, antiguo Orfanato Bolívar que tuvo
inicialmente como sede la Casa del Morichal de San Isidro donde pasajeramente
vivió El Libertador. El Orfanato fue fundado por la Madre Rita, india de Sinamaica, traída
expresamente por Monseñor Miguel Antonio Mejía, décimo Obispo de Guayana, para
dirigir la institución. Aquí se quedó
hasta la edad de 90 años cuando falleció y fue sepultada en la propia Capilla
de San Isidro Labrador.
Tiene su sede entre las calles
Amor Patrio y Libertad, en una casa de dos plantas del siglo diecinueve
perteneciente a los Aristeguieta, familia que tiene sus raíces en Guayana desde
la entrada del Libertador en la Angostura del Orinoco en 1817. El Museo Histórico es creación de la
Fundación Bicentenaria del Natalicio del Libertador en Caracas siendo su
Presidente el doctor Oswaldo de Sola, presidente igualmente del Museo que es
prácticamente obra suya costeada muchas veces con recursos de su propio
peculio. El Museo con una sala en el
Ecológico de Puerto Ordaz, fue inaugurado el 15 de febrero de 2000 por el
Gobernador Antonio Rojas Suárez, luego de terminada la restauración del
inmueble a través de la Oficina del Centro Histórico para entonces bajo la
dirección de la arquitecto Asiria Silva.
El inmueble perteneciente a la sucesión Aristeguieta fue donada a la
Fundación Museo Histórico de Guayana. Su
último habitante fue Miguel Isaías Aristeguieta, artista de la pintura y la
fotografía, miembro de una distinguida
familia de origen guipuzcuano que usó unidos por tres generaciones los
apellidos Xeres Aristeguieta.
CASA LICCIONI
La Casa Liccioni, como se ha venido llamando un
inmueble del siglo diecinueve debidamente restaurado, entre el Paseo Orinoco y
la calle Babilonia, fue destinado a un centro de arte que bajo la tutela de la
Universidad de Guayana, inició sus actividades a fines de 1998. En esa esquina donde hasta no hace mucho
chocaba contra sus pivotes el Orinoco en crecida, cerca del Puerto Blohm,
próxima a una altísima torre del telégrafo, junto a la cual un chichero ofrecía
a los viandantes su acanelado alimento tropical de arroz y leche, en una casa
rectangular de grandes puertas, estaban desde el siglo diecinueve estacionados
los Liccioni con un bien surtido negocio mercantil, incluyendo un Pastificio,
primer hito de la fabrica de pasta italiana en Guayana. Los Liccioni que hasta
los años setenta llevaban una esmeraba vida de longevos en esa esquina del
costado derecho del Orinoco, los enseñó a vivir Don Pedro Liccioni, sobrino de
Don Antonio Liccioni, el primero que llegó a esta tierra y descubrió el gran filón aurífero de El
Callao.
Entre 1817 y 1821 formó parte de la cuadra
militar de los patriotas afianzados en Angostura, luego fue convertida en Casa
Parroquial y despacho del Vicario General de la Arquidiócesis. En ella se
exhiben imágenes que datan desde los tiempos de la colonia y operó desde el 15
de mayo de 1944 hasta 1947 la emisora “La Voz de Guayana” fundada por el
Obispo de la Diócesis, Miguel Antonio Mejía bajo la dirección de Monseñor
Dámaso Cardazo.
El Luchador del 21 de marzo de
1955 informa sobre el acto de inauguración del Seminario Cristo Rey bajo el
obispado de Monseñor Juan José Bernal
Ortiz y demás instituciones públicas y privadas que coadyuvaron a su feliz
realización para que las vocaciones sacerdotales no tuvieran que dejar a
Guayana para buscar otras posibilidades.Al
fin la Diócesis
vio cristalizada una aspiración que desde el siglo dieciocho tuvo momentos
halagüeños y fracasos. El seminario que
en la ciudad capital funcionó con muchos
altibajos, se vio con edificio propio bajo la administración del Obispo Juan
José Bernal Ortiz y el mismo fue inaugurado en la avenida Centurión el 21 de
marzo de 1955 con el nombre de Seminario Cristo Rey, de fachada larga en arco
de círculo, orientada Este-Oeste, formando 24 arcos ojivales. Capillita de tonos rosado y azul pálidos,
verdadera joya de la arquitectura religiosa moderna. En la sala de reunión los retratos de los obispos
de Guayana. En los años sesenta, el Seminario debido a la falta de vocaciones
suficientes debió cerrar sus puertas y la edificación destinada a la educación privada, pero regida
según la doctrina pedagógica del Ministerio de Educación.
CASA
FARRERAS
En esta vivienda colonial no sólo vivió el
General Ascensión Farreras, hijo de esclavos y prócer de la Independencia
Sudamericana, sino a partir de octubre de 1818, Josefina (Pepita) Machado junto
con su madre y una tía. La casa
identificada con el número 27 de la antigua calle La Paciencia, hoy calle
Igualdad, enfrenta su fachada con el lado Este de la Catedral. Pepita Machado,
amante de Bolívar desde su entrada en Caracas tras la Campaña Admirable, se hallaba en San Thomas en 1818 y ya a punto
de viajar a Caracas recibió carta de Bolívar a través de su primo José Leandro Palacios pidiéndole
viajara a Angostura a encontrarse con él.
Vivió en esa casa hasta diciembre de 1819 y siguiendo a Bolívar en
dirección a la Nueva Granada falleció en Achaguas, víctima de la tuberculosis
que al fin mataría a Bolívar también en diciembre de 1830. Fueron seis años de amores con interrupciones
y complejo de culpa como la que le sobrevino cuando Bolívar por estar con ella
quedó aislado y a punto de darse un pistoletazo en Ocumare de la Costa.
CASA LAURO
Entre las calles Amor Patrio y Constitución
se restauró este inmueble donde nació Antonio Lauro el 3 de agosto de 1917,
diagonal con una de las esquinas de la Plaza Bolívar. Lauro, guitarrista que alcanzó fama internacional,
dejó una obra conocida, estudiada e
interpretada por los guitarristas destacados del mundo, por lo que su nombre
forma parte del repertorio universal de la guitarra. Era hijo del italiano Antonio Lauro Ventura,
músico de la Banda del Estado Bolívar y dueño activo de la Barbería Petit
Trianon, la más importante de la Ciudad Bolívar de comienzos del siglo veinte.
CASA BOCCARDO
La Casa Boccardo, en el área plana del
Casco Histórico de Ciudad Bolívar, es
parte de las edificaciones de galerías del Paseo Orinoco, con
arquitectura porticada a dos niveles y
clara influencia antillana, fue restaurada por iniciativa de sus propios
dueños. Junto con la antigua y colonial cárcel pública, la llamada Casa
Boccardo ocupa una cuadra del Paseo Orinoco y forma esquina con la calle
Libertad. Su galería superior está
soportada por once columnas lisas de hierro, coronadas por capiteles de estilo
compuesto. Es uno de los inmuebles comerciales más atractivos, data del siglo
pasado y en él funcionaba la Botica Alemana de Meyer
& Cia, destruida por un incendio de grandes proporciones el 23 de marzo de 1911
Georg Blom, en
1829 y desde Angostura, inició en Venezuela la más importante inmigración de
comerciantes alemanes de Hamburgo y Lübeck y al poco tiempo se convirtió en
líder de las casas comerciales extranjeras en franca competencia con Boulton
& Cía. Georg Blohm al establecerse en Angostura en 1829, se asoció con Juan
Bautista Dalla Costa y se entronizó como el primer cónsul de Hamburgo. Al romper la sociedad con Dalla Costa, se
transformó en próspero comerciante con casas comerciales en La Guaira, Caracas,
Maracaibo, Barquisimeto y Ciudad Bolívar. La Casa Blohm en Ciudad Bolívar fue
famosa hasta la II Guerra Mundial cuando cayó en la lista negra y se transformó
en la Casa BECO. De ella salió después
de ocho años Hans Welle, quien fundó una Ferretería de prestigio.
CASA CASALTA
Forma parte del conjunto de galerías de
estilo antillano que ostenta el Paseo Orinoco.
En ella Virgilio Casalta fomentó uno de los negocios mercantiles más importantes
e influyentes de la Ciudad Bolívar del Siglo Veinte. Nativo de Córcega y fallecido en Ciudad
Bolívar en 1955, a la edad de 98 años,
Virgilio Casalta fue Presidente de la C. A. La Electricidad de Ciudad Bolívar y
uno de los apoyos más importantes en su peor momento. Llegó a Venezuela a la edad de 17 años, vivía
en la esquina de La Catorcera y tenía una casa de campo en La Sabanita que
luego vendió a la Iron Mining Co., madre de la explotación del hierro en
Guayana y que ésta luego donó a la Universidad de Oriente.
CASA DE LA
CRUZ ROJA
Este inmueble donde funcionó la Cruz
Roja fundada como uno de los actos que a
nivel nacional se programaron para celebrar el centenario del natalicio del
Mariscal Antonio José de Sucre, héroe de la independencia que más se preocupó
por humanizar la guerra, fue adquirido en propiedad por la suma de 32 mil
bolívares a la cual aportó la mitad el Ejecutivo Regional cuyo titular entonces
era el General Gumersindo Torres. El
Presidente de la Cruz Roja, don Jorge Suegart, quien también era director del
diario El Luchador fundado en 1905, la compró a, Jesús Manuel Lainete. El
inmueble adquirido finalmente por ina familia de origen germano fue restaurado
para adecuarla a una Posada Turística.
CASA SALOM
Su construcción data del siglo diecinueve y
en ella funcionó con escolaridad e internado el Colegio Santa Teresita de Jesús
dirigido por la preceptora María de Lourdes Salom, esposa del médico Carlos
Emiliano Salom, director del Hospital de Niños fundado por la Asociación Médica
del Estado Bolívar. Ubicado en la
llamada “Subida del 14”, entre calles Amor Patrio y Dalla Costa, fue adquirido mediante convenio con el
Ejecutivo Regional para instalar allí una unidad de estudios supervisados de la Universidad Central de Venezuela.
CASITA DE LOS
TÍTERES
En la avenida Cumaná, frente a la Plaza
Antonio Valera Villalobos, surge la llamada “Casita de los Títeres” fundada en
1994 por el actor de teatro Neptalí Hurtado para continuar en sede propia el trabajo
disperso y espontáneo de los titiriteros egresados de la Casa de la Cultura
“Carlos Raúl Villanueva” como Víctor Ortiz, Genaro Carrasco, Elsa García,
Raquel Rincón, quienes fundaron “Miss Garbo”, el primer teatro de títeres de la
ciudad al cual vinieron a reforzar con su experiencia desde Caracas Elibeth
Hernández, Marcos Duarte y Claudio Nazoa..
CASA BROCKMANN
Esta Casona amplia y acogedora fue construida
a finales del siglo diecinueve por el alemán L. Brockmann, alto ejecutivo de la Casa Blohm y primer
Presidente de la Cámara
de Comercio en 1900. Luego la traspasó a
un paisano germano de apellido Kobrik y este a su vez la vendió al señor Carl
Wulff. La casa posteriormente fue
asiento de la Clínica
García Parra, del Colegio Nuestra Señora de las Nieves y de la Escuela Francisco
Antonio Zea para niñas dirigida por la maestra Anita Ramírez. Finalmente la adquirió una familia alemana de
apellido Haas para destinarla a lo que es hoy Posada Don Carlos.
CHALET DE LA
AVENIDA TACHIRA
Los corsos en sus mejores tiempos,
introdujeron en Ciudad Bolívar este tipo de viviendas conocido localmente como
Chalet, utilizado al principio en el campo o morichales como el de Virgilio
Casalta en La Sabanita y la que Roberto Bryan le arrendó a Robertico Liccioni
para el Club Caballo Negro, centro de la bohemia corsa y profesional
bolivarense y la alquilada en los años sesenta en la avenida Sucre por el
margariteño Tirso Cova Cova para instalar su popular Club La Caranta donde
solían reunirse el Gobernador Diego Heredia Hernández los poetas José Simón
Escalona, Sánchez Negrón, Elías Ynaty, Argenis Daza Guevara, Germán González
Seguías, Humberto Fernández, Marcial Rivas y el procurador del Estado Pacífico
Rodríguez.
Fue construido por disposición
del Gobierno de Isaías Medina Angarita luego de visitar Ciudad Bolívar tras la
descomunal crecida del río Orinoco en agosto de 1943 que arrasó con la Ciudad
Perdida, lugar donde fue edificado Lo
integra un auditorio estrenado con un concierto del entonces primer arpista del mundo Nicanor
Zabaleta. El 5 de julio de 1947 fue
inaugurado con el mismo personal docente de la Moreno de Mendoza transferida al
interior y que entonces encabezaba como directora la maestra Teodora Méndez de
Montes. Entró en servicio con un comedor escolar en la Vieja Aduana para 160
niños. Hoy en día y desde 1970 el Grupo
Escolar Estado Mérida dada su arquitectura y sólida construcción, está asociado
a la Red de la UNESCO y se le considera patrimonio cultural.
La Logia Asilo
de la Paz No. 13 que tiene antecedente histórico en la Logia La Concordia
fundada por los patriotas en los sótanos de la Casa del Congreso de Angostura
en 1818, no tuvo edificación propia sino a partir de febrero de 1875 en la
calla Santa Ana donde aún pervive.
Anteriormente su sede era itinerante en casas arrendadas. Su sede y templo actuales fueron erigidos
sobre los muros de una casa de familia propiedad del comerciante Ángel Santos
Palazzi. Fue adquirida y cancelado su
valor de 4 mil pesos en varias
mensualidades. La Casa con el tiempo fue
transformada, se le construyó en la fechada dos columnas simbólicas del templo
de Salomón y el salón o templo de los ritos propios de la francmasonería en
forma de escuadra. En esa vetusta casa
en cuyo jardín mora una estatua pedestre del Libertador inaugurado en 1883, se
observan signo de la vieja tradición que parecen inmortales y que se
confunden con todos los orígenes
atribuidos a la masonería: las columnas, las espadas de Las Cruzadas, los signos del paganismo, la espada, la
escuadra, el compás y el mandil del
albañil. Por allí han pasado militares, guerreros, acaudalados hombres de negocios, benefactores,
filántropos, en fin, líderes de la libertad y la fraternidad
ESTATUA DE LA
LIBERTAD
Actualmente con un entorno precario, la Estatua de la Libertad, cuando
fue inaugurada el 5 de julio de 1911, centenario de la Independencia, disponía de una plaza más amplia frente al
Orinoco con el nombre del prócer Juan Bautista Arismendi. Su inauguración bajo el Gobierno del General
Arístides Tellería, costó la prisión de don Natalio Valery Agostini, quien
pronunció un discurso que irritó la sensibilidad política de los partidarios de
la Dictadura de Juan Vicente Gómez. Esta
Estatua de la Libertad hecha en Italia, fue posible gracias a la cooperación de los habitantes del Estado
Bolívar y Logias de la República.
ESCULTURAS DE
LA PLAZA BOLÍVAR
Detrás de la estatua del
Libertador y al frente de un templete donde se situaba dominicalmente la Banda
del Estado para dar conciertos, se colocó posteriormente una escultura
simbólica de la República de Venezuela; al noreste, otra representativa de
Bolivia; al Noroeste, la de Nueva Granada; Sureste, Perú y Suroeste, Ecuador.
Estas esculturas alegóricas construidas en piedra de arco, fueron costeadas por
el general Raimundo Fonseca y Juan María Maninat. Y representan a los países libertados por Bolívar. Fonseca fue
Presidente del Estado Bolívar entre los años 1880-1886, asimismo senador y
diputado. El Coloquio de mayo de 1978 con representantes de países caribeños
sobre el rescate del Casco Histórico recomendó la erección de una estatua en
representación de Panamá.
MONUMENTO AL
LIBERTADOR
Realizado en bronce estatuario, producto de
la técnica fundido a cera perdida y compuesta por 120 piezas, es la estatua más
alta de Venezuela y la de Simón Bolívar más elevada en el mundo. Mide 9,60 metros y su pedestal acabado en
granito mide a su vez 0,60 metros. La
escultura pesa 8.500 kilos y la
estructura de soporte 1.500 kilos. Fue
modelada en unas 10 toneladas de arcilla vaciada en yeso de 120 molduras. Las partes se unieron con soldadura eléctrica
y su acabado se realizó con pátina al fuego.
Su modelado y vaciado en yeso requirió un tiempo de tres meses, la
fundición, soldadura, repasado y pátina se hizo en 6 meses y en su traslado y
montaje se emplearon 10 días. Esta
inmensa obra del escultor Manuel de la Fuente. fue ordenada por el Presidente
de la CVG, Elías Nadin Ynaty Bello e inaugurada en los predios del Jardín
Botánico del Orinoco por el Presidente de la República Rafael Caldera, el 26 de enero de 1999, con la siguiente leyenda
sobre placa de bronce redactada por el Cronista de la Ciudad Américo Fernández: “Angostura
fue el principio del fin del Colonialismo, gracias al temperamento de un hombre
que se hizo guerrero por la libertad y estadista para gobernar en medio de la
más tormentosas dificultades. Aquí en
los predios de la Hacienda San Isidro, Bolívar escribió su mensaje al Congreso
de Angostura y el proyecto de Constitución de la República independiente y
soberana. Desde aquí condujo y trazó el
destino de seis naciones, fundó el Correo del Orinoco y concentró las armas
para la liberta de América”.
PLAZA
URDANETA
Este oficial del Ejército patriota venezolano
nacido en Maracaibo en 1788 y fallecido en Paris en 1845, se vincula a Guayana
a partir de 1817, siendo ya General de División y con una hoja de servicio
efectiva y muy activa a favor de la causa emancipadora de Venezuela y la Nueva
Granada. El 19 de agosto de1974, en la
Plaza del Batallón Urdaneta de la V División de Selva, le fue levantado un
busto en su memoria, obra del escultor Julio Balza, donado por la Sociedad
Bolivariana, institución ésta fundada por él en 1842 y luego, el 8 de junio de
1995, los zulianos vinieron de la tierra del Gran Lago donde nació, a erigirle
una estatua del escultor José Ángel Carrasco, en Plaza junto al Jardín
Botánico, construida por la Alcaldía de Heres.
Una estatua de bronce aquí en la Angostura del Orinoco donde llegó por
primera vez en 1817 en compañía de Sucre para encargarse del gobierno militar
del Bajo Orinoco y de las Misiones del Caroni abandonadas por los Dragones de
Piar.
Una de las obras ornamentales de la ciudad
ejecutada durante la administración del Gobernador José Barceló Vidal fue la
Fuente de la Fortuna o Fuente Luminosa donde interceden las Avenidas 5 de
julio, 19 de Abril y Germania. Es la primera en su tipo erigida en la capital
bolivarense. Sus penachos de agua
formaban una transparente campana de arco-iris que extasiaba a enamorados, transeúntes
y ocupantes de automóviles de paseo que expresamente se desplazaban alrededor. Estuvo un tiempo inactiva y fue reparada por
la administración Rojas Suárez aunque no con su original esplendor de luz y
color.
Obra vial, a
manera de portachuelo, ejecutada durante los primeros veinte meses del segundo
mandato del general Marcelino Torre García (1918-1921). En el corte del cerro
para convertirlo en tramo de la calle El Progreso con acceso a la calle El
Porvenir, participaron 50 delincuentes comunes de todo el Estado, quienes a
fuerza de dinamita, barreno y mandarina, volaron 1.800 metros cúbicos de roca
para lo cual fue necesario utilizar tres mil tiros de dinamitas.
PUENTE
SOBRE EL ORINOCO
Hubo un tiempo en que la Piedra
del Medio era el signo identificador de Ciudad Bolívar. Lo sigue siendo como
monumento natural, pero también y de manera iconográfica muy notoria, el Puente
Angostura sobre el Orinoco, inaugurado el Día de Reyes de 1967. Desde entonces
Ciudad Bolívar, otrora con un anticuado servicio de chalanas, quedó
definitivamente unida y comunicada con el resto de Venezuela. Se trata de un
puente colgante con una longitud de 1272 metros. Fue construido por la United
Stated Steeel al costo de 178 millones de bolívares.
LANCHITAS
DE PUERTO BLOHM
Primero
eran curiaras indias a canalete utilizadas para pasar el Orinoco de una costa a
otra. Después las curiaras se
transformaron en veleros y finalmente cuando comenzaron a llegar los motores
fuera de borda se utilizaron lanchas propias del mar adaptadas a las peculiaridades
del río. A través de ellas se cumple el
transporte de pasajeros entre Soledad y Ciudad Bolívar y en el Puerto de Blohm
como en Soledad han sido construidos atracaderos especiales. Ni las chalanas ni el Puente Angostura sobre
el Orinoco han podido disminuir ni sustituir este servicio siempre activo entre
una ribera y otra. Algunas de ellas son
incluso contratadas ocasionalmente por turistas deseosos de conocer parajes del
gran río como Panadero, El Degredo, La Encaramada, Playa Blanca y Bocas de
Marhuanta.
MUSEO
MODERNO JESÚS SOTO
Fue
decretado el 27 de octubre de 1969 por el gobernador Carlos Eduardo Oxford
Arias, realizado durante la gestión de su sucesor Manuel Garrido Mendoza e inaugurado por el Presidente de la
República Rafael Caldera, el 25 de agosto de 1973, pero el museo nació mucho
antes, talvez cuando el maestro Jesús Soto expuso la idea al ganar en 1959 el
Premio Nacional de Pintura. Es un museo bastante coherente y en él se exhiben
pinturas, desde los precursores del arte moderno como el ruso Kasimir Malevich
hasta el maestro Soto, con una sala totalmente dedicada a su creación cinética.
El sólo edificio es una obra de arte, la última del arquitecto Carlos Raúl
Villanueva.
MUSEO
GEOLÓGICO Y MINERO
Funciona en el Núcleo Bolívar de la Universidad de
Oriente en La Sabanita y en él se
exhiben centenares de muestras geológicas y mineras de Guayana y Venezuela así
como equipos utilizados en la explotación de hidrocarburos, piedras preciosas y
minerales como el oro y el hierro. Su fundador el doctor José Baptista Gomes,
fundó también el Taller de talla de diamantes, en la misma área del museo.
TALLER TALLA DE DIAMANTES
El Taller-Escuela de Talla de Diamantes se encuentra
en el Campo Norte de La Sabanita en el conjunto de edificaciones del Museo
Geológico y Minero de Guayana. Aquí se
prepara el recurso humano necesario para la manufactura de la piedra
preciosa. El Estado Bolívar es rico en
minas de diamantes, el único productor de este recurso en el país. El 95 por ciento de la producción diamantífera
es exportado en forma libre con una tasa impositiva por derecho de exportación
sumamente baja. La idea es tratar de
reducir la exportación preparando aquí el personal técnico capaz de transformar
el diamante en brillante.
MUSEO
ETNOGRÁFICO DE GUAYANA
Inaugurado el
24 de julio de 1988 luego de un trabajo iniciado por la antropólogo María
Eugenia Villalón y completado más tarde
por la antropólogo Nalúa Silva Monterrey, bajo el Patrocinio de la Dirección de
Cultura del Estado. Comenzó con 173 piezas de cestería y cerámica
pertenecientes a grupos étnicos diferentes de Guayana (Curripaco, Yw´kuana,
Pemón, Piaroa, Yanomami, Bariva Y Warao) así como con un buen fondo
bibliográfico. Todo enriquecido desde entonces con artesanía de otros grupos,
más impresiones fotográficas de carácter etnográfico de Henri Corradini.
Funciona en la antigua Cárcel Real que data desde la propia fundación de la
ciudad, inicialmente restaurada por la CVG para el Archivo Histórico de
Guayana. Al Museo recientemente se le
cambió el nombre por Instituto Cultual del Orinoco.
JARDÍN
BOTÁNICO DEL ORINOCO
Inaugurado el 21 de mayo de 1995 bajo la dirección
del doctor Leandro Aristeguieta, su creador bajo el patrocinio de la CVG,
Gobernación y Alcaldía de Heres. Este reservorio vegetal de 60 hectáreas,
anclado en el corazón de la ciudad, cuenta con un centro hortícola, crasuletum,
palmetum, laboratorio, biblioteca, cafetín y área recreacional. Al lado del
Jardín botánico esta el Parque “Raúl y Menca de Leoni”, muy visitado por
parejas de enamorados. Existió en la zona una inmensa laguna ahora saneada,
acondicionada y reducida a dimensiones ideales para la recreación
infantil-juvenil.
AVIONETA
DE JIMMY ÁNGEL
Esta avioneta Ryan Flamingo se hizo famosa a partir
del 9 de octubre de 1937 que el aviador californiano Jimmy Ángel impactó con
ella en la cumbre de la meseta del Auyantepuy de la Gran Sabana para atraer la atención del mundo sobre el salto
de agua más elevado del planeta. Se exhibe como pieza de museo en los jardines
del aeropuerto de Ciudad Bolívar. No son
restos sino la avioneta original..
PUERTO
DE LOS COCOS
Antiguamente se llamaba a la
parte del puerto comprendida entre la Esquina Liccioni y el Mercado (Mirador
Angostura) Puerto de los Cocos porque en ese trayecto existían
cocales. Anteriormente se llamó La
Muralla. Atracaban allí las
embarcaciones que navegaban para el Apure y en la parte de abajo las que
navegaban para Trinidad y La Guaira. La
Compañía Estrella Roja tenía sus oficinas en la antigua Casa Blohn que después
de la II Guerra Mundial pasó a llamarse Casa Beco.
MIRADOR
ANGOSTURA
Parque de tres áreas recostado al río Orinoco en el
mismo lugar donde se inició la fundación o traslado de la ciudad con el Fortín San Gabriel en 1764. Desde allí una sugestiva
panorámica del río que abarca al pueblo de Soledad en la ribera opuesta.
Cafetín y comedor popular, anfiteatro y espacio de recreación pasiva. Desde la
época de la Colonia hasta los años 50 permaneció en el punto el Mercado Público
y la toma de agua del primer acueducto que tuvo la ciudad a partir de finales
del siglo diecinueve.
PARQUE
RUIZ PINEDA
En la avenida Libertador: instalaciones infantiles,
concha acústica y pista de trotar. Al frente, colíndate con la V División de
Selva, una tercera avenida para desfiles militares y proyecto en ejecución de
un museo militar vial. Fue un regalo del
Gobierno Central a Ciudad Bolívar con motivo del sesquicentenario de su
fundación el 22 de mayo de 1964. En la
Concha Acústica, con capacidad para 5 mil personas se han presentando y
presentan ocasionalmente espectáculos de resonancia nacional e internacional
como el Festival de la Canción Bolivariana en 1972 dentro del marco de la Feria
del Orinoco.
NUESTROS RÍOS SON NAVEGABLES
La competencia Internacional “Nuestros Ríos son Navegables”
se realiza desde 1973 todos los años entre los últimos días de agosto y
primeros de septiembre. Parte de San
Fernando de Apure, cumpliendo una travesía que contempla la navegación de los
ríos Apure, Payara, Altamaica, Arauca, Cunaviche, Cunavichito, Claro
Capanaparo, Parguasa, Orinoco y Caroní, en un recorrido de 1672 kilómetros
durante ocho días. En los primeros siete
días se cumplen etapas de regularidad, con un día intermedio de descanso, y en
el octavo día en el tramo Ciudad Bolívar -
Puerto Ordaz, una etapa de velocidad por categorías. Los pilotos y copilotos, mayores de dieciocho
años, compiten con embarcaciones mayores de 18 pies y con autonomía para
recorrer 270 millas estatutas y poder navegar a una velocidad mínima de 35
millas por hora. Por supuesto, hay que
estar debidamente inscrito en esta
competencia limitada a 120 lanchas.
CLUB
NÁUTICO ORINOCO
El Club Náutico Orinoco se fundó en 1976 por
iniciativa de un grupo de bolivarenses amante del deporte náutico, encabezado
por una Junta Promotora que presidía el Capitán Abraham Pérez Camejo e
integraban además Nerio Carmona, Elías Ruiz, Julio Barreto, Narciso Salazar,
Norma Kleyser y José Villar Hernández.
Se fundó con un capital social de 500 mil bolívares aprovechando las antiguas
y estatizadas instalaciones de la Shell cedidas en calidad de comodota por la
Gobernación del Estado. En 1987, siendo Presidente el profesor César Gil Páez,
fue privatizado. Las instalaciones han
sido remodeladas, ampliadas, comprende: .Bar restaurante, estacionamiento de lanchas
y base para la práctica del deporte náutico, especialmente cuando las aguas del
río alcanzan su mayor nivel entre los meses de julio a septiembre. En septiembre de cada año y desde 1973 que se
realiza el Rally Internacional “Nuestros
Ríos son Navegables” el Club adquiere extraordinario movimiento dado
que es punto término de la séptima etapa y comienzo de la última desde la
Piedra del Medio.
MERCADO
DE LA SAPOARA
Antes de llegar al
Club Náutico, al lado de la Capitanía de Puerto, está el Mercado de la
Sapoara, sector de La Carioca, que es el sitio más popular de Ciudad Bolívar.
Turistas, viajeros y gentes de todos los estratos convergen allí, desde que amanece hasta que comienza a
declinar el Sol, para degustar los típicos platos de la fauna orinoquense.
Dispone de 14 restaurantes, 14 puestos de venta de verduras y frutas fresca, 12
puestos para la venta del pescado y otros para artesanía, abastos, ferretería,
hielo y amplio estacionamiento.
TRANSPORTE TURÍSTICO FLUVIAL
Aquí mismo, en las instalaciones del Mercado de la
Sapoara, funcionan las oficinas del Transporte Fluvial “Orinoquense Tours” que ofrece servicio en cualquiera de sus
embarcaciones para excursiones de uno o más días por interesantes parajes del
Orinoco y que en circuito de varias paradas, cuenta con Chuuata Restaurante,
paseo en caballos, equipos de pesca, salvavidas, Guías, campamento a orillas del río y otras posibilidades
incluyendo los Castillos de Guayana la vieja y Salto La Llovizna del Caroní.
LAGUNAS DEL MEDIO Y LOS FRANCOS
Ocupan
un área aproximada de 200 hectáreas, separadas del Río Orinoco por una franja
de 300 metros de ancho por dos kilómetros de largo. La circundan los sectores poblados de La
Carioca, La Fortuna, Amores y Amoríos, La Lorena, Pueblo Nuevo, Las Moreas,
Hipódromo Viejo, El Mereyal y Los Coquitos. Perdieron su comunicación con el
Río al construirse un dique para la prolongación del Paseo Orinoco desde la
Capitanía de Puerto hasta la Urbanización Los Coquitos. Estas Lagunas tienen un arraigo sentimental y
tradicional para la gente de la ciudad y a objeto de asegurar su saneamiento y
potencial turístico y científico, la Gobernación del Estado ha anunciado el
proyecto de lo que sería el Acuario del Orinoco dentro de un
espacio acotado en el ambiente acuático que le es propio. Sería combinado con el aprendizaje y
entretenimiento, semejante a los que ya existen en Plymouth, Paris y Niza,
Nápoles, Berlín y Florida. Asimismo se
ha previsto un centro de rehabilitación del Manati y de la avifauna de Guayana.
CULTURA
TRADICIONAL
La población indígena del Estado Bolívar y sus
valores culturales disminuyen en la misma medida que el hombre de la ciudad
penetra sus dominios, no obstante son numerosos los valores puros que todavía
se conservan y otros que dentro del proceso de mestizaje han dado lugar a una
cultura folklórica de la cual hablan la tapara, el metate, el chinchorro de
moriche, la guapa, el manare, el sebucán, la petaca y en general la cestería en
sus más variada forma.
A esto de la artesanía agregamos
la talla del azabache, el cual es muy usado como amuleto y contra el mal de
ojo, ya en el campo de la superstición como
en la hechicería y la curandería.
Dentro del
campo ritual y musical pervive la devoción por la Cruz de Mayo, la danza de la
culebra, la guasa de tinte negroide, el canto negroide del papelón, el vals sin
languideces en sus modulaciones, las románticas parrandas de aguinaldos
distanciados del merengue y el guasón tan común en el oriente, comparsas la
Casta de Paloma, la Barca de Oro y El sapo del juglar Alejandro Vargas; el
calipso de corte calloense que se distingue del clásico antillano por su estilo
amerengado, ejecutando con guitarra,
rayo, tambor, cuatro y bumbac; el joropo guayanés con bandola de ocho cuerdas,
cuatro y maracas , sin la tradicional arpa llanera, y el baile del yuquiao.
En
gastronomía, los platos de la comida típica guayanesa responden a un arte
culinario vinculado con los productos legítimos de la zona como el venado, la
tortuga, el morrocoy, la sapoara, el lau- lau, la curvinata, el pavón, el
morocoto y la cachama. Solo que su sabor y riqueza proteica han dado lugar a
una demanda constante y continúa que acentúa la captura muchas veces de manera
irracional. Hoy esas viandas son escasas en los restaurantes, especialmente el
pastel de morrocoy y el carapacho de tortuga, sobre los cuales gravita una veda
decretada por las autoridades proteccionistas del estado venezolano.
El venado
generalmente se sirve mechado, combinado con plátano, arroz y frijoles. El
carapacho de tortuga al igual que el
pastel de morrocoy se ofrece en tiempos de Semana Santa. La sapoara se prepara
en distinta formas, pero la rellena es la que da sentido a la tradición y sólo
es posible en agosto cuando su cosecha coincide con las del mango y el merey,
frutos muy del patio guayanés. El lau- lau es
un pescado de carne exquisita lo mismo que el pavón que se pesca en el
Lago de Guri y en los rebalse o cuerpos de aguas a la margen del Caura. La
curvinata frita es de un gusto muy agradable.
Pero empiece por un buen sancochó de morocoto o cachama o, en todo caso, un
híbrido cachama- morocoto. El guayanés sostiene que levanta a cualquier
moribundo y en cuanto a la sapoara, Gallegos recoge en su novela Canaima la
leyenda según la cual, quien la come se queda para siempre en Guayana casado
con una guyanesa.
Dos viandas comunes en la mesa del
guayanés igualmente son palo a pique
elaborado a base de frijol de cabecita negra, arroz, carne salada,
verdura; y el pelao de gallina
cuyos ingredientes principales son, además de la gallina, el arroz y el
ají dulce.
Las bebidas refrescante más
domésticas, pero que también se sirven en algunos restaurantes, son el carato
de mango, el carato de moriche y el agua de panela con limón. El postre típico
de los hogares guayaneses abarca la jalea de mango verde, el merey en almíbar,
mazapán, turrón tipo alicante y las almendras de merey.
PASEO ORINOCO
El bulevar que bordea el Orinoco frente
a Ciudad Bolívar comenzó en el siglo
dieciocho con el nombre de calle La
Muralla, luego La Alameda, Paseo Falcón después de la Guerra
Federal, y, finalmente, Paseo Orinoco en 1967 cuando fue
trasformado para elevar la cota de protección de la ciudad contra las
periódicas crecidas del río. Fue inaugurado junto con el Puente Angostura y costo cuatro
millones de bolívares. Consta de ocho secciones y dos vías de circulación divididas
por una isla de 1.500 metros con árboles corpulentos, acera, pasarela a la
margen del río, jardines, puesto de descanso, faroles, zonas de estacionamiento,
sistema de sonido para música ambiental y los bustos del licenciado Francisco
Antonio Zea, presidente del Congreso de
Angostura; monseñor Mariano Talavera y Garcés, administrador apostólico de la
diócesis de Guayana (1829-1841) y Bachiller. Narciso Fragachán, introductor del
bachillerato privado en la ciudad. En
1975 fue prolongado por la parte oriental, desde la Capitanía de Puerto hasta
la Urbanización Los Coquitos.
CASA
DEL CORREO DEL ORINOCO
En el Paseo Orinoco, haciendo esquina
con la calle Carabobo, se halla la casa donde fue editado el Correo del
Orinoco, hebdomadario de los patriotas entre 1818 y 1822. La casa data de
los tiempos de la colonia y perteneció
al alcalde provincial José Luis
Cornieles, quien la cedió al Libertador Simón Bolívar para establecer en ella
la imprenta del Gobierno Supremo. Fue restaurada
en 1968 con motivo del sesquicentenario del Correo del Orinoco y cedida a la
Sociedad Amigos de Ciudad Bolívar, presidida por el poeta y critico de arte
Rafael Pineda, para sede de un museo de las artes plásticas. En su interior se exhiben las muestra
hitos de un siglo de pintura venezolana También hay una sala destinada a la
prensa heroica con un entorno gráfico de la antigua ciudad del siglo diecinueve, otra de arte
precolombino y un espacio donde se exhiben obras artística extranjeros, donadas
al museo. En este Museo de Ciudad Bolívar en la casa del Correo del Orinoco se
cometió el 14 de enero de 1996 el primer robo de obras de arte ocurrido en Venezuela. Los ladrones se introdujeron por
el techo y sustrajeron un desnudo del artista
Luis López Méndez (óleo sobre tela 78x48, 1970), la obra “Crepúsculo de
la sabana de San José” y una escultura de bronce, conformada por tres módulos,
denominada “La Ciudad”.
TAMARINDO
DE SAN ISIDRO
El 11 de junio de 1992 cayó el Tamarindo de la Casa de San Isidro .Cayó
para no levantarse sino en sus ramas, en sus elípticas hojuelas, en flores
amarillas, en fin, en las semillas de sus frutos pulposos. Quedó desplomado el tronco añoso, horizontal
como un anciano resistido a la muerte. La ciudad creció con este Tamarindo, en
una brecha de la inmensa laja sobre la cual se levantó la que fue casa
principal de la hacienda de San Isidro y luego morada del Libertador Allí dice
la historia o la leyenda que el Jefe
Supremo de la naciente República amarraba su briosa cabalgadura. El Libertador
solía cabalgar muy de mañana y su caballo preparado siempre estaba allí a la
espera. De manera que el árbol añejo podría contar la historia de aquel
ejemplar enlazado en las sabanas de Angostura y que seguro no tuvo el mismo
destino trágico del que montaba el derrotado Brigadier Miguel de la Torre. Entonces,
el noble Tamarindo podría testimoniar también el paso por allí de aquel hombre
de tez curtida y ojos brillantes que planificaba victorias, dictada cartas tras
cartas, proclamas tras proclamas y discursos tras discursos a sus incansables
amanuenses Podría contar la historia de Angostura o de la propia casa desde el día en que Rafael Vélez,
funcionario real en la época de Centurión, la levanto como granero de una
ciudad que apenas daba pininos por la orilla del río.
Pues
bien, el Tamarindo, resplandeciente en su verdor saludaba la tenue lluvia de
aquel día de junio cuando sus raíces quedaron vencidas por la roca. Estaban
agotadas de tanto luchar contra la dura aridez de la piedra. El Tamarindo de
San Isidro ha envejecido y anunciando su
muerte!
LA
FERIA DE LA SAPOARA
La Sapoara, este legendario pez
del que los ictiólogos aseguran no se ha encontrado todavía otro igual en el
mundo, es puramente bolivarense. Habita en las aguas del Orinoco, entre Caicara
y Parital. Se alimenta de microorganismo, no muerde anzuelo, sólo es posible
capturarla con atarraya Y según la leyenda, es cebo de las guayanesas para
atrapar forasteros. Su pesca es un espectáculo de feria durante agosto, mes en
que la gente se acoda en la baranda del Paseo Orinoco aguardando que un rayo de
luz haga platear la piel de la Sapoara o Zapoara enmallada en el esparavel del
pescador. Llegando a Ciudad Bolívar me
dijo una guayanesa / que si comía la sapoara / no comiera la cabeza. Eso
dice el merengue del músico margariteño, Francisco Carreño, apegado a la
leyenda que recoge Rómulo Gallegos en su novela Canaima: cebo para atrapar forastero. Y es que quien come la cabeza de la sapoara se queda para
siempre sembrado en Guayana y casado con una guayanesa.
El poeta nativo, Héctor Guillermo
Villalobos, la sitúa en otros plano: Es una institución del pueblo / la pesca de
la sapoara/ Once meses en la orilla / Juan sufre, piensa y aguarda / por once
meses de ayuno / un mes de mesa colmada! Porque hubo un tiempo en la que la sapoara era
el único pez apetecido del río. Hoy son todos y a cambio, ella se ha vuelto
fiesta, sabor y tradición Pero la
sapoara no sólo es fiesta, sabor y tradición, es también leyenda y símbolo de
la Angostura de ayer y la Ciudad. Bolívar de hoy.
CAMPAMENTO
RÍO ARO
En el Municipio Sucre, a 120
kilómetros de Ciudad Bolívar y a 2 horas de Puerto Ordaz, se desarrolla el
Campamento Turístico Río Aro dentro de un área de 600 hectáreas en la vía hacia
Maripa.. Cuenta con churuatas de dos
plantas y 4 habitaciones dobles cada una, acondicionadas con baño, closet y
aire acondicionado para el descanso y confort de los visitantes. Además ofrece una típica barra en el
Restaurante Moitaco, con platos típicos de la región. El turista al llegar se encuentra con un
abanico de opciones receptivas como montar a caballo, recorrer las sendas que
bordean al Río Aro, escalar el cerro que domina el paisaje o pasear en lancha
hasta las islas, bien para pescar o darse un baño refrescante.
CENTRO
ECUESTRE RANCHO ALEGRE
La afición por las carreras de
caballos fue introducida en Angostura por los legionarios ingleses e irlandeses
en 1820. Entonces eran desafíos en la Mesa de Angostura, pero cuando en realidad
se levantan instalaciones apropiadas para desafíos o competencias es en octubre
de 1917 en la zona de extensión urbana de Santa Lucía por iniciativa del Jockey
Club de Ciudad Bolívar presidido por el abogado Antonio María Delgado y el
comerciante Santos Palazzi. En 1935 fue reubicado en el punto donde hoy
se levanta el Auto Mercado Cada. Posteriormente, entre 1964 y 1966 fue mudado a
la zona de Jobo Liso y finalmente el 12 de octubre de 2002, por iniciativa de su
propietario el médico Mateo Meo Pollino, surgió un nuevo hipódromo a quince
minutos de la ciudad, vía Maripa, con el
nombre de Centro Turístico Ecuestre “Rancho Alegre”, el cual comenzó a operar
en firme el 30 de noviembre con triple jornada los días viernes, sábado y
domingo.
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EL
MUNDO MÁGICO DE GUAYANA
El turista que llega a las islas
de Margarita y Coche, al litoral central o cualquiera de las otras islas del
Caribe, luego de febriles horas de sol y
playa, se siente atraído por este mundo mágico de Guayana que le han dejado en
el subconsciente las lecturas de tantos viajeros como Löfling, Humboldt, Lucien
Morisse, Henry Wickham, Jules Crevaux, Friedrich Gerstacker, Carl Geldner y
otros como Jean Chaffanjon traducido en novela por la profusa imaginación de
Julio Verne.
Guayana está a
escasa distancia aeronáutica de esos puntos y para el turista encontrarse con
este inconmensurable mundo verde lleno de misterios y de ríos, suele hacerlo
desde los aeropuertos internacionales de Maiquetía, Margarita y Las Antillas. Desde esos lugares se puede
saltar en vuelos charter o en los ordinarios. Todos llegan a Ciudad Guayana que es la urbe más moderna, o a Ciudad Bolívar que es la más antigua. Luego
todo es fácil para alcanzar el mundo de los buscadores de oro y piedras
preciosas; el mundo de los indígenas, los escenarios de Canaima, Kavanayen,
Kavac, Murak, Alto Caura.
Si ya ha
conocido a Ciudad Bolívar, lo inmediato es Ciudad Guayana a 45 minutos por
moderna autopista: tierras salvajes de ayer transformadas por la tecnología y
el ingenio del hombre en avasallantes complejos industriales. Allí donde los
dos ríos más grandes de Venezuela, el Orinoco y el Caroní, se dan la mano para
llegar al mar, se procesa la riqueza minera del hierro y el aluminio, dentro
del contexto de una urbe de 800 mil habitantes.
Ciudad
Guayana, después de Ciudad Bolívar, es buena escala para hacer turismo por
tierra a través de una gran carretera asfaltada con Brasil. Luego se puede empalmar
si quiere el turista extenderse hasta Pacaraima y Boa Vista. Durante el
trayecto van surgiendo pueblos tramados sobres antiguos asentamientos
coloniales de misioneros: San Antonio de Upata, valle del cacique Yocoima, de
las mujeres bonitas y del babandí que es ardorosa fuente de juventud;
Guasipati, la tierra de los zorros guaches; El Callao, de arquitectura popular
antillana donde predomina la gente de color que juega fútbol y baila calipso
con aroma de merengue, donde industrialmente se procesa el oro de veta extraído
de las graníticas galerías de cuarzo y se ofrece la orfebrería más barata del
mundo; Tumeremo, punto culminante de la penetración misionera; El Dorado y Las
Claritas, base de los buscadores de oro del Sur y siguiendo hasta la frontera, el
paisaje espectacular de un interminable manto verde de sabanas y moriches, ríos
sobre lechos de jaspe, cascadas impresionantes como la del Kamá; Tepuyes que
parecen fortalezas guardianas del silencio de la selva y valles con climas
excepcionales como el de Kamarata que invitan a un diálogo profundo con la
naturaleza.
Pero antes de
tomar carretera larga desde Ciudad Guayana visite Ciudad Piar, al pie de las
minas de hierro del Cerro Bolívar y la gran Represa de Guri.
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